Capitulo 25

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ALYSSA MILLER

Sebastian se agacha para que yo me suba a su espalda. Me río como una niñita cuando se endereza, él es demasiado alto y hace que quede el doble de altura que los demás.

Después de haber caminado lo que son casi miles de cuadras, Dorothea anuncia:

—Yo pasó, chicos. Sos muy amable por invitarme a mí también, Nikolas, pero realmente quedé agotada.

—Todo bien—le sonríe el pelinegro, y la mayor le da la misma sonrisa.

—Kol, ¿vos tenes la segunda llave, no?

—Sí, anda y descansa, Doro.

La saludamos uno por uno para que ella siga de largo y nosotros doblemos en la esquina.

Volviendo del comedor a ojitos se le ocurrió ir a su casa y pedir pizzas, así que es donde estamos yendo él, los dos rubios, Kol y yo.

—Amor, te quiero mucho pero mi espalda no aguanta tanto—se queja agüita.

—¡Oh! ¡Por favor!

—Pásame a la koala antes que arme un berrinche en el medio de la calle—dice Nikolas.

—Ay, gracias—dice Sebastian deteniéndose para bajarme.

—Ey, yo no soy tan infantil para armar un berrinche—me cruzo de brazos y Nik alza las cejas—. Dale, súbeme que me duelen los pies.

Se pone de espaldas y se agacha para que me suba.

Al ver que los chicos se adelantaron un poquito, aprovecho para besarle el cuello y dirigirme a su oído para susurrarle:

—No voy a dejar pasar lo que sucedió hoy.

—¿Ah, sí? ¿Y qué vas a hacer, se puede saber?

—Eso lo vas a ver más adelante—muerdo el lóbulo de su oreja—. ¿Cómo es eso que dicen muchos? Ah, sí. No calientes la comida si no te la vas a comer.

Vuelvo a besarle el cuello lentamente, y él aprieta el agarre en mis piernas.

—No hagas eso, Alyssa—murmura tan bajo que hasta estando tan cerca de él, apenas logro escucharlo—. Mi autocontrol tiene un límite.

Una sonrisita se me forma en el rostro.

—Estoy curiosa sobre pasar ese autocontrol.

Veo como se muerde el labio y inhala aire.

—¡Caminen más rápido!—se queja Kol— Esta comenzando a hacer frio.

—Deja que Aly te susurre cosas al oído y...—le tapo la boca y me río, por suerte ninguno lo llego a escuchar.

No tardamos en llegar al frente de la casa, así que me baja para poder abrir la puerta.

Les dice a los chicos que entren y cuando estoy por entrar yo, me retiene del brazo y apoya mi espalda contra la puerta.

—¿No podes quedarte hoy a dormir?

Suspiro y siento mi intimidad emocionarse ante su pregunta.

—¿Por qué necesitas que me quede, Nikolas Thompson?—susurro con la vista al frente, observando que mis amigos estén en lo suyo y no nos presten atención.

—Me lo estás poniendo muy difícil—apoya la cabeza en la puerta.

Dirijo mi mirada a su rostro, que se encuentra al lado del mío.

—¿Estoy sobrepasando el límite de tu autocontrol?—saco mi labio inferior, haciendo puchero.

Él separa la frente de la puerta y me mira. Con su pulgar acaricia mi labio para después cerrar la mano.

Fuego [Gaianos 1]Where stories live. Discover now