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Katherine

Irene estaba tanto sorprendida como indignada de que Emily y Katherine no fueran a pasar Acción de Gracias con su familia. En realidad, no le quedó otra que ponerse feliz por ella, porque era todo un avance, pero le hizo sentir algo de culpa por no poder pasarlo con ella por primera vez.

Aunque cuando le contó sobre las vibras que había sentido cuando fue a cenar a su casa, dejó de declarar traición. Irene se ilusionó más que ella. Kate no estaba segura de querer ilusionarse por al ambiente entre ellos luego de ese día, porque era consciente de que Jessie seguía siendo parte de la vida de Alexander, y, vamos, ¿quién podía competir con ella? Tenía piel y pelo brillantes, y un cuerpo envidiable, además de que parecía ser una burbuja de femineidad.

Sin embargo, no era como si pudiera olvidar sus palabras. Había esperado su llamado. Habría atendido. Todo hubiese sido tan diferente.

—Mami, Alex está eperando —dijo Emily detrás de ella.

Cierto. Las había pasado a buscar para llevarlas a la casa de sus padres, la cual estaba ubicada en un rancho a más o menos una hora y media de Los Ángeles. Estaba guardando mudas de ropa para Emily dentro de un bolso, porque quería estar lista para cualquier cosa.

Se cargó el bolso al hombro y salió de la habitación de su hija. La niña estaba parada cerca del pasillo que llevaba a la entrada de su apartamento. Llevaba puesto un vestido mostaza de mangas largas, a pesar de que le había insistido que usara pantalones, pero logró que se pusiera un par de tenis en lugar de sandalias. También había conseguido recoger su cabello en dos trenzas, lo que era un milagro, considerando que eran las ocho de la mañana.

—¿Te lavaste los dientes?

Emily asintió. Llevaba el peluche de Olaf abrazado a su codo.

—Sip.

Katherine sonrió al escucharla resaltar la p y le tendió una mano. Su hija la tomó y prácticamente la arrastró hacia la puerta. Entendía su entusiasmo, pero deseaba que tuviera menos energía en la mañana. Casi tres años desde que tenía este horario para dormir, y aún no se acostumbraba a su lucidez matutina.

Alexander las estaba esperando, parado a un lado de su SUV negro. No había visto ese automóvil aparcado en su casa. Kate bajó las gafas de sol que antes había dejado sobre su cabeza, porque cada vez se le hacía más difícil no barrerlo con la mirada cuando lo veía. El tipo casi siempre vestía ropa informal y algo deportiva, e igual lucía con clase.

Como ahora, por ejemplo, llevaba puesta una camisa acuadrillé en celeste y crema, con bermudas de jean y unos tenis Nike. Su cabello marrón estaba algo despeinado y también había gafas sobre su cabeza.

Se habían vuelto a ver el fin de semana, tanto el viernes, como el sábado y el domingo, y también el día de ayer, además de uno que otro mensaje de texto. Katherine realmente no quería ilusionarse con el repentino comportamiento amigable, porque lo más seguro era que solo significara eso: que estaba siendo amigable.

Pensaría que estaba siendo más que amigable si no fuera porque tenía novia. No había vuelto a ver a Jessie y lo agradecía, porque no tenía idea de qué podría llegar a decirle. Era posible que se le escapara algo estúpido como me quiero quedar con tu hombre.

Emily soltó la mano de Kate y corrió hacia Alex, quien la atajó por las axilas y la levantó. La niña lucía embelesada de estar en los brazos de su padre, incluso dejó un beso en su mejilla.

—¿Están listas? —preguntó con una sonrisa a modo de saludo.

Las dos asintieron al mismo tiempo.

Lazos irrompibles (Lazos II)Where stories live. Discover now