Lazos irrompibles (Lazos II)

04

Capítulo 4

ALEXANDER

¿Qué se suponía que hiciera ahora?

Estaba casi seguro de que él se sentía más nervioso que ella y él era un adulto de treinta y cuatro años. ¿Qué debería decirle o preguntarle? ¿Debería enviarla a dormir? No, eran las cinco de la tarde. Katherine le había dicho que no dormía menos de siete horas ni más de ocho, si la acostaba a dormir ahora terminaría levantándose a la una de la mañana. No tendría sentido. A Alex le gustaba levantarse a las ocho de la mañana, por lo que acostarse a las once o a las doce sería una buena idea.

Decidió hacer lo que su mejor amiga, Jessie, le dijo cuando le contó que se quedaría horas solo con la hija que se acababa de enterar que tenía. Iría paso a paso. Caminó lentamente hacia el sofá y se sentó de nuevo al lado de Emily. Ella lo siguió con los ojos todo el tiempo.

—¿Qué te gustaría hacer ahora? —le preguntó.

Ladeó la cabeza. Su fino cabello rubio le acarició los hombros.

—No sé.

Genial.

Alexander carraspeó y miró la pantalla apagada de reojo.

—¿Quieres ver otra película?

Emily se sentó más derecha.

—¿Cuál?

Se le prendió la lamparita. Le lanzó una sonrisa e hizo un ademán con la cabeza. Se levanto del sofá.

—Ya vuelvo.

La niña le sonrió y se apoyó contra el respaldo, luciendo mucho más relajada ahora que parecía que tenían un propósito. Alexander prácticamente corrió escaleras arriba, hacia el ático, y no tardó nada en encontrar la caja que contenía todas sus películas en VHS que había visto con sus hermanas cuando eran pequeños.

Volvió con la caja a cuestas y la apoyó delante de Emily. Ella la miró con ojos grandes y se deslizó hacia adelante para bajarse del sofá y arrodilló en el piso, frente a la caja. Alex la abrió.

La niña jadeó embelesada y metió la mano sin dudar. Tomó Los 101 Dálmatas y miró la tapa, boquiabierta.

—¿Por qué este DVD es tan godo? —preguntó.

Estaba casi seguro de que quiso decir gordo.

Rio en voz baja y tomó una sin mirar.

—Porque no es un DVD, es un cassette VHS, lo que veíamos antes de que existieran los discos.

Emily dejó los 101 Dálmatas dentro de la caja y observó la que él tenía en la mano.

—¿De qué es esa?

Era Peter Pan.

—¿No crees que es mejor verla para saber?

Ella sonrió y largó una risita.

—Mami dice lo mismo.

Alex quiso suspirar. No quería hablar de Katherine. No quería saber de su mami, porque solo le obligaba a recordar que él no había podido ser su papá. Y ahora que tenía la oportunidad de serlo, no estaba seguro de cómo avanzar. No quería estropearla.

—Entonces, ¿te parece verla?

Emily asintió con vehemencia. Y, ¿era su imaginación o se veía algo pícara de repente? ¿Acaso había algo que se estaba olvidando? No lo parecía, así que solo puso la película y se sentó a un lado de la niña para verla con ella.