XXV. El dolor de mi corazón

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-...Al igual que tú, hoy dejo este mundo... he hecho un trato con la luna quién ha escuchado mi pesar - decía un hombre de cabellera larga y negra, mientras abrazaba y lloraba sobre el cuerpo de su amada; pocos lo escucharon y aquellos testigos que lo hicieron, sintieron una profunda pena por la pareja, esos amantes que fervientemente se amaron hasta el punto de dar sus vidas por estar uno con el otro.

Tokyo
Época actual
3 am

"No sé porqué escuchar esas palabras removieron algo dentro de mi ser, es como si fuese una nostalgia, un recuerdo que quizás ha quedado en el olvido y que nunca podré descifrar sí es cierto o es simplemente una pesadilla que inunda de un sentimiento tan poco convencional mi ser. Jamás llegué a imaginar que yo podría sentir y me duele mucho pensar que quizás tú fuiste quién se despidió de mí".

Decía para sus adentros el joven albino, quién había despertado en la madrugada debido a aquellas pesadillas que lo torturaron hasta el punto de hacerlo llorar. Nunca creyó tener esa clase de sentimientos y por la misma causa su corazón ahora se encontraba más que alterado, su bestia interna aullaba de dolor, pero ninguno de los dos sabía el por qué, solamente sabían y comprendían qué no fue solo una pesadilla y que en algún punto de su vida fue lo que los mató.

Debido a su inestabilidad emocional el demonio salió cautelosa y silenciosamente de su habitación para dirigirse a la de su amada azabache, sólo para poder calmar un poco su alma y a su bestia interna; mas no contaban que la mujer yacía despierta hace horas, sentada en su habitación, observando la luz de la luna con lágrimas en los ojos, nuevamente había tenido aquella pesadilla, una historia inconclusa o quizás un recuerdo roto, tan desquebrajado que sólo se sentía el sabor amargo de un adiós en el corazón y un beso tan desesperado y apesadumbrado en los labios.

-Kagome, ¿qué sucede? ¿qué haces despierta a estas horas de la madrugada?
-Sesshomaru... -la mujer se levantó de su cama y corrió a los brazos del hombre de cabellos plateados, lo abrazó como si no hubiera un mañana, sentía que si lo soltaba, la vida se le iría de las manos, se sentía tan frágil e indefensa en ese momento qué sus lágrimas no dejaban de correr sobre sus mejillas.

El Lord la tomó en brazos y la abrazó del mismo modo, no sabían qué, pero eso era necesario para calmar sus almas, esas desbordantes emociones qué pesaban en sus cuerpos, por ese motivo él la tomó del rostro de una forma delicada y dándole un beso tan anhelado en los labios fue suficiente para que ambos pudieran calmarse, ambos sabían que se necesitaban más de lo que cualquier persona pudiera entender, era una emoción y un sentimiento que irradiaba anhelo, añoranza, amor, un amor tan grande que nadie podría comprender, era un amor trascendental.

Después de un rato la pareja se abrazó y se recostó sobre la cama de la chica; la joven pelinegra se percató de las lágrimas secas que yacían sobre el bello rostro de su amado, ella preguntó el motivo y él sólo acunó su rostro entre el hombro y el cuello de la chica aspirando su aroma cómo si temiera a olvidarle.

-Dime Kagome, ¿es por ese mismo sueño que últimamente has estado tan extraña y pensativa?

-¿Tú también lo has tenido? -el albino asintió con la cabeza de forma positiva.

-Es difícil de explicar, por eso no había podido comentarte nada. En mis sueños veo a una mujer y un hombre, parecen ser un par de amantes, dónde él le recrimina a ella por algo que hizo, pero no entiendo por qué... por qué el sentimiento que irradia ella, lo siento yo, siento como si fuera mío, como si yo lo hubiera vivido en carne propia.

-Pocas veces me altero, sin embargo he tenido un sueño dónde también aparece un hombre y una mujer. Considero al igual que tú, que son un par de amantes pero de la mismo forma yo siento las emociones del joven, como si fueran mías, un joven de cabello negro; sólo que no veo su rostro, ni el de la joven, ambos se despiden con un beso y después ella muere y cuando eso pasa... ese sentimiento de perderle... se clava peor que el de una espada en mi corazón.

La pareja hablaba de una manera inquietante todo aquello que perturbaba sus corazones, internamente ambos sabían que esas personas eran ellos y sólo había alguien que podría ayudarlos, la madre del albino. Pasó un rato mientras expresaban sus pesares, y sin darse cuenta ambos quedaron profundamente dormidos, abrazados y con una calma por estar el uno con el otro.

A la mañana siguiente la Higurashi mayor abrió la puerta de la habitación de su hija, tan silenciosamente que ninguno de los enamorados se despertó, ella observó sus rostros y se percató de lo que aconteció en la madrugada, nadie le engañaba puesto que los años y la experiencia le habían enseñado bastante, pero lo que jamás se imaginó fue ver al poderoso demonio en ese estado tan frágil, era un momento tan surreal y complicado de entender. Salió de la habitación y cerró la puerta sin hacer ni un solo ruido. Les pidió a los más pequeños que guardarán silencio y se dispuso a tomar el teléfono para llamar a la elegante mujer de cabellos blancos, quién al escuchar todo lo que le relataba la mujer se había dado cuenta que poco a poco las memorias cautivas y olvidadas regresaban a dónde pertenecían, ya no quedaba tiempo que perder ya que esa indeseable guerra se aproximaba.

-Es tiempo de convocar una junta, el tiempo está a nuestro favor y con las vacaciones prontas aprovecharemos para fortalecer a los próximos sucesores -opinaba la Inu Kami.

Out of timeWhere stories live. Discover now