17

14.5K 1.1K 294
                                    

Katherine

Quería decir que la inauguración de Deportes McKenzie había sido extraordinaria y que la habían pasado bomba. Frente a los ojos de los amigos y anteriores compañeros de equipo de Alex, seguro se vio así, al igual que para los periodistas, fotógrafos y demás personas invitadas a visitar el establecimiento.

Sin embargo, desde hacía un par de días que Kate había notado que Alex estaba molesto. No era como si la hubiera tratado mal, ni a ella ni a su hija ni a nadie, pero era más una sensación en su estómago. Entendía que quizás era algo que aún no estaba listo para conversar con ella y de todos modos la hacía sentir algo insegura, porque si de algo tenía certeza, era que había conversado de lo que fuera que le sucedía con Nathaniel Duncan, su entrenador de cuando aún jugaba con los Patriotas.

El señor era simpático y extrovertido, y a Emily le encantaba que le prestara su gorra con visera. A Katherine también le caía bien, y considerando que Alex lo consideraba como otro padre, no podía más que admirar lo bien que se llevaban y la buena relación deportiva que tenían.

Aún así, no podía evitar sentirse celosa e algo insegura de que no confiara en ella para lo que sea que le estuviera pasando.

Ahora mismo estaban volviendo de la fiesta de inauguración. Nate y Alex estaban conversando en la parte de adelante sobre los nuevos clientes que había ganado con el evento. Katherine estaba en el asiento de atrás con su hija. La cabeza de Emily estaba apoyada sobre su regazo mientras dormía.

—Alex —llamó Kate—, ¿podrías doblar en la siguiente derecha? Me gustaría pasar por mi apartamento a buscar unas cosas.

Él la miró por el espejo retrovisor, sorprendido por el pedido, pero dio un asentimiento con la cabeza.

—Sí, por supuesto.

Nate giró en el lugar.

—Pensé que vivías con Alex.

Ella le dio su mejor sonrisa falsa.

—Me he estado quedando con él desde que nos pusimos de novios, pero todavía tengo mi apartamento y la mayoría de mis pertenencias están allí, al igual que las de Emily.

—Entonces... ¿Hace cuánto que son novios? —preguntó Nate con curiosidad, sonriendo con algo de picardía.

Alex rio entre dientes.

—Desde Navidad, Nate.

El entrenador alzó las cejas.

—De solo verlos, pensaría que llevan más juntos que solo quince días.

Ninguno de los dos dijo nada, pero Kate estaba segura de que por sus cabezas pasaba el mismo pensamiento: deberían haber estado juntos desde hace mucho más tiempo.

Cuando Alex aparcó fuera del edificio, Katherine tomó una decisión desprevenida. Dejó un beso en la frente de Emily antes de bajarse y llamó a Alexander por teléfono luego de entrar a su apartamento.

—Creo que mejor me voy a quedar aquí esta noche. Extraño mi cama.

—¿Qué? —replicó él—. Kate...

Ella finalizó la llamada antes de que él continuara. Sabía que era un actitud aniñada y que no le ganaría nada, pero los celos le estaban ganando y lo peor era que no fueron provocados por una mujer, sino por un hombre adulto que no tenía nada que ver con su novio románticamente.

Se sentó sobre el sofá de la sala de estar con un suspiro.

La última semana se la había pasado pensando en qué demonios estaría pasando por la cabeza de su novio, porque incluso cuando le preguntó una sola vez si todo estaba bien, él dijo que sí. A pesar de que se notaba a leguas que todo no estaba bien. A pesar de que con el que había sido su entrenador sí hablaba. Y Katherine se preocupaba y quería saber, y no podría soportar otra noche en esa casa viendo cómo confiaba tanto en alguien más que no era ella.

Lazos irrompibles (Lazos II)Where stories live. Discover now