Capítulo 58

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—Me encantan tus dedos —Sakura acariciaba suavemente con las yemas, la mano que Seiyi suspendía por sobre ellos—. Tan largos...y delicados.

Tumbados en la cama, apenas iluminados por las tenues luces de descanso en la habitación, la noche no había terminado en la ducha. El cansancio del día no los había afectado aun, era el hambre del otro y esa necesidad de reconfirmación, lo que los tenía encendidos haciéndose el amor cada vez que los besos y las caricias ya no eran suficientes.

—Es tan grande tu mano...

Seiyi carcajeó buscándole los labios para besarla, y luego morderle suavemente al acabar.

—No, tú eres muy pequeña.

Ella sonrió.

—Me gusta.

—¿Qué te gusta?

—Así. Tú tan grande y yo tan pequeña.

Seiyi ladeó la cabeza sobre la almohada, apoyándola en los cabellos húmedos de Sakura al perder su mirada en lo que la tenía tan entusiasmada, suspirando luego de sonreír, con esa dicha amarga en el pecho que le recordaba en sensaciones lo finito de aquello. Y no iba a aceptarlo.

Y luego vino ese beso que lo tomó desprevenido cuando la chica giró subiéndose apenas sobre su cuerpo. Fue la misma mano que se suspendía, la que ahora se apoyaba en la nuca, para aferrarla dulcemente a la calma caricia que sus labios se brindaban.

Fueron los chispeantes jades los que le observaron al separarse, esa sonrisilla que se mordía al verle picarona, y el sonrojo que floreció después en evidencia de lo que en sus pensamientos atravesaba.

Lucía preciosa.

Era única.

—Estabas enojado esta noche —le dijo con voz bribona.

Él carcajeó.

—¿Qué?

—Y me gustó que me dejaras ver al Conde.

Volvió a carcajear.

—Ese no era el Conde.

—¿No? —abrió grandes sus preciosos ojos.

—Nunca sin iniciarte, Sakura —le acarició el rostro corriéndole algunos cabellos—. Aun no me conoces del todo.

Ella torció la boca.

—Eso es cierto —y le miró a los ojos ahora—, y me encantaría conocerte más.

Él suspiró.

Poca gente realmente lo hacía, pocos tenían el lujo de saber de su historia. Su corazón... jamás nadie había llegado realmente a tocarlo. Y ella, prácticamente si lo tenía en las manos, pidiéndole que le brindara en palabras más que lo que jamás le dio a nadie.

Y quería hacerlo, no había una negativa en su ser para complacerla en ello, pero era la costumbre de su cuidada privacidad tan férrea, que ya por inercia las cosas se daban así. Pero ella valía el esfuerzo. Aun sin ser eterno, valía cada minuto que llenaba de dicha su vida.

Respiró hondo y luego acomodó la cabeza para que descansara mejor sobre la almohada. Y la observó, uno, dos, más segundos. Era preciosa, era mejor que cualquier cosa que habría esperado en su vida.

—Dime, ¿qué quieres conocer?

—Ummm... ¿el hombre indescifrable me lo dice así sin más?

Carcajeó, Sakura se mordió el labio inferior al oír esa grave voz, observando la preciosa sonrisa que le marcaba los hoyuelos ahora. Era una genuina, ese gesto era una clara señal de que el hombre estaba allí, el hombre que pocos veían. No llevaba tanto conociéndolo, pero eran tan claros sus gestos más auténticos, que si le hinchaba de dicha el corazón, más que el ego de saberse la única a quien le brindaba tan legítima reacción.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Where stories live. Discover now