XXII. Palabras del corazón parte 1

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Tokyo
Época actual

— Ha pasado un mes desde que Sesshomaru ha estado trabajando. Me gusta mi nueva rutina, acompañarlo por las mañanas a la casa de retiro Aozora y esperarlo un rato por las tardes mientras aprovecho para seguir repasando mis apuntes o avanzar en alguna tarea pendiente. —Suspiraba la joven mientras esperaba sentada en el jardín — Su actitud ha cambiado significativamente, siempre creí que su compañero el Kyūbi sería asesinado por sus afiladas garras, pero no fue así, — la joven se sacudía mentalmente por el suceso — de solo recordar cada una de esas ocasiones en las que ese zorro sin vergüenza ha tentado contra su propia suerte me da escalofríos. Fufu, pero a estas alturas ver la relación de ambos es como la de dos mejores amigos, esa típica relación de los animes juveniles dónde el protagonista es alguien en extremo serio y su mejor amigo es el más sociable y divertido de toda la escuela — sonreía la joven de solo pensar al joven Inu en una comedia animada — Admito que es un poco surreal todo lo que he vivido a su lado, Sesshomaru y su mejor amigo ayudando a una dulce viejita, suena a un gran chiste, sino lo viviera en carne y hueso, no me lo creería. — Dejaba en sus pensamientos la joven azabache.

Mientras la chica esperaba, el joven ōkami de ojos azules se acercaba a ella. Él sabía perfectamente los sentimientos del Inu por la mujer y aunque no era tan cercano a ella no perdería la oportunidad para intercambiar unas palabras de un tema cualquiera.

— Kagome, linda tarde, veo que sigues con tus labores escolares.

— ¡Oh!, joven Kazuma, buenas tardes — saludaba con una sonrisa — así es, tengo que seguir estudiando en dos semanas tendré exámenes y deseo tener las mejores notas para poder aspirar ir a la universidad de Kyoto.

— ¿Quieres estudiar algo en particular? o ¿eso lo decidirás después?

— ¡Claro!, quiero estudiar medicina y poder especializarme en pediatría — decía con emoción en sus palabras.

— Ya veo, a caso ¿te gustan los niños? — decía con un toque de melancolía en sus palabras

— Así es, tengo tres pequeños en casa y ellos han sido mi inspiración para poder tomar esa decisión

— ¿Tres pequeños? ¿no eres muy joven para tener hijos? — preguntaba con un ligero aire de sorpresa y añoranza

Fufufu, claro, pero dos de ellos son mis hijos adoptivos y el otro es mi hermanito, precisamente por ello es que quiero tener la habilidad para poder ayudar a los niños.

— Comprendo — decía un poco más relajado el lobo — me agradan tus nobles intenciones.

Mientras el ojiazul y la azabache continuaban su platica, un par de ojos ambarinos miraban la escena con rabia y celos, en su más profundo ser, aquella bestia encerrada aullaba y ladraba de la ira que sentía al ver al hombre que hablaba con la que deseaba que fuese su pareja.

Fufufu, oh mi querido Sessh, hasta cuando seguirás con esa mirada de odio, acércate a ella y declárale tus sentimientos — reía el joven zorro dándole un ligero golpe en el hombre al peliplateado. — Tengo una idea.

— Tsk, no hagas nada.

— Muy tarde, ya lo tengo planeado, así que adiós. — Le dio la espalda y desapareció de la vista del daiyökai.

El joven Kyūbi caminaba con una mirada pícara en dirección de los jóvenes pelinegros.

 — ¡Kagome chan! — corría a abrazar a la joven, mientras sonreía perversamente y sintiendo una aterradora mirada que se clavaba en su nuca.

— ¡Hola Kento!, jeje también me da gusto verte — saludaba la Higurashi con un aire de vergüenza.

— Nee nee, Kagome chan — hacía ojos de perrito y pucheros el chico — este domingo ¿estarás ocupada? — sin dejarla hablar él seguía parloteando — haremos un picnic para los abuelos y nos gustaría que asistieras y nos apoyaras, ¿verdad Sessh? — decía mientras le lanzaba una mirada de malicia al lord del Oeste.

— Bu... bu... bueno sí — que ocurría el lord tartamudeando, no se lo podía creer, indefenso era la palabra que lo describía perfectamente en ese momento, se preguntaba internamente qué era lo que estaba ocurriendo con él y a quién había matado para estar en esa situación sin escapatoria alguna.

Fufufu, ya ves Kagome chan, entonces di que sí —  gritaba el zorro mientras tomaba de las muñecas a la azabache.

— Siendo así, ¿crees que podría traer a los pequeños para que puedan divertirse con nosotros Sesshomaru? — preguntaba con ese deje de ternura y suplica en sus palabras.

— Obviamente que sí mi que adorable Kagome — decía una bella mujer albina mientras entraba al jardín.

— Señora Taishō, buenas tardes — decía cortésmente el lobo.

— Buenas tardes jóvenes, solo venía de paso para visitar a nuestra adorada Chiyo — comentaba la mujer dirigiéndose al joven zorro, — Kento, ¿me acompañas? 

— Ya voy — decía entre pucheros — bueno nos vemos el domingo Kagome chan

— Nos vemos jóvenes — dedicándole una ligera sonrisa a su hijo.

El joven lord observaba a su madre y cada vez más se sentía intrigado por la abuela Chiyo, ¿Quién era esa mujer a quién su madre estimaba tanto?, esa sería una pregunta sin respuesta hasta que hablara sin rodeos con su progenitora.

Mientras la imponente mujer y el zorro sabio se dirigían a la habitación comenzaron una conversación de complicidad por los hechos previos.

— Fufufu, veo que estás ayudando a mi hijo a que de el primer paso, me agradó como lo manejaste.

— Así es Irazue sama, ese muchacho ya no tiene orgullo alguno por ese tema, sin embargo ese mismo ha sido reemplazado por miedo.

— No puedo creerlo, mi hijo el poderoso lord del oeste con miedo, lo veo y no lo creo. Este domingo tiene que ser perfecto, teniendo a Kagome y los niños aquí, es probable que él termine de romper todas esas murallas que también ayudé a formar en su corazón.

— Lo comprendo y considero que esto ha sido de mucha ayuda para Sessh fufu, en un principio me costó mucho trabajo hacer que se abriera más, incluso logré que él ya le dijera abuela Chiyo a la diosa Amaterasu. 

Out of timeWhere stories live. Discover now