Capítulo 35: Destroying The Diadem

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Sirius se puso en pie cuando Severus y Lucius salieron al exterior, por la puerta trasera, donde estaba sentado pensando. Harry seguía aterrorizado por él, nada de lo que hacía ayudaba, y no era algo a lo que estuviera acostumbrado. Harry lo había amado de niño, pero eso ya no se podía decir. Al desaparecer el problema, sabía que ya no sería bienvenido en la Mansión Prince. Snape le odiaba a muerte, y a Harry no podía importarle menos, sentía como si su corazón se rompiera y nada pudiera recomponerlo. Había perdido a casi todos los que le importaban, sólo quedaba Remus, que tanto deseaba saber qué hacer cuando se trataba de Harry.

-¿Está todo bien?- preguntó, mirándolos fijamente, sus ojos azules apagados y sin vida.

-Atrás-, dijo Lucius, como siempre poco dado a las charlas, mientras colocaba la Diadema sobre la hierba, que apenas se había recuperado de la última duda de fuego que la había quemado: el cáliz de Hufflepuff. No la sacó de la caja de terciopelo en la que estaba por si acaso estaba maldita. Girando su varita en las direcciones correctas escupió -¡Fiendfyre!- al objeto ofensivo viendo como huía de su varita, pero Lucius lo cortó rápidamente, viendo como la pequeña llama en forma de serpiente consumía la Diadema, haciéndola gritar de agonía antes de convertirse en un destrozo de plata.

Tanto Severus como Lucius siseaban de dolor al unísono, sólo Lucius se agarraba el brazo en señal de agonía, Severus estaba más sereno o quizás más acostumbrado al dolor que Lucius.

-¿Eso fue...?- preguntó Sirius, con los ojos muy abiertos.

-Lo fue- afirmó Severus tajantemente.

-Oh-, chilló Sirius sorprendido. -¡Aguamenti!- el sonido chisporroteante de las llamas apagándose llegó a sus oídos.

-Parece que estamos cerca de haberlos encontrado a todos-, dijo Severus con gravedad. Miró el brazo de Lucius mientras se arremangaba la ropa para ver la Marca Tenebrosa. No había desaparecido del todo, pero estaba más desvanecida que nunca, nunca antes destruir un Horrocrux les había causado dolor. ¿Era una reacción o todos los mortífagos lo habían sentido? ¿Estaban temblando de miedo pensando que el Señor Tenebroso estaba a punto de volver? ¿O estaban aterrorizados porque no habían hecho nada para ayudar? Les produjo una satisfacción feroz el pensar que todos estaban asustados.

-Me pregunto si lo habrá sentido-, dijo Lucius, esperando que así fuera, esperaba que el Señor Tenebroso lo estuviera sintiendo todo y que supiera que su fin estaba cerca.

-Lo habrá hecho-, respondió Severus con seguridad.

-Si supiéramos cuántos más tenemos que encontrar-, murmuró Lucius mientras se daba la vuelta y volvía a entrar en la mansión. Hacía bastante frío fuera; no quería que Harry se resfriara. Si tenían que cancelar este fin de semana, Draco se pondría inconsolable, tenía muchas ganas de conocer a Harry aún sabiendo que éste podría ser un poco tímido para empezar o todo el tiempo, simplemente no lo sabían. No podía culpar a Harry por cualquier reacción que tuviera, el pobre niño había sido golpeado por los niños de su edad. Con suerte con Draco siendo tan delgado como Harry ayudaría y no vería a su hijo como una amenaza. -Si podemos encontrar alguno, quiero decir que esta era nuestra última sugerencia... no hay nada más-.

-Todavía tenemos que encontrar el Relicario de Slytherin-, señaló Severus con suavidad, pero entendía la preocupación de Lucius, ya que él mismo se quedaba en blanco ante las posibles localizaciones ahora.

-Sí, pero podría estar en cualquier lugar del Reino Unido, Sev-, dijo Lucius desesperado. -Si sabe que alguien los está destruyendo podría volver aquí desesperado y algún tonto podría ser tan estúpido como para encontrar una respuesta-.

-Es cierto-, reflexionó Severus, no había pensado en esa posibilidad.

-Yo tuve uno, Bellatrix tuvo uno... y ambos recibimos un entrenamiento especial...- musitó Lucius mientras entraba en el salón.

THE VOW AND ITS CONSEQUENCES Where stories live. Discover now