Capitulo 4

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ALYSSA MILLER

Apoyo mi mentón sobre mis rodillas mientras veo desde el balcón miles de autos pasar en las calles.

Todos están durmiendo en el apartamento. Soy la única despierta.

Levanto la mano y observo el aparato que los simples llaman celular en mis manos. Gastón y Dorothea nos lo dieron junto con nuestra nueva vestimenta hace unas horas. Observo la pantalla llena de miles cuadraditos, las apps, Gastón nos enseño como usarlas.

Entro en la de Mapas. Veo que salta donde estoy específicamente. En Gaia no tenemos este tipo de tecnologías, por lo que los mapas son en papel allá.

Noto que cerca del puntito que marca donde me encuentro hay un icono de un café. Lo aprieto y me salta un cartel con la información del local de cafetería.

Estoy aburrida y no puedo dormir como los demás, así que podría salir y recorrer un poco, ¿no?

Me levanto del suelo y entro a la habitación. Me calzo los pies y me repaso por el espejo.

—¿Dónde vas?—me sobresalto a escuchar a Aurora.

—Voy a salir a recorrer, seguí durmiendo.

—¿Te acompaño?—me dice en medio de un bostezo.

Me doy vuelta para observarla y sonrío al verla con la cabeza apenas levantada de la almohada y con los ojos cerrados.

—No, voy sola. Descansa.

Vuelve a dejar caer su cabeza en la almohada y se acurruca en las sabanas.

—Ten cuidado—murmura.

Me acerco y le doy un beso en la frente. Ella frunce los labios, devolviéndome el gesto.

Salgo de la habitación y me apuro en salir del apartamento. No quiero que me vean, en especial Dorothea, dudo mucho que le guste la idea de que salga sola.

Cuando estoy en la calle siento el viento frio en mi cara y no puedo evitar hacer una mueca. No me gusta el frio, mucho menos el viento.

Prendo el celular y me tarda unos pocos segundos entender como es la cosa, pero termino caminando hacia mi derecha, viendo como el punto que soy yo se va moviendo hasta el icono de la cafetería.

No tardo mucho en llegar, apenas unos diez minutos seguro. Entro al lugar y sonrío al sentir la calefacción. Hay un montón de mesas pero solo unas pocas están usándolas. Al mirar hacia mi derecha veo un pequeño mural con dibujos. Cegada por la curiosidad, no puedo evitar acercarme.

Son todos dibujos de personas al blanco y negro, los papeles tienen uno de los márgenes disparejo, como si la hoja fuese arrancada de algún cuaderno. Veo como todos en una esquina llevan iniciales. NT.

—Son preciosos, viste.

Una chica que supongo que trabaja acá por su ropa, se coloca a mi lado y observa los dibujos mientras se pasa un trapo gris por las manos.

—La verdad es que si... ¿Quién los hizo?

—Un chico que suele venir a menudo. Se sienta siempre en esa mesa, al lado de la vidriera—me señala el lugar—, y mientras toma su café siempre dibuja a alguno de los clientes—observa el reloj que tiene en su muñeca—. Se supone que siempre aparece por esta hora, estara algo atrasado supongo—se encoge de hombros con una sonrisa.

Estoy a punto de preguntarle el nombre del chico, por pura curiosidad, pero ella vuelve a hablar:

—¿Vas a pedir algo?

—Eeh, sí. Un café negro.

—¿Para llevar?—asiento— No tardo—dice y se va.

Vuelvo a mirar la pared y voy detallando todos los dibujos hasta que después de unos pocos minutos, la chica anterior me llama con mi pedido. Me acerco a ella y tardo un poco en pagar el café.

En Gaia no usamos dinero, es todo gratis, o en algunos casos se paga con favores. Así que es totalmente nuevo para mí el usar el dinero, aunque ya me hayan explicado como hacerlo.

Le doy una ultima mirada al mural antes de abrir la puerta para irme de la cafetería. Cuando salgo, alguien choca conmigo pero por suerte no derrama mi café.

—Perdón, perdón. No te vi—dice el chico.

Sonrío.

—Ah bueno , gracias por decirme ¿fantasma?

Él me devuelve la sonrisa haciendo que sus ojos se achiquen hasta no ver su iris.

—Si no fuera porque venia con la mente en otro lado, puedo asegurar que no te hubiese no notado—me recorre con la mirada y yo arqueo una ceja.

Como él me observa, yo también me doy el permiso de hacerlo.

Pelinegro; un metro ochenta y cinco seguramente, por la cabeza que me saca; pálido; mucho más pálido que yo; de pómulos marcados.

Un sonido me sobresalta y frunzo el ceño sin saber de donde viene. Él pelinegro carraspea divertido, sin dejar de sonreír.

—¿No vas a contestar?

¿Contestar...? Oh el celular.

Lo saco de mi bolsillo y veo en nombre en la pantalla.

—Oh, mierda.

—¿Todo en orden?

Levanto a vista hacia él y aprieto los labios.

—Me... tengo que ir—digo volviendo a mirar la pantalla del aparato.

No le doy oportunidad a decir nada que lo esquivo y comienzo a caminar hacia el apartamento con apuro.

🔥

—Alyssa deberia de habernos avisado—me reprocha Dorothea.

—Le avise a Aurora.

—Avisarle a Aurora dormida, es avisarle a la pared—dice Kol.

Sonrío ante lo ofendida que se ve la rubia por ese comentario. Pero borro mi sonrisa al ver que Doro está seria.

—Sos nueva en este planeta, te pudiste haber perdido—aguanto la necesidad de poner los ojos en blanco, solo fui acá nomás—. ¿Y si te desesperabas y tenias un episodio? ¿Y si te ocurría algo grave?

Suelto una risita sarcástica.

—La pregunta seria: ¿Y si le ocurría algo grave a alguien?—la corrijo— Pueden decirlo, ¿saben? No voy a alterarme por escucharlos decir algo como eso.

Nadie dice nada.

—Solo fui acá cerca. Nadie salió herido, ni nadie está muerto—me levanto del sillón de la sala y camino a la habitación—. Despreocúpense.

 Despreocúpense

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Fuego [Gaianos 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora