Capítulo 39

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Kakashi apoyó el pergamino en su escritorio, emitiendo un pequeño gruñido al levantar la vista a la nada. Con el ceño contraído, su rostro advertía a cualquiera que se le acercara que, en ese momento, era prudente la distancia.

Suspiró.

Ya el temprano atardecer encendía las primeras luces de la ciudadela abajo, el día no había sido tan frío, estaban a un mes de la primavera y la ilusión por dejar atrás ese duro invierno adelantaban las ganas de temperaturas más cálidas.

—Dime que faltan de llegar datos.

—No —le respondió el Hyuga frente a él, inclinándose hacia la mesa para desarmar los otros tres pequeños pergaminos que traía en su mano—. La información que tienes es el resumen de estos tres. Uno por cada puesto fronterizo. Falta el de Naruto.

La expresión del pelinegro rayaba la furia, porque no quería que la preocupación se le notara, compitiendo en intensidad con su amigo, quien en ese instante le interceptó la mirada.

—Te apuraste en sacar conclusiones, entonces.

—Sabes que no.

Kakashi respiró hondo.

—No me gusta esto —le dijo sin mirarlo.

Seiyi sabía a lo que se refería con esas palabras, era lo mismo que él había pensado ni bien sus emisarios le trajeran las noticias antes que llegaran las de los emisarios oficiales. Le gustaba estar un paso adelante con sus tropas, que la información oficial llegará después siempre le dio ventaja en el armado de tácticas, siendo Kakashi un fiel promotor de esa estrategia.

Endureció su semblante apoyando las palmas en el escritorio al inclinarse hacia él. Si bien los enfrentamientos le preocupaban, sabía que lograrían reducirlos con más hombres. Esos insurgentes no eran mejores que Atkasuki, solo necesitaban algo más de tiempo y mutar a estrategias más ofensivas. Lo que realmente le carcomía era saber que la exigirían a ella y sería difícil evitar que participara en el frente; quizás llegar a retrasarlo, pero no por demasiado tiempo. Y ya no se le ocurrían argumentos válidos para lograr retenerla sin dejarse ambos expuestos.

—Va a ser difícil negarla.

—¡Puta madre, Seiyi! ¡Lo sé! ¡No hace falta que me lo recuerdes a cada rato!

No se lo decía específicamente a él, no le estaba reclamando nada. Sólo buscaban aliviar su temor cuando soltó esas palabras, pero el otro estaba peor y no iba a corregirlo, ni justificar el desacierto de su expresión. Y fue en ese instante que decidió que era mejor callarse sino tenía soluciones para aportar.

La situación no estaba fuera de control, pero si era delicada. Y se tornaría peor cuando el consejo llegara pidiendo explicaciones, porque ya casi que los olía y podía imaginar los reclamos que vendrían cuando insistieran en que sus sugerencias no fueron escuchadas y por ello estaban en ese enclave.

Semana después del despliegue de las fuerzas a la fronteras entre Yu y Oto, de los insurgentes no había señales. Como si se hubieran esfumado. No obstante, Kakashi decidió mantener las fuerzas en ese lugar, en posición y alerta, y aunque el instinto le picaba, confiaba en sus hombres, en las estrategias adoptadas y en Naruto.

Cuando se cumplían los diez días, en la noche más oscura de luna nueva, un ataque por sorpresa convirtió una lucha de defensa en una masacre.

Fue rápido y efectivo, la mayoría no entendió lo que pasaba hasta que vieran a los suyos caer, sobre todo a los médicos, quienes aun siendo defendidos, no pudieron eludir del todo el ataque que los llevó a concentrar el negatiboru más en ellos mismos para mantenerse con vida en el escuadrón, que en curar a los caídos.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora