Luz y Oscuridad.

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No tuve escapatoria. Estaba rendida ante él. Siempre lo estaría.

De alguna forma terminé sentada dándole la espalda a mi esposo mientras descubría nuevas formas de complacerme. Él era el padre de todas las tendencias sexuales, era el hombre más sensual en mi mundo y al único al que me había atrevido a amar con locura, ¡y vaya que valía la pena!

Nuestros gemidos eran el  principal sonido allí en medio del pequeño bosque que ocultaba la cabaña del abuelo de Zayn. ¿Cómo he esperado tanto? No lo sabía. Él y yo no habíamos estado juntos en mucho tiempo, casi desde que supimos que estaba embarazada. Supongo que muchas mujeres en el mundo me matarían por tener a un hombre como mi esposo sin disfrutar de las maravillas que puede hacer en una cama, en una noche con mil caricias, palabras de amor y más de un truco bajo la manga.

Mi hombre.

–Dime que me amas... –susurró en mi oído abrazándome fuertemente.

–Te amo, siempre lo he hecho –respondí sonriendo. Me acomodé mejor cubriéndome con las sabanas para mirarlo a los ojos. –Gracias.

–¿Por qué? –su ceño se frunció de un segundo al siguiente.

Sonreí. –Por esta noche, por amarme, por ser un buen esposo y buen amante.

–¿Buen? ¿Sólo buen? –casi parecía ofendido.

–Excelente –corregí poniendo los ojos en blanco mientras reía. Se inclinó y besó mis labios antes de acomodarnos mejor para dormir un poco.

Cuando desperté más tarde aquella mañana estaba sola en la cama. Volví a sentirme abandonada como en casa ya que era normal que despertara y Zayn no estuviera cerca. Sentí que mi corazón se hundía mientras buscaba entre las sabanas mi ropa interior y el vestido. Necesitaba ir a buscarlo... No estará fumando, ¿o sí?

El sólo pensarlo revolvió lo estómago. Estaba por meterme dentro del vestido de la noche anterior cuando una voz me detuvo.

–Alto, alto, alto. De vuelta a la cama jovencita –allí estaba él con su cabello revuelto, sus pantalones de vestir ajustados a sus caderas y una bandeja llena de comida en las manos.

No puede evitar sonreír y obedecer. Siempre obedezco.

–Buen día –besó mi cabeza y luego mi panza.

–¿De dónde sacaste esta comida? –en uno de los platos había una mezcla de duraznos en almíbar con arándanos y fresas, y en el otro maní y uvas pasas.

¿Acaso había salido a comprar cosas para desayunar? Yo sabía perfectamente que en la cabaña no había nada de alimentos, se dañarían con el paso del tiempo.

–Conservas en un lugar secreto... –sonrío pícaramente antes de empezar a embutirme todo alegando que tenía que comer por tres.

–Pero si las niñas ya están grandes y casi listas... –dije por lo bajo en cuanto se negó a comer.

–No interesa. Además aún faltan dos semanas –se levantó de la cama y se fue a duchar.

Me gustaba que se preocupara por las niñas y por mí, y sin duda adoraba que estuviera siendo tan dulce y atento después de tanto tiempo sintiéndome lejos de su vida y lejos de él.

Mi esposo seguía en la ducha mientras yo comía maní por montones. Las niñas estaban bastante activas aquella mañana así que me dediqué a hablarles sobre su padre y sobre lo mucho que las amaba y se preocupaba por ellas. De la nada el sonido del celular de Zayn me detuvo. Tuve que salir de la cama para encontrar en su chaqueta de vestir –desplomada en el suelo el aparato.

Forever Troublemaker. [Terminada]Where stories live. Discover now