XXXVIII. Ambivalencia

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Época antigua
Sengoku
20 H.

Kagebōshi, la aterradora fusión de Naraku y la maldad de Akutoshi, se abalanzó directamente hacia Kagome con una velocidad sobrenatural. Sus ojos brillaban con un hambre siniestra y su boca emitía un grito escalofriante mientras deseaba la sangre de la sacerdotisa.

La joven mujer se preparó para el ataque, sosteniendo su arco con determinación. Cuando Kagebōshi estaba a punto de alcanzarla, ésta disparó una flecha imbuida de energía sagrada hacia él. La flecha impactó contra el demonio, creando una explosión de luz que lo detuvo momentáneamente.

Pero Kagebōshi, imperturbable, se recuperó rápidamente y continuó su avance hacia la misma. Sus extremidades retorcidas se extendieron como tentáculos, tratando de atraparla. Kagome esquivó ágilmente los ataques, saltando hacia atrás para mantener una distancia segura.

El engendro del infierno emitió un rugido de furia mientras la persecución continuaba. Cada vez más obsesionado con la idea de derramar la sangre de la chica, el demonio aumentó su velocidad y ferocidad.

La azabache luchó por mantenerse a la defensiva, disparando flechas purificadoras en un intento de contener a Kagebōshi. Pero el demonio parecía invulnerable, resistiendo los ataques y avanzando implacablemente hacia ella.

El campo de batalla se llenó con la tensión de la lucha, y los aliados de Kagome observaban con preocupación. Sesshoumaru, con su espada Bakusaiga en mano, estaba luchando en paralelo a la sacerdotisa, tratando de abrirse paso hacia su amada.

Sesshoumaru observó con creciente preocupación la ferocidad del ataque de Kagebōshi contra Kagome. La sacerdotisa estaba empezando a agotarse físicamente bajo la persecución implacable del demonio. En un intento desesperado por intervenir, el DaiYōkai avanzó con rapidez hacia ellos.

Con su espada Bakusaiga en mano, Sesshoumaru lanzó un ataque poderoso contra Kagebōshi. La espada creó una onda expansiva que impactó en el demonio, apartándolo momentáneamente de Kagome. Fue un respiro bienvenido para la sacerdotisa, quien se apoyó en su arco, recuperando el aliento.

Mientras el albino se enfrentaba a Kagebōshi, los compañeros de Kagome continuaban luchando contra los demonios generados por el demonio fusionado. Eran demonios zombis infectados por el engendro, sus ojos sin vida y sus movimientos torpes mientras se abalanzaban sobre los aliados.

Inuyasha, Miroku, Sango, Kikyou, Hakudoshi y el resto de los luchadores se mantenían firmes, desplegando sus habilidades y luchando contra los demonios zombis. La lucha se había convertido en una batalla encarnizada en múltiples frentes.

Rin, Shippö, Jaken, Ah-Un y la anciana Kaede también se unieron a la batalla, protegiendo a los aldeanos y enfrentándose a los demonios que intentaban acercarse a ellos. 

Kagome, al haber recuperado parte de su energía, se unió a la batalla contra los demonios zombis, disparando flechas de purificación mortal con celeridad mortal. Pero Kagebōshi seguía siendo el objetivo principal, y la batalla estaba lejos de estar resuelta.

Kagebōshi luchaba con una ferocidad despiadada contra Sesshoumaru, quien se interponía valientemente entre el demonio y la Miko futurista. La espada Bakusaiga del DaiYōkai se enfrentaba a las extremidades retorcidas de la aberración infernal, en una batalla de poder y habilidad. Cada movimiento era calculado y mortífero, pero Kagebōshi no cejaba en su determinación.

—¡Deseo los ojos, el cabello y el alma de Kagome! —exclamó —¡JA, JA, JA! —El demonio emitió un grito aterrador, un grito que resonó en todo el campo de batalla. —y tú también morirás para ser parte de mí "Mi Lord".

Out of timeWhere stories live. Discover now