Capitulo 32

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ALYSSA MILLER

Mi cabeza da vueltas. Cierro los ojos y me masajeo la frente.

Hay mucho ruido. Música... Voces... Muchas voces...

—¿Vieron aquella chica? Es la rarita de nuestro curso.

—Nunca la vi socializando.

—Dicen que tiene ataques de ira, o algo así.

Abro los ojos y miro a los chicos que tengo adelante. No veo sus rostros, apenas sus perfiles.

—¿En serio?—uno de ellos asiente— ¿De dónde lo escuchaste?

—Steve y Mayra estaban hablando de eso el viernes en la clase de literatura, y me uní a la conversación.

—¿Será verdad?

—Yo creo que sí. Eso explicaría el porqué no socializa mucho. Dijeron que es explosiva y ataca a cualquiera que esté a su alrededorsiento mi corazón dar un vuelco al oir esa última oración.

—Puede ser. ¡Ey, inestable!

Miro en dirección a donde miran ellos. Una chica con una lata de cerveza en las manos agacha la mirada y se encoge.

Los dos chicos comienzan a reírse.

Cierro los ojos con fuerza.

Mis piernas cuelgan, todavía no llego a tocar el suelo por mi estatura. Tengo unos siete años. Observo a mis cuatro compañeros, elegidos como capitanes por la profesora, que eligen quienes pertenecerán a su equipo.

Terminamos quedando solo tres, contándome.

—¡No, No! ¡Eso no se vale!—comienza a quejarse Marie— Ustedes van a elegir a ellos dos—señala a la chica y al chico que están en las otras sillas—, y a mí me queda la inestable.

Dejo de balancear los pies y me quedo de piedra al oírla referirse a mí.

—Y bueno, Marie—dice Theodoro con una sonrisa—. Te tocan las sobras.

—¡No la quiero!

Muerdo mi labio y agacho la mirada para que no vean mis ojos cristalizados.

—Yo menos, así que no me la encajen—dice la otra chica que le tocaba elegir después de Marie.

Miro en dirección a la profesora. Ella debería estar acá y detener esto.

—Bueno, mi equipo se cierra—dice Marie—. ¡Mira si nos quema a todos!

—Te va a quemar a vos porque no la elegis—bromea Theodoro.

Vuelvo a mirar en dirección a la profesora.

Por favor, ven...

—¡Ay no! ¡No me hagas nada!

La miro y veo como me ve como si fuera un monstruo.

—No voy a herirte—susurro.

—¡Mentira!—dice un chico tapándose con otro.

—Inestable—dice Theodoro.

Cierro los ojos con fuerza. Odio esa palabra.

—Inestable—empieza a canturrear y poco a poco se le van sumando los demás.

—Basta—digo ya con las mejillas mojadas y encendidas por la humillación.

—Inestable, inestable, inest...

Fuego [Gaianos 1]Onde histórias criam vida. Descubra agora