Capítulo 45: Sweet Liberation

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Lucius reprimió sus reacciones de dolor al despertar, sin estar seguro de dónde se encontraba, o si estaba lo suficientemente seguro como para mostrar su dolor. Se sentía como si hubiera decepcionado al Señor Tenebroso una vez más y hubiera sido castigado severamente. No, el Señor Tenebroso se había ido... estaba... ¿en Albania? Lucius abrió los ojos y se relajó un poco, dejando escapar un gemido de dolor. La confusión ahogó sus rasgos al ver a Narcissa? ¿Severus había convocado a su esposa? ¿Tan malo había sido?.

-Narcissa-, murmuró Lucius, con la intención de tocar a su esposa dormida, sólo para terminar haciendo una mueca de dolor, tal vez fuera mejor no intentar moverse. -¿Estás bien?- preguntó, cuando ella se despertó, si había estado allí mucho tiempo, iba a tener el cuello dolorido. Preguntándose por qué estaba aquí, para empezar.

-¡Lucius!- Dijo, sentándose más recta, -Toma, bebe esto-, arrancando el frasco de la mesa y descorchándolo, presionándolo contra sus labios, -No te preocupes, es de Severus-. Sabiendo que a su marido no le gustaba tomar pociones que no hubieran sido elaboradas por alguien de confianza.

Lucius aceptó la poción, bebiéndosela de un trago, y la oleada de alivio que se desprendió de él probablemente habría sido visible desde la luna. Suspiró de pura felicidad cuando los dolores y molestias desaparecieron de su dolorido cuerpo. -¿Qué... cuánto tiempo?-, aún no muy coherente.

-Sólo han pasado veinticuatro horas, es la hora del almuerzo del día siguiente-, explicó Narcissa, -Casi estabas poseído ¿lo recuerdas?-.

El horror se apoderó de la mirada de Lucius al recordarlo, dando a su esposa un asentimiento cortante. El dolor había sido increíble, y el puro terror... en todos sus años de trabajo para el Señor Tenebroso no había provocado ese tipo de reacción en él. Le aterrorizaba que el Señor Tenebroso ganara y que su mujer y su hijo pagaran el precio. Entre el dolor y ese tipo de miedo... había estado rogando por la muerte. Cualquier cosa para terminar, absolutamente cualquier cosa para terminar. -Sí-, logró decir en voz baja.

-Toma, bebe-, Narcissa sostuvo la copa mientras Lucius casi engullía todo el contenido de la copa, mojando su garganta reseca. -Severus consiguió sacarlo y Sirius lo mató de una vez por todas-. El bot había dejado de existir en el mapa, habían conseguido todos y cada uno de los Horrocrux y su pieza principal del alma, nunca volvería.

Lucius cerró los ojos, nunca antes se habían dicho palabras más dulces, excepto quizás cuando él y Narcissa dijeron sus votos y cuando Narcissa le dijo que estaba embarazada. -Bien-, murmuró, moviéndose ligeramente hasta que consiguió incorporarse para sentarse. No le gustaba lo vulnerable y débil que se sentía. -¿Por qué me siento tan débil?-, se quejó, sonando tan petulante como lo hacía a veces su hijo.

-Usaste toda tu magia tratando de detenerlo-, le explicó Narcissa, -Has tenido reponedores para reemplazar tu magia y así no estar en peligro. Deberías estar totalmente recuperado en unos días-. Se había sorprendido cuando Severus había llamado por Floo, antes de que la preocupación se apoderara de Draco y Lucius, temiendo que hubiera pasado algo. Sus temores se habían confirmado, pero después de que Severus terminara de explicarle después de que ella había utilizado la Red Floo para llegar a su destino, utilizando varias otras propiedades de los Malfoy antes de llegar a Albania. Ni siquiera había traído nada con ella, simplemente había terminado literalmente la llamada y había empezado a usar la red para llegar a ellos lo más rápido posible.

-¿Qué sabe Draco?- Preguntó Lucius, preocupado por su hijo.

-Que estaba cansado después de su pequeña aventura, y que le compensaría hoy-, dijo Narcissa, con una sonrisa divertida que se dibujaba en su rostro ante la lista de exigencias de su hijo. -Ya están nadando en el acuario, ¿si quieres unirte a ellos? Draco quería que fueras con ellos-.

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