-¿Creen en las coincidencias? -La vieja mujer habló.
Esas palabras resonaron en toda la sala, retumbando en lo profundo de las mentes de los jóvenes, quiénes solamente atinaron a mirarse mutuamente y volver a observar a las 3 presencias que yacían en la entrada.
-¿A... abuela Chiyo?-preguntaba nerviosamente la azabache.
-Así es mi dulce Kagome. Yo, una de las piezas clave, soy aquella presencia qué no hace mucho detectaste en aquel viaje a Rebún ¿Lo recuerdas? -decía astutamente la anciana, dejando perplejos a todos los espectadores y principalmente a la pareja de enamorados.
-Kento, Kazuma ¿Qué hacen aquí? -preguntaba tajantemente el demonio que estaba al borde del colapso; nunca se había sentido tan inquieto en su vida y su mente era un mar de dudas y emociones, ¿quiénes eran ellos? y si no respondían, sería capaz de matarlos ahí mismo.
-Sessh, tranquilo viejo, tu cara no me engaña, me quieres matar, pero no te dejaré hacerlo hasta que nos escuches.
-En efecto Lord Taisho, en breve sus dudas serán resueltas.
-Oh queridos, acercadse a está vieja anciana, dadme sus bellas manos -decía en una dramaturgia la de cabellos canos.
Ambos jóvenes se acercaron a la mujer, tomándole de las manos para posteriormente perder el conocimiento y desplomarse al suelo.
-Era inevitable -suspiró la madre del albino.
[...]
Japón
Época desconocidaEs hora de que sepan su verdad, recuérdenla.
-Hime sama, ha llegado una carta del rey del Sur -decía una joven haciendo reverencia y sin mirar a la mujer.
-Era de esperarse, las nupcias que deben terminar con esta guerra eran necesarias -comentaba una joven y bella mujer de cabellos blancos -gracias, puedes retirarte -decía fríamente la albina.
¿Por qué alguien como yo debe tener su vida planeada desde que nació?
Entre suspiros la joven princesa se levantaba para disponerse a saludar al rey.
Tiempo después salió de su habitación, siendo seguida por su dama de compañía y su guardaespaldas personal.
-Oto sama -decía haciendo una reverencia en el suelo -me he enterado de mi matrimonio.
-Tsuki, en esencia, tu matrimonio ha sido arreglado con el hijo del rey del Sur, se conocerán en una semana. Sin más que decir, retírate -demandó el rey a su primogénita.
La joven aparentaba no tener emoción alguna, había salido del salón real y sentía que su pecho quemaba y que sus piernas pesaban peor que una roca. Salió al patio trasero despidiendo a sus acompañantes, quería quedarse sola y llorar en silencio, nunca antes había sentido el calor humano, su padre no la miraba y mucho menos le transmitía amor alguno, no sabía nada de ese famoso calor humano, hasta que lo conoció...
-Hime Sama, me complace volver a verla -decía cortésmente un caballero de armadura brillante y cabellos negros profundos.
-Kuro San -respondía la chica albina con mirada triste.
-He escuchado que se casará, ¿es correcto?
-Es mi deber
-No lo haga, por favor no lo haga -decía firme y melancólicamente el hombre, mientras apretaba la empuñadura de su katana.
-Kuro yo ... Yo -el par de orbes azulados comenzaban a inundarse.
-Hime Sama usted sabe que yo... -fue interrumpido por la princesa
-Kuro, lo sé, sin embargo es mi deber, esta boda es la que hará ceder esta guerra entre naciones, no se puede escapar de quiénes somos, mi felicidad deberá ser sacrificada a cambio de la paz en nuestro reino -argumentaba mientras derramaba lágrimas pesadas, cargadas de tristeza y amargura.
-Prefiero morir dándolo todo en batalla antes de que usted renuncie a su felicidad y libertad -decía duramente el azabache.
-Tú mejor que nadie sabe que no lo resistiría, no quiero perderte. Esta vida y este mundo no significarían nada para mí, si tú no estás en él, el tiempo me golpearía a tal manera de morir de tristeza. Esa vida y todo ese tiempo es algo a lo que realmente temo.
-Tsuki -la tomó en sus brazos y le proporcionó un delicado beso lleno de amor y tristeza.
Los jóvenes enamorados se sentían morir si eran separados; ella una princesa de cabellos cuál nieve, él un peligroso y adiestrado general de cabellos del color de la noche, compartían el mismo sentimiento, amor.
[...]
Ha pasado ya una semana, todos los días nos hemos visto en el jardín trasero y eso ha aliviado un poco mi alma
-Hime Sama -sonaba una voz del otro lado de la puerta -su padre, el rey solicita su presencia en el gran salón.
-Gracias
La albina se levantó de su asiento, dónde se encontraba bordando una pequeña luna en un haori para hombre, tomó la prenda y la escondió en su alcoba.
Se dispuso a salir de su habitación y acudir al llamado de su frío padre.
-Oto Sama, me ha llamado -se inclinaba la fémina ante el rey.
-Tu prometido está pronto ha llegar, pero antes de que él pise este castillo y se entere de lo que has hecho a escondidas, debo escarmentar a mi denigrante descendencia -ante esto el rey tomó esa famosa tabla y golpeó en los glúteos incesantemente a la princesa. -¡IMBÉCIL!, qué podía esperar de alguien como tú, si no sirves y mucho menos me eres útil, solo puedes aspirar a un matrimonio arreglado y jamás podrás tener el control de este reino. ¡POR QUÉ NO NACISTE SIENDO HOMBRE!, El general ha sido enviado al frente de la batalla, espero que su vida perezca pronto -escupió el hombre.
El rey ordenó llevar a la princesa, quién había hecho todo lo posible por no llorar ante su progenitor, a su habitación para ser nuevamente arreglada para su audiencia con el príncipe del Sur.
Al entrar a su habitación encontró una carta dentro de una de sus cajas favoritas.
Mi amada, he sido enviado a la guerra, pero prefiero ser asesinado antes por traidor que dejarte en ese infierno. Siempre pienso en ti y nunca me arrepentiré de mi decisión, seré yo quién te saque de ese calvario.
Te amará hoy y siempre Kuro.
Si bien se había resistido a las lágrimas, de solo pensar en ese hombre, sus emociones brotaban desde lo más recóndito de su olvidado corazón.
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Out of time
FanfictionMe salvó de un ataque mortal de Naraku, pero nunca imaginé que ese pequeño gesto desataría todo tipo de situaciones y emociones. Disclaimer: Este es un fanfic, los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.