XVI. Reafirmando lo inevitable

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Tokio, Japón. 
Época moderna.
7:00 AM

Hoy me he despertado temprano. No puedo creerlo, tengo más energía de la habitual y cada vez me es más sencillo despertar, probablemente... tenga que ver algo que soy sacerdotisa y que nací con un propósito completamente diferente al que yo consideré una vez.
Suspiraba y pensaba para sí misma la joven azabache, con un tono de ironía y cierto dejé de burla en cada una de sus palabras. 

Mientras la joven se alistaba, la madre preparaba los alimentos que degustarían esa mañana junto a sus invitados.

El joven de cabello plateado permanecía sentado con una expresión seria en la sala de la familia Higurashi, leyendo cada una de las palabras del libro que le había obsequiado la joven sacerdotisa; analizaba cada párrafo y comprendiendo a detalle las futuras guerras que se avecinaban en su época. Aún no podía comprender al cien, pero aunque le molestara, prefería buscar la manera de mantenerse en constante aprendizaje; ya que aquella época era sin duda completamente nueva, extraña y fascinante, quería aprender más y sabía que no lo conseguiría sólo, por tanto a paso firme éste procedió a cerrar su libro, subir las escaleras y a tomar un baño; se alistó para esperar a la joven mujer.

Un rato después, cuando la joven pelinegra salió de su cuarto lista y preparada para irse a la escuela, antes siquiera de dar unos pasos, el joven Inu se acercó a ella comentando.

—Kagome, como acordamos el día de ayer, hoy comenzarás a enseñarme todo aquello que argumentó mi madre, deseo aprender y que tú seas mi maestra —con una ligera sonrisa de incredulidad y arrogancia se expresaba el lord.

La joven azabache lo miró fijamente y éste soltó una casi imperceptible risa, cosa que dió paso a una sonrisa dulce y sincera por parte de ella, lo tomó del brazo diciendo —sígueme Sesshomaru.

La joven azabache y el joven demonio tomaban su desayuno en completa armonía y en un silencio que no era para nada incómodo, sino todo lo contrario, era bastante reconfortante. Los más pequeños de la casa bajaron corriendo y jugando entre ellos, el pequeño shippo saltó a los brazos de Kagome mientras la pequeña Rin se acercaba al poderoso lord y hacía una reverencia, el platinado tocó su cabeza, un gesto tierno que no pasó desapercibido por ninguno de los presentes; pocos segundos después llegó el más pequeño de los Higurashi que se sentó junto a su hermana, dándole los buenos días con una sonrisa a lo que está tomó su cabeza y lo despeinó haciendo sonrojar al pequeño.

La joven mujer estaba lista para poder comenzar con sus actividades diarias, regresaría a la escuela y trataría de recuperar todas las clases perdidas y cada uno de aquellos apuntes que no pudo tomar durante su estancia en el Sengoku. Sin embargo el poderoso demonio la seguía de cerca analizando cada una de las acciones actitudes y emociones que emitía la joven mujer, ella le había pedido que por favor la acompañara a la escuela, algo que de alguna u otra forma al escuchar esto al demonio molestó, ya que tuvo que recurrir a esas ropas extrañas y nada cómodas para su gusto, vistiendo así con unos pantalones negros, una camisa azul cielo y unas botas negras, atando su cabello en una coleta alta y difuminando sus marcas, algo que realmente detestaba porque él era de un linaje completamente puro y ante sus ojos le era detestable ver esa forma, pero tan pronto llegaron esas palabras a su cabeza, tuvo que ignorarlas ya que él tenía que cambiar y se limitó a sus actividades.

Pasó un rato de que los jóvenes habían salido de casa de los Higurashi, el poderoso demonio perro no iba nada cómodo entre la multitud, pero Kagome sabía perfectamente que eso ayudaría muchísimo a que él aprendiera sobre costumbres humanas, tolerancia y todo aquello que tuviera que ver con entender y comprender a los seres humanos y ¿por qué no?, comenzar a adaptarse a su olor.

El joven divisaba cada una de las acciones de los humanos, consideraba que eran detestables pero ya no tenía vuelta atrás, no podía retractarse de lo que había pedido, él siendo un demonio tan poderoso se repredió a sí mismo porque sencillamente se había rebajado a pedirle ayuda a una humana y no una cualquiera, una sacerdotisa. Ante todos estos pensamientos, él internamente sabía que la mujer que lo acompañaba no solamente era alguien cualquiera, había algo más en ella que trascendió hasta lo más profundo de su enterrado corazón, por esto su bestia interna estaba inquieta, feliz y sobretodo excitada cuando estaba con ella; sólo no la detestaba, no le era desagradable y sobre todo no le era indiferente, él sabía muy en el fondo que algo estaba ocurriendo con él y si sencillamente podría tratarse de aquello que tanto tiempo aborreció, el amor, una sola palabra que para él le desataba una serie de preguntas sin respuesta, recordó que él había dicho que la protegería, ella se había vuelto aquello que tenía que proteger y entendió a la perfección que ella se había convertido en aquello que él más quería, se dió cuenta de su ansiado deseo y de todas esas conclusiones, sorprediéndose a sí mismo, estar a su lado y poder tenerla en sus brazos, eso último llegó a su mente como una ráfaga mordaz. Volteó a ver a la mujer y ésta simplemente sonrió preguntando por su comodidad, él solo asintió, ella volteó su mirada hacia la ventana, mientras el joven demonio en un arranque tomó un mechón de la joven para olerlo y sumergirse en su embriagante aroma.

Unos minutos más tarde llegaron a su destino, el lord solo observaba cada una de las acciones de todas las mujeres que comenzaron a rodear a Kagome, las amigas de la chica simplemente en un bullicio de diversión, chismes y temas que para él eran del centro de estudios. La joven mujer se despidió, pidiéndole y tomando su mano que tomara el mismo camino por el que habían regresado. El joven simplemente contestó con un monosílabo como siempre, mientras las amigas de Kagome bombardeaban a la misma con cientos de preguntas, preguntando sobre su acompañante, él era alguien a quien no se podía ver todos los días, y más cuando es un joven con un porte, elegancia y cuerpo de Adonis,y sí, en parte era porque ellas adoraban a su amiga y se preocupaban por ella, pero también eran muy curiosas, esto se vió reflejado en la tierna risa que salió de sus labios y recordándole a su mejor amiga del tiempo del Sengoku,se comenzó a preguntar en cómo estarían sus amigos.
La mirada de la chica se perdió de un instante a otro, sus ojos se llenaron de nostalgia, las jóvenes no se percataron de  que el hombre de cabellera platinada aún no se había ido, y éste solo observababa a la joven sacerdotisa, admirando y contemplando todo su ser. Las vió alejarse y esto generó un vuelco en el corazón del demonio, fue ahí que se odió a si mismo, había perdido, se enamoró de esa joven futurista, y no era algo que se pudiera decir, porque para él, ella lo era todo, el quería ser parte de su mundo y estar a su lado.

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Hola a todos mis lectores, perdonen la demora, espero que les haya gustado este capítulo. Seré sincera, espero poder actualizar pronto.

Out of timeWhere stories live. Discover now