Lluvia que arruina vidas.

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El domingo, cerca de las diez de la mañana, sonó el timbre que me avisaba que Bradley había llegado. No negaré que estar acompañada en vez de sola todo el día me animó mucho. No quise creer que era la simple presencia del maestro ojiazul lo que estaba causando eso.

Durante las pocas horas de la mañana que quedaban nos dedicamos a charlar sobre los proyectos de graduación de los chicos de último año. Muchos estaban inclinados hacía lo clásico, pero muchos más querían hacer mezclas entre nuevos ritmos y clásicos. La idea no sonaba nada mal, y le di algunas ideas a Bradley para mejorar las rutinas y exigir un poco más de nivel a ciertos alumnos. Yo sabía de las capacidades de los chicos que se educaban en mi academia, y sin duda los conocía mucho más que él.

Almorzamos en el patio trasero y luego fuimos a cumplir la misión de ver los demás videos que Bradley había grabado. Eran más de los que esperaba y nos distrajimos por más horas de las que puedo acordarme. Tomé algunas notas y le di consejos sobre los movimientos de algunos chicos y chicas, técnica y expresión corporal. No pareció molestarle y supuse que sería porque era su jefa.

Mi celular no sonó en toda la tarde, pero mi mente estaba en mi trabajo y sólo en mi trabajo. Mi esposo estaba trabajando tanto como en ese momento yo lo estaba haciendo.

Horas después, al terminar los vídeos, Bradley y yo nos quedamos sentados en las sillas de la sala-cinema con la poca luz que la pantalla en azul emitía. Miré la hora en el celular y me disculpé nuevamente por consumir su tiempo, en especial un domingo.

–No hay problema. La pasé bien.

–No te creería si dices que no tenías nada más que hacer –me reí alzando una ceja. Sus palabras eran solo agradecidas por ser su jefa.

–Sólo dibujar –respondió bajando la mirada. Se aclaró la garganta y agregó. –Y acondicionar mi salón de espejo tal vez…

–¡Lo sabía! ¿Qué es lo que dibujas? ¿Podría ver algunos? –pregunté alzando un poco el tono. Mis sospechas se habían confirmado y estaba bastante interesada en los intereses de todos los maestros de la academia. No me parecía entrometido, yo sólo mostraba quería saber quiénes eran realmente las personas que educaban en la academia.

Se removió incomodo en la silla, sonrió y asintió. Estiró su mano hasta el tubo que estaba recargado con su mochila en la silla a su lado. Lo abrió por la parte superior y sacó un par de pergaminos. Los dibujos estaban hechos en…

–¿Tinta china? –volvió a asentir. Estaba muy nervioso, se notaba en la manera en que mordía su labio inferior y miraba a todas partes menos a mí. –Lo siento, si no quieres que las vea no las veré…

–No, no, no. Está bien. Simplemente… yo… yo nunca le había mostrado mis dibujos a nadie –fijó sus ojos en los míos–. Ni siquiera son buenos.

–Sí que lo son. Eres tan bueno en esto como en el baile –le tendí los dibujos sin mirarlos mucho; apenas pude ver las siluetas de pájaros, paisajes, mujeres, niños, bicicletas, frutas y cosas del común. Eran dibujos muy buenos a pesar de estar hechos en tinta china. Seguramente le llevaba mucho trabajo. –¿Crees que puedas hacer una de esas obras de artes para mis bebés? –pasé una mano por mi vientre sonriéndole a las criaturas que habían estado muy quietas aquel día.

–Supongo que sí. Aunque, quedarían más bonitas en acuarelas –comentó en voz baja como si no quisiera que lo oyera.

Los pergaminos volvieron al tubo que fue sellado y vuelto a su lugar. Recordé que mencionó algo sobre un salón de espejos y adecuaciones. Lo primero que pensé fue que algo había sucedido en la academia, pero si él iba a adecuarlo no podía ser allí.

Forever Troublemaker. [Terminada]Where stories live. Discover now