Out of time

XXXIV. El aliado.

Época antigua
Sengoku

Un niño albino corría desmesuradamente tratando de evadir aquellos insectos que lo tenían acorralado que le espiaban constantemente para saber cada una de sus acciones sobre el que hacía con quien hablaba o simplemente dispuestos a atacarlo. Trataba de evadirlos, puesto que había sido descubierto por aquel ser que tanto despreciaba y que le dio la vida Naraku.

El de cabellos blancos corrió a través de una vereda tratando de elevar su youki para llamar la atención de la imponente demonesa, dueña del Palacio de los cielos. Por un momento el niño creyó todo perdido, sin embargo, una ráfaga provocada por un látigo púrpura apareció de la nada, el niño volteó y divisó a esa formidable mujer a la que le había entregado todos los planes y movimientos del terrible demonio araña; esta simplemente se le acercó y con un gesto le pidió que la siguiera.

El joven más calmado la siguió en silencio, él hablaría prontamente con los compañeros de viaje de la sacerdotisa del futuro. Al llegar al palacio se dio cuenta de que los humanos y el semi demonio entrenaban ardua y ferozmente para mejorar cada una de sus habilidades en batalla y combate, siendo la exterminadora un prodigio ante los ojos de los demás.

El albino se introdujo a la oficina de la demonesa donde la mujer escuchó atentamente.

- Mi señora, temo informarle que he sido descubierto por Naraku, en un intento de asesinarme logré escapar. Sin embargo, he de decirle que él está reuniendo cada uno de los recursos necesario para llevar a cabo su absorción con Akutoshi. Pronto levantará el portal para ir tras su unigénito y la sacerdotisa, necesita sus corazones, ojos y cabello.

Al rato, una audiencia con todos los humanos y demonios presentes se llevó a cabo, en esta explicaban los futuros planes del de ojos rojos. Siendo una llamada de advertencia respecto a que este estaba comenzando a realizar el ritual para ser absorbido por el demonio más poderoso que incluso la Perla, uno que era más temible que cualquier cosa en el mundo.

Nadie sabía el porqué, pero él solo mencionar su nombre, generaba escalofríos. El poder de destrucción sería tal que no quedaría piedra sobre piedra, quedaría simplemente una podredumbre atroz y la muerte sería la única salida, aquel ser tendría una incomparable sed de sangre.

La demonesa albina se comunicó a través de la piedra Meidou que poseía con la diosa Amaterasu y advertirle que el tiempo empezaba a decaer. La diosa, que había escuchado cada una de las palabras de la mujer, comenzó a trazar un plan de respaldo y de apoyo para los amantes que se encontraban en el futuro.

Tokio
Época moderna.

Un par de amantes se encontraban en el templo de las montañas más frías de Rebún, entrenando arduamente cada una de sus capacidades tanto físicas como mentales. La sacerdotisa se enfocaba directamente en aumentar su reiki, el poder de sanación y principalmente su puntería con el arco.

Sesshomaru quien había sido copartícipe de la práctica de su amada, le instó a aprender el uso de una espada, ya que el argumento real era que si ella se quedaba sin flechas durante la batalla, esta tuviera alguna otra arma con la cual pudiera defenderse.

La pelinegra escuchó atentamente cada una de las palabras del lord y gustosamente aceptó solo si él era su maestro y mentor durante el entrenamiento, el albino aceptó sin chistar y con una ligera sonrisa en su rostro al verse estafado irónicamente por su futura compañera.

Poco a poco ambos estuvieron en batallas constantes aumentando su agilidad, velocidad, resistencia y principalmente la habilidad de empleo de la espada; a la joven azabache, al inicio se le complicó la utilización de la espada, ya que no estaba acostumbrada al peso, ni a su técnica, pero poco a poco y gracias a la instrucción del demonio perro ella fue que mejoró.

Mientras los jóvenes estaban en su práctica, los más pequeños junto a la madre de la sacerdotisa aprendían técnicas de sanación y el zorro continuaba mejorando sus habilidades para transformarse y ser un apoyo para los demás. El abuelo Higurashi a pesar de sus nulas habilidades espirituales, tenía una enorme habilidad de crear objetos bastante útiles de distracción y transformación, que con ayuda de la demonesa lograron adquirir un fuerte grado de youki para la batalla.

La imponente mujer de cabellos blancos miraba el progreso constante de su amado hijo y su futura compañera, el destino era simplemente inevitable, una historia prescrita por dioses egoístas. A su lado yacían dos mujeres, la madre de la azabache y la mujer Cana, siendo esta última, habló.

- ¿Saben el significado de cada parte de su cuerpo?

La imponente demonesa arrugó el entrecejo con una clara molestia hacia la vieja, puesto que ella era la culpable de todo lo que acontecía, le dedicó una mirada fría y por el rabillo de sus ojos la vio con desagrado y rencor, posteriormente se giró y se retiró.

La azabache mayor no entendía qué había ocurrido, preguntó a qué se refería la decrépita.

- El cabello significa los pensamientos y el estado espiritual de cada ser vivo, nos muestran aquellos vínculos y la unidad espiritual con aquellos que queremos, nuestra familia, definiendo una armonía. Los ojos son una clara invitación a nuestra alma, al conocimiento, a la percepción que tenemos, estos pueden ser mensajeros y guardianes de nuestro ser, pero contradictoriamente pueden permitir que la maldad entre en nuestros corazones. Finalmente, el corazón no importa si es demonio o es humano, es la razón de la vida, el centro vital, representa aquellos sentimientos más profundos, representa meramente la existencia del ser.

La Higurashi mayor comprendió las palabras y el porqué su amiga estaba enfadada ante tal cuestionamiento, sintió ira e impotencia, se sentía contrariada y fastidiada, esos dos jóvenes no merecían ser un sacrificio para limpiar el desastre de los dioses. A pesar de la tarea que se le encomendó, ella amaba enteramente a su primogénita, su corazón siempre le sería fiel y eterno a su hija, porque eso era precisamente, su hija.