Tonos grises en tardes soleadas.

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Mi fin de semana empezó oficialmente con la visión de un ramo de rosas blancos en mi mesita de noche. Mi esposo no estaba a mi lado y de inmediato supe que las rosas eran su disculpa, y que sin duda lo que había hecho era bastante malo, pues para que fuera un ramo del tamaño de aquel, debió sentirse muy mal.

Descubrí entre las rosas blancas una tarjeta que decía:

"Cariño, tengo que estar fuera todo el fin de semana.

Trabajo de última hora en un festival de música. Te llamaré luego. Te veo el lunes.

Te amo.

Zayn."

Quise enojarme, pero ya estaba un poco acostumbrada a ello. Suspiré y salí de la cama directo hacia la cocina en busca de Amalia. El olor a tocino me animó a bajar más rápido, estaba hambrienta y las niñas también.

La mujer me saludó preguntándome si quería los huevos revueltos o no. Decidí que serían revueltos. Me senté en la mesa de desayuno junto a la ventana que daba al patio trasero y le pregunté e Amalia si había visto a mi esposo.

-Si señora Marie. Salió temprano esta mañana con algo de equipaje.

Asentí percibiendo el olor del huevo sobre el sartén. De un segundo al siguiente dejó de ser agradable el aroma y se tornó agrio, me quemaba la nariz y hacía que mi cabeza doliera. Me levanté de la mesa y casi caigo, me sostuve en mis pies y casi corrí cuando sentí el amargo de los fluidos gástricos en la lengua.

Al llegar al baño del primer piso, que era el más cercano a la cocina, hundí mí cara en el inodoro y la mantuve allí por un tiempo considerable. Los síntomas del embarazo no me habían dejado del todo en paz, aunque ya llevaba varios meses de gestación. Supuse que el ser mamá primeriza me tenía más alerta y... alterada.

Amalia se encargó de llevarme a mi habitación, lavar mis dientes, bañarme, prepararme una aromática caliente y un poco de fruta para que desayunara. -Gracias Amalia, Por todo -le dije mientras salía de la habitación con los trastes que yo había usado.

Mi celular vibró en la mesita de noche, me estiré un poco y lo atrapé. La fotografía en la pantalla era la de mi sexy esposo haciendo una de sus famosas muecas. De inmediato sonreí y contesté.

-¿Cómo amanece mi preciosa esposa y mis hijas? -estaba de buen humos y me lo contagió de inmediato.

-Hola amor... amanecimos con ganas de vomitar -comenté riéndome. Del otro lado de la línea escuché a muchas personas dándole diferentes indicaciones a Zayn.

-¿Estás bien? ¿Quieres que envíe a alguien? ¿Un doctor? Lo que neces...

-No. Estoy bien -lo interrumpí para detener su retahíla de padre y esposo protector. Se notaba en su tono que estaba preocupado. -Tú concéntrate en cantar como los dioses que de estas jovencitas me hago cargo yo.

Se rió de mi tono maternal y añadió: -Sé que cuidarás de ellas, pero, ¿quién cuidará de ti?

-Por eso no te preocupes que Amalia está aquí, y... cuando llegues tendrás que compensarme.

Una sexy risa sonó del otro lado. Por solo escucharlo sabía qué cara estaba haciendo: ojos entrecerrados con fuego ardiente, mordiendo el lado interior de su mejilla con una sonrisa ladeada.

-Sabes perfectamente que lo único que me ha impedido "compensarte" son las criaturas que llevas en el vientre -su voz pasó a estar ronca y cargada de miles de promesas.

-No falta mucho para que puedas hacer lo que gustes...

-... y compensarte de muchas diferentes maneras -concluyó mi frase hablando tan lento que sería competencia para Harry.

Forever Troublemaker. [Terminada]Where stories live. Discover now