Capítulo 18: Not To Lie

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Harry miró alrededor de los terrenos; había animales fuera, unos que no podía ni empezar a nombrar. Por desgracia, Harry no podía nombrar muchos animales, nunca le habían dejado salir de Privet Drive. Conocía los gatos y algunos de los diferentes tipos de gatos que se podían tener, gracias a Arabella Figg. Aparte de eso, no tenía ni idea, ni educación. Afortunadamente sólo tenía cinco años, y tendría la oportunidad de compensar la malicia de aquellos con los que Harry había crecido. La casa era muy grande, demasiado grande si él tenía que atenderla. Su tía siempre le obligaba a hacer todo el trabajo del jardín, bueno no sólo eso sino también el trabajo de la casa. Harry se sentía muy perdido, había pasado de intentar ser invisible, y evitar que le pegaran haciendo todas sus tareas a tiempo... a no tener ninguna, y conseguir comida y además que le cuidaran. Severus nunca lo dejaba solo, más que a la hora de dormir, y esperaba a que Harry se durmiera. Esperaba con inquietud que cayera el otro zapato.

-Siéntate, Harry-, dijo Severus, asegurándose de usar el nombre de Harry tan a menudo como fuera posible. Todavía estaba bastante sorprendido por el hecho de que el niño de cinco años no hubiera sabido quién era. Lily estaría revolcándose en su tumba ante la situación en la que Dumbledore había metido a su hijo, después de que ella hubiera muerto para salvarlo. Bueno, ahora le tocaba a él, y que le jodan si deja que le pase algo al niño. Severus se sentó en el asiento de madera que tenía en el centro de su jardín. Tenía mucho que discutir con Harry, y le había sido muy difícil abstenerse de drogarlo con una poción de la verdad. Eso haría que la conversación fuera más fluida, pero no ayudaría a que Harry confiara en él. Aunque dudaba que Harry entendiera cómo había sucedido durante un buen par de años.

Harry se sentó inmediatamente en el lugar donde había estado de pie, como si las órdenes le hubieran sido tan inculcadas que no necesitara pensar en ello. Severus no quería ni pensar en qué más había hecho Harry porque se lo habían ordenado. Había una manta extendida junto con comida para que Harry la disfrutara. La comida era probablemente la mejor manera de llegar a Harry, para que confiara en Severus.

Severus también se tumbó en la manta, por mucho que lo odiara, lo mejor sería no sentirse amenazado. Se aseguró de estar relajado y con las manos sueltas, era un hombre observador. Había visto a Harry revisando constantemente sus manos, sin duda preguntándose cuándo llegaría el primer golpe. Emplatando un poco de comida con los dedos, se la pasó a Harry, sabiendo que no podría comer mucho. Tendría que darle las pociones todos los días, y decidió dárselas en la cena. Que sería en la mesa del comedor esta noche. Cuanto antes se acostumbrara a la rutina de los dos, mejor sería para Harry.

-Come, Harry-, dijo Severus cogiendo él mismo la comida y comiéndola, haciendo que Harry se sintiera un poco más cómodo. No era un hombre que holgazaneara, pero con un niño, se dio cuenta de que iba a tener que acostumbrarse. No podía tener a un niño encerrado en una mansión todo el tiempo, especialmente uno que no había estado en ningún sitio.

Harry se sentó a comer la fruta que le habían colocado en el plato de papel sobre su regazo. No era sólo fruta, sino pequeños bocadillos, salchichas y pequeñas pizzas de fiesta. Era realmente agradable estar sentado al aire libre, bajo el sol. Sin Petunia frunciendo el ceño desde la ventana, esperando que metiera la pata. Sin Vernon respirándole en la nuca, ni Dudley dándole una paliza y deshaciendo su duro trabajo cada vez que podía. El pequeño viento le hizo cerrar los ojos; debía disfrutar mientras pudiera.

-Harry, ¿recuerdas nuestra regla?- preguntó Severus después de diez minutos de silencio, casi todo lo que había en el plato de Harry había sido comido. Estaba realmente orgulloso del niño, y tendría que recordarlo y decir algo más tarde.

-Nada de mentiras, señor-, dijo Harry inmediatamente.

-Así es, bien hecho-, dijo Severus asintiendo con la cabeza sus labios curvados a los lados. -Es una de las reglas más importantes de esta casa. No sólo para ti, sino también para mí, tienes mi palabra de que siempre te diré la verdad a cualquier pregunta que me hagas. Aunque no lo creas todavía, y entiendo por qué no. Sin duda todo esto es demasiado para asimilarlo ¿no? ¿Te sientes como si no fuera verdad y esperas que pase algo? Yo también me he sentido así alguna vez-, claro que no había sido cierto para él, no del todo, sus años en Hogwarts no habían sido fáciles pero al menos allí podía dar lo que recibía. Sin embargo, con su padre... no había podido defenderse, al menos hasta que tuvo diecisiete años y fue legalmente mayor de edad. Se encontró con los ojos de Harry y no apartó la mirada, dejando que el niño lo "juzgara" por así decirlo.

THE VOW AND ITS CONSEQUENCES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora