Capítulo 5: Shocking Information

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Petunia se alegró de haberse encontrado con una buena amiga, su dolor de cabeza había desaparecido y se sentía mejor con todo. Por otra parte, podría tener algo que ver con que estaba un poco achispada. Había estado hablando con Sarah compartiendo su historia con su vieja amiga. Cómo se había marchado a Londres, aceptando un trabajo de mecanografía, cómo había conocido a Vernon que, sorprendentemente, en un momento dado también vivió en Cokeworth antes de mudarse a Londres. Repasó su compromiso y lo romántico que había sido "Su Vernon" cuando le propuso matrimonio. Cómo se habían mudado a Privet Drive y habían tenido a su pequeño y dulce Dudley. Sarah no dijo nada sobre Lily, por lo que Petunia se mostró agradecida. Dudaba que la chica la creyera si decía que Lily había sido una borracha, que había tenido un accidente de coche. No, Lily había sido inteligente, y todos en Cokeworth lo sabían. Eso la hizo odiar aún más este pequeño pueblo, y no podía esperar a volver a casa. Resulta que Sarah se había casado joven, había tenido un hijo propio antes de divorciarse y volver a casa. Su pequeña estaba con sus abuelos, mientras buscaba casa, acababa de firmar la salida del hotel antes de toparse con Petunia y planeaba quedarse con sus padres ahora que habían vuelto de sus vacaciones.

Pronto se separaron; después de todo, Sarah tenía que volver con su hija de siete años. Petunia había llamado a Dudley y a Piers; notó que estaban un poco pálidos y agitados. Estaba a punto de preguntarles qué había pasado, cuando vio a Harry. Su mandíbula cayó, antes de que un rizo de repugnancia apareciera en su rostro. -¡Chico!-, siseó Petunia con furia, agarrándolo por el cuello y arrastrándolo corporalmente hasta las habitaciones. Se alegró de que no hubiera nadie cerca, su cara estaba blanca como la nieve. ¡No podía dejar que nadie viera al monstruo así! La sangre le corría por la cara a un ritmo alarmante. Ni siquiera sintió un tirón de oreja por los gemidos que salían de él, ni por las lágrimas que corrían por la cara de su sobrino. Estaba furiosa porque él se atrevía a mostrar su cara de esa manera, ¡especialmente aquí! No podía meterlo en el armario y abandonarlo.

-Lo siento, lo siento-, gimió Harry sabiendo que estaba en un gran problema, sabía sin duda que si estuvieran en casa, ya lo habrían metido en su armario. Petunia introdujo la tarjeta en la ranura y arrastró a Harry por las habitaciones y lo arrojó al baño.

-¡Límpiate, inútil!- gruñó Petunia lanzándole la toalla antes de salir.

-¿Mamá?- preguntó Dudley con los ojos muy abiertos, normalmente se alegraba de ver a Harry tirado. En este momento sólo se sentía asustado, por el hombre y por la forma en que su mamá estaba gruñendo. Después de todo sólo tenía cinco años, y gracias a Petunia y Vernon, que intentaban ser "Normales" eran lo que la gente llamaría "Monstruos". ¿Qué clase de madre dejaba que su hijo la viera tratar tan despectivamente a un niño de su edad?.

-Ve a jugar cariño, pediré unas buenas hamburguesas al servicio de habitaciones para los dos-, tranquilizó Petunia sonriendo reconfortantemente a su hijo. Sus ojos seguían oscuros ya que sus pensamientos seguían en el engendro. Sabía que no iba a poder llevarse al engendro con ellos esta noche. O cualquier otra noche, esa abolladura en la cabeza le haría preguntarse por qué no había sido atendida por un médico. Ella estaba furiosa, el monstruo lo arruinaba todo, y el chico se merecía todo lo que tenía en su opinión. Sus ojos se entrecerraron con satisfacción, sólo espera a que llegue Vernon. Él pondría al chico en su lugar, ella lo haría, pero odiaba tocar al monstruo. Habló brevemente por teléfono antes de colgarlo, mirando la puerta del baño, esperando que el chico saliera de nuevo.

-¡Servicio de habitaciones!-, llamó alguien al llamar a la puerta, sacando a Petunia de sus pensamientos. Ella respondió rápidamente, dándole una propina antes de cerrar la puerta. Pasó a la habitación y entregó a su hijo y a Piers la comida. Piers estaba menos entusiasmado que ella. Tal vez no debería haber sido tan física con Potter mientras él estaba cerca. Quién sabe lo que acabaría contando a sus padres, cientos de explicaciones pasaron por su cabeza mientras salía de la habitación sentándose con su propia cena. Dudley sabía que no debía abrir la boca, ella se había asegurado de ello. El chocolate era un buen motivador para tener en contra de su hijo.

THE VOW AND ITS CONSEQUENCES Where stories live. Discover now