Epílogo

16.9K 914 125
                                    

Epílogo

A través del sonido que provocaba el agua saliendo de la canilla, podía escuchar a las niñas discutir sobre algo. Pasó la esponja por el ante-último plato que quedaba por limpiar y enjuagar, y miró por sobre su hombro al reloj que se encontraba cerca de la puerta de entrada. Eran las 21 h.

Suspiró, notando que ya era tarde para que todas las luces de la casa siguieran prendidas y las niñas despiertas. Incluso ella misma. También era tarde para estar lavando los platos de la cena, pero se distrajo tanto luego de comer que decidió dejar la limpieza para después.

Terminó de lavar los platos y se secó las manos, observando otra vez el reloj. Otra vez, suspiró. Ahora podía escuchar a Emily explicar por qué las muñecas en realidad no se podían ahogar. Discutía con determinación, para que su punto no pasara desapercibido. Como no quería interrumpirla, se tomó solo un momento para ordenar la sala familiar. Juntó los juguetes sueltos y los metió dentro del cesto. Apagó la televisión, que había quedado prendida, y tiró a la basura los papeles de los bombones que les había dado de postre.

Al terminar, agradecida de que el lío que dejaban detrás de ellas era cada vez menos, volvió a suspirar, pero esta vez contentada por el ambiente familiar de su hogar.

Encontrar una casa que les gustara a ambos fue prácticamente imposible. Al final, tuvieron que construir una. Desde cero. Para el momento que estuvo lista, habían pasado tanto tiempo viviendo en la casa de Alex, que le costó horrores irse de allí. Sus hijas habían pasado buena parte de su infancia en ese lugar. Y había tantas memorias... Por suerte, luego de tener a Haley, Irene volvió tomar fotografías casi obsesivamente, por lo que recuerdos nunca faltarían.

Su hogar era casi todo lo contrario de lo que había sido la casa de Alex. Cuando aquella tenía todas las habitaciones por separado, esta tenía todo un ambiente abierto desde la entrada, la sala de estar, el comedor y hasta la cocina. Donde se acurrucaban a mirar películas, la sala familiar, estaba escondida del otro lado de la cocina, al igual que la lavandería. Había ventanales y grandes puertas corredizas que daban al patio trasero, directamente a la piscina, lo cual ocupaba la mayor parte del jardín. Había un sótano donde Alex tenía equipamiento de gimnasio y entrenaba por las mañanas. Las habitaciones estaban en el piso de arriba.

Al principio no lograba sacarse la otra casa de la cabeza y la extrañaba todo el tiempo. De pronto extrañaba el espacio extra, el escuchar ecos de las risas de sus hijas en algún lado de la casa, verlas correr por el gran jardín o quedarse dormidas en el sofá que rodeaba la fogata eléctrica. Afortunadamente, este estado le duró muy poco tiempo, pues notó que acá tenía todo lo mismo, pero mejor.

Por supuesto que no había tanto espacio extra, pero notó que era suficiente y, a veces, sobraba. Especialmente si estaban todos juntos sentados en el mismo sofá, mirando una película. El jardín no era tan extenso, aunque alcanzaba, y podían correr lo mismo. Y Alex había sido persistente en mudar su fogata eléctrica; la habían ubicado en una esquina del patio, cerca de la estructura de la casa, y en las noches de invierno era la mejor amiga de todos. Y las risas... El hecho de que el espacio era más pequeño hacía que los ecos fueran más fuertes. También las peleas.

Kate amaba todo. Las peleas la exasperaban un poco, pero hasta el momento había logrado superar todas.

Escuchó pasos y volteó, sabiendo que se encontraría con su marido.

—Hora de ir a la cama —dijo antes de que él apareciera.

Al hacerlo, tenía las cejas alzadas y lucía algo decepcionado. Una cesta con Barbies colgaba de su mano, mientras con la otra sostenía a un bebé de un año dormido sobre su pecho.

Lazos irrompibles (Lazos II)Where stories live. Discover now