XVII. Confrontación

1.1K 151 9
                                    

Japón
Época Sengoku
Medio día

—Ha pasado un largo tiempo, los extraño mucho, desearía poder verlos nuevamente, quiero platicar con mi mejor amiga como lo solíamos hacer en las aguas termales y poder reír de las ocurrencias del pequeño Shippō. —Añoraba en sus pensamientos la joven Taijiya mientras acariciaba el lomo de su pequeña amiga felina.

—Mi bella Sango, no necesitas decir nada, conozco tu mirada y de la misma forma me siento yo, ciertamente se siente solitario el ambiente, sin el pequeño Shippō y la señorita Kagome, el tiempo ha pasado tan lento para nosotros de este lado del pozo, pero me alegra saber que ellos no están solos y que están del otro lado del pozo. —Comentaba con un aire de melancolía el joven Hōshi tomando de uno de los hombros de la joven mujer.

—Monje Miroku, se que es extraño que lo diga pero siento cierto alivio al saber que se encuentran con el medio hermano de Inuyasha. Se que Sesshōmaru odia a Inuyasha, pero él nunca ha demostrado ningún tipo de repudio por cualquiera de nosotros, quizás solo quizás podría pensar que de alguna manera le agradamos —opinaba la chica emitiendo una ligera risa de ironía y broma —Pero ... Si le soy sincera, desearía poder hacer algo más para ayudarlos a regresar —Y lo harán — comentaba interrumpiendo el momento de la pareja la imponente daiyōkai.
—Perdone bella dama, pero ¿quién es usted?—preguntaba el joven monje
—Soy la gran gobernante del palacio de la luna y madre de Sesshōmaru, mi nombre es Irasue Taisho —respondía la poderosa mujer —He venido por ustedes, Inuyasha y su mujer, los entrenaré personalmente para la gran guerra que se avecina, ya que todos ustedes lucharán junto a los poderosos dioses del tiempo y el espacio. —explicaba la demonio.

Ante estas palabras, analizando a la yōkai y haciendo conjeturas sobre los hechos próximos el monje y la exterminadora se miraron durante unos instantes,llegando a la conclusión de que aquellos dioses eran mi más ni menos que su amiga futurista y el temible lord del oeste. Sin deberla ni temerla, ambos accedieron y comenzaron su camino hacia su entrenamiento, con él solo deseo de apoyar a su querida y gran amiga Kagome.

Tokyo, Japón
Época actual
11 a.m.

Un joven demonio permanecía sentado en una banca cerca de un árbol, el lugar estaba apaciguado por la falta de personas y eso le permitía pensar y despejar dudas sobre sus sentimientos, debatiéndose y preguntando el por qué y el cómo, de tan acertada conclusión, era inevitable, ella permanecía en sus pensamientos, pero ¿y en los de ella?. Tenía la ligera sospecha de que su medio hermano aún seguía en los pensamientos de la joven sacerdotisa,y esto le hería profundamente, realmente temía no llegar a ser correspondido, y peor aún que ella siguiera enamorada de él;Por un momento recordó aquellos instantes en que la mirada de la mujer se perdieron llenando sus ojos de nostalgia pura,si el híbrido seguía siendo la causa de los suspiros de ella, qué podría hacer entonces.

Divagaba y discutía consigo mismo, que no notó que su madre recién había arribado al lugar —Fufufu, hijo mío ¿qué te atormenta?— el joven solo agrandó los ojos por unos instantes — Madre, ¿qué te trae a este lugar?
—¡Oh vaya!, que hijo tan insolente tengo. Aún tienes mucho que aprender cachorro mío, te conozco tan bien y se cuándo algo te perturba,y justo ahora se que me necesitas, pero por ti orgullo jamás lo dirás, ahora bien, dime ¿qué es lo que te tiene así?
—Este Sesshōmaru no tiene porque darte explicaciones, Madre.
—Fufufu, no no querido hijo, al contrario, yo sé que te sucede, y aunque tú respuesta es vacilante, solo puedo decirte que si no haces algo por mejorar tu forma de ser, créeme que no podrás cortejarla como es debido, pero bueno, qué puede saber tu bella y sabia madre.
—Argh — dió un suspiro largo y sonoro el peliplateado —bien te escucho madre.
—Lo sabía, a mí no me puedes ocultar nada en absoluto cachorro arrogante —tomó asiento junto a su hijo — lo primero que necesitas es dejar de dudar, y tratar de interesarte por ella, escúchala, acompáñala e involúcrate en su vida, créeme que si hablas y te expresas un poco más, te aseguro que ante sus ojos no pasarás desapercibido —concluyó la demonesa.

5:00 p.m.

Cuatro jóvenes se dirigían a la salida para poder descansar y realizar sus deberes escolares. Todas hablaban sobre los próximos exámenes y proyectos.
La joven miko se despidió de sus amigas en la salida, tomando la dirección hacia su casa, cuando a lo lejos percibió la presencia del Daiyōkai, ella corrió en esa dirección y lo vio parado debajo de un árbol, con su cabello al viento siendo ondeado por el viento, sintió sus mejillas arder por un momento, ese hombre era tan atractivo y su mirada se deslizó por toda la figura. Dio un suspiro cargado de tensión y deseo, que la calmó, se dirigió hacia el joven y contentó —Sesshōmaru, ¿qué haces por acá?— preguntó de manera calmada y con una sonrisa en el rostro, no sabía el porqué, pero su sola presencia le daba tranquilidad y alegría absoluta.
—Kagome, debo seguir aprendiendo, por eso te he esperado —que mentira más grande había dicho, se recriminando por su falta de sinceridad hacia la joven.
—Oh, ya veo. Perdona por hacerte esperar, lamentablemente tengo que asistir a clases. —respondía la chica de manera gentil.
—Andando

Los jóvenes iban en un silencio tranquilo, disfrutando de sus compañías y del atardecer próximo. Pasaron unos minutos cuando cerca de los jóvenes un grupo de dos chicas y dos chicos que iban riendo y haciendo bromas se cruzaron por su camino, la joven al observarlos recordó a sus amigos del Sengoku, haciendo que su mirada se volviera lejana y nostálgica. Lo notó de inmediato el demonio, y por su mente pasó el recuerdo de su medio hermano, tenía que saber para poder dar el siguiente paso, odiaba la sola idea de que ella siguiera pensando en él, pero necesitaba saber.
—Miko —sonaba más frío de lo normal —¿sigues pensando en el Hanyō? — se reprochaba, se sentía ansioso
— ¿Qué?, No, no, por supuesto que no, yo solo recordaba a mis amigos —comentaba la joven con un aire de añoranza en sus palabras —además a él dejé de verlo de esa manera, ya solo es un amigo y nada más — sonrió la joven.

Él en ese instante tuvo lo que más quería, el corazón de Kagome estaba libre, y el quería estar ahí, ahora sí estaba más que seguro él estaba enamorado de ella y todas sus dudas se despejaron, aquellos muros que había creado en su corazón durante siglos se vinieron abajo, por ella.

Out of timeWhere stories live. Discover now