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Alexander

Nunca se había sentido tan traicionado en toda su vida. Katherine seguramente habría pensado que le mintió cuando le dijo que siempre fueron amigos, que ninguno gustó del otro.

—¿Por qué hiciste eso? —le increpó a Jessie apenas logró separarla de su cuerpo.

Habían estado conversando sobre que Emily y Kate aparecerían pronto para inaugurar la cafetería de Deportes McKenzie. Su amiga preguntó si podía quedarse y comer con ellos, ya que era ella quien había presenciado el nacimiento de su sueño desde el principio, cuando solo era una idea en la cabeza de Alex, y él quiso decirle tanto que sí como que no.

Habría tenido razón en dejar que se quedara con ellos, pero también quería tener un momento a solas con Emily y Kate.

Estaba por decirle que quizás podían almorzar juntos al día siguiente, cuando se escuchó la carcajada de su hija retumbando en las paredes del pasillo que conducía al estadio de fútbol, donde ellos estaban parados no muy lejos de la entrada.

Fue en ese momento, al escucharlas, que Jessie lo tomó por las mejillas y le encajó un beso. Incluso pudo sentir su lengua dentro de su boca un instante después. La tomó por la cintura, intentando apartarla, consciente de que en cualquier momento Emily y Kate aparecerían en el estadio y los verían.

Lo costó, porque Jessie tenía fuerza y el ímpetu con el que lo besaba era casi abrumador, pero para cuando logró quitársela de encima, alejándola todo lo que pudo, Emily estaba girando hacia atrás para ver a su madre volver por el pasillo. En lugar de seguirla, como él pensó que haría, se volvió hacia ellos.

Los miró con lo que pareció mera curiosidad e intriga, y no le dio tiempo de pronunciar palabra antes de dar la vuelta y correr tras Katherine.

Quería seguirlas y explicarse sin perder otro momento, pero, primero, quería entender qué demonios había pasado.

Enfrentó a Jessie. Ella lo miró con una expresión cándida.

—¿Qué acabas de hacer? —repitió.

—Solo... —musitó—. El humor dio.

—¿El humor? —resopló él.

—Sí —se apresuró a decir ella, acercándose un paso y sonriendo como si nada—. Estábamos hablando de tu sueño y cómo lo hemos visto crecer juntos desde sus principios. Pensé que lo ameritaba. —Se encogió de hombros.

Alexander negó con la cabeza y tuvo que desviar la mirada un momento; sentía que ni siquiera podía mirarla. Esa era una mentira obvia. Se acercó a besarlo en cuanto escuchó que Emily y Kate se estaban acercando. Quiso que los viera juntos, besándose. ¿Qué pretendía ganar con esto?

—No vuelvas a hacerlo —pronunció con firmeza. La miró a la cara para que notara que no le había gustado para nada—. Eres mi amiga, mi mejor amiga. Y eres una mujer de treinta y cuatro años, compórtate como tal.

Porque eso había sido absolutamente inmaduro. Algo que una niña adolescente caprichosa habría hecho por maldad.

Hizo un ademán con la barbilla hacia la salida y volvió a mirar hacia otro lado, al mismo tiempo que atisbó a Jessie verse herida por sus palabras. No podía importarle lastimarla cuando había querido herir a Emily y a Kate a propósito. Quizás era su culpa, porque Alex no había sentido el deseo de compartir con Jessie que Katherine le gustaba y que quería que ellos dos junto a su hija lograran ser una familia. ¿Acaso eso la puso celosa y esta era su manera de demostrarlo?

Lazos irrompibles (Lazos II)Where stories live. Discover now