Capítulo 27: Sirius Black Enters The Picture

8.6K 1K 84
                                    

Sirius miró a su alrededor, intentando averiguar dónde estaban, pero no encontraba nada familiar en este lugar. ¿Era la casa de Minerva McGonagall? No podía ser, a no ser que ella la hubiera comprado, ya que McGonagall no era un nombre de mago... ¿Aunque podría estar a nombre de su madre? Entrecerrando los ojos en las puertas, ¿era un PH? ¿O M tal vez? Su vista no era mala, sólo que ya no estaba acostumbrado a usar sus ojos. Había estado atrapado en la oscuridad por lo que parecían años, y como nadie lo visitaba no salía de su celda y se ponía en el centro de visitantes donde no se permitía ningún Dementor. Mirando hacia arriba, cerrando los ojos el sol en su piel se sentía tan bien, la adrenalina que había estado corriendo en ahora estaba empezando a desgastarse.

-¿Estás listo para empezar a moverte?- preguntó Minerva, observando a Sirius con preocupada felicidad. Estaba libre; sin duda estaba un poco abrumado.

-¿Dónde estamos?- preguntó Sirius volviéndose a mirar a Minerva, estaba confundido ella obviamente había hecho esto sin la aprobación de Dumbledore, ya que se había sorprendido y enfurecido cuando se alejaron con el Traslador. Sirius nunca había visto una mirada así en su rostro, y la verdad es que le preocupaba. Gimiendo, le resultaba extremadamente difícil concentrarse en una cosa, había estado preguntando por Harry, era él quien le preocupaba... ¿quién lo había acogido?

-¿Creí que querías ver a Harry?- cuestionó Minerva, comenzando a caminar lentamente hacia la mansión Prince, lo que llevaría un tiempo con un hombre que había estado preso durante unos cuantos años.

-¿Harry está aquí?- preguntó Sirius animado, su rostro mostraba esperanza y amor.

-Sí que está-, dijo Minerva con una pequeña sonrisa en la cara, pensando en el precioso niño.

-¿Quién tiene su custodia?- preguntó Sirius acercándose a ella; necesitaba saber todo lo que se había perdido.

-Hay unas reglas si quieres verlo, no te acerques a él, ni lo toques, ni lo asustes- dijo Minerva con gesto adusto, su voz transmitía lo importante que eran esas "reglas". Harry apenas comenzaba a recuperarse y ella no quería que se asustara de nuevo, demonios, acababa de acostumbrarse a ella por el amor de Merlín.

-¿Por qué?- Sirius no pudo evitar gritar indignado. ¿Le habían contado a Harry lo malo que era? ¿Que había traicionado a sus padres? Esperaba que no o no se alegraría lo más mínimo, ¡quería que su ahijado le quisiera! No, sólo era un niño, seguramente no le dirían cosas desagradables.

-Yo tampoco recomiendo empezar con su tutor, no sería una buena manera de empezar una relación con Harry- dijo Minerva en advertencia.

-¿Por qué iba a hacer eso?- preguntó Sirius mirando a Minerva con extrañeza, él quería formar parte de la vida de Harry y para ello tenía que estar al menos en buenos términos con quien fuera.

Los labios de Minerva se torcieron, ¿por qué iba a hacerlo? Solo hay que esperar a que descubra de quién se trata. Sinceramente sus peleas habían llegado a ser ridículas, al menos Severus intentaba hacer lo correcto. Sin embargo, no soportaría ninguna mierda proveniente de Sirius, así que más valía que Black se comportara o se encontraría desalojado de la Mansión Prince. -Sólo recuerda lo que he dicho-, dijo Minerva con seriedad. -No permitiré que mi ahijado se moleste-.

-¿Tu ahijado? Quién es ese?- preguntó Sirius confundido, obviamente no estaban hablando de Harry, y él era el padrino de Harry. Harry no tenía ningún otro padrino ni madrina, vamos, que había sido una pequeña ceremonia privada en la que sólo estaban Lily, James, Harry y él mismo, además del Ministro.

-A mí me hicieron madrina de Harry-, dijo Minerva, sabiendo que era mejor no decirle a quién más se le había dado ese privilegio. Aunque ella misma no había sido capaz de creerlo, pero ahora se daba cuenta de que Severus lo había sabido mejor después de todo. Había visto una faceta totalmente nueva de Lucius y estaba asombrada de lo lejos que llegaría por un amigo. Sabía que era capaz de hacerle la vida imposible a cualquiera si lo deseaba... pero la forma en que lo había hecho era realmente despiadada y merecida. Aunque Dumbledore parecía ciertamente sacudido por las mentiras, se sorprendió de que aún no le hubiera dado un ataque al corazón.

THE VOW AND ITS CONSEQUENCES Where stories live. Discover now