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Katherine

Las palabras de Alexander realmente le habían molestado. No solo quedó ofendida y algo dolida, sino enojada. Enojada más que nada, irritada con la situación y con su falta de respeto. No tenía derecho a reclamar nada sobre cómo había criado a su hija mientras no podía encontrarlo. ¿Con qué cara venía a decirle ahora que ella no estaba preparada para ser madre?

Era cosa recibir el insulto por parte de Natasha, la madre de Kate. Esa vez, el comentario la había deprimido tanto que abandonó a su hija durante una semana y se la pasó fumando y bebiendo alcohol. Esta vez, sin embargo, se sentía impotente y llena de bronca. Quería abofetear a Alexander, para ser honesta. Quizás lo hiciera un día de estos.

Su impotencia había sido tanta que se largó a llorar mientras le contaba a Irene lo que el idiota de Alex le dijo. Al principio pensó que lloraba de angustia, pero Kate comenzó a lanzar malas palabras entre lágrimas furiosas, y a su amiga le quedó claro que esta vez no era grave como la anterior. No, esta ocasión, quería echarle alcohol en la cabeza al cretino, no beberlo. Y también apagaría un par de cigarrillos contra su piel en vez de fumárselos, pero eso ya era extremo, ¿verdad?

Bueno, tal era su enojo.

Había sido fácil ignorarlo a partir de aquel día, pues ni siquiera debía bajarse el coche cuando dejaba a Emily en su casa y los mensajes de texto tenían el visto, por lo que tampoco debía responderle.

Consiguió no verlo ni cruzar palabra durante una semana. No quería saber nada con él y se dio cuenta de que su enojo era más grande de lo que pensaba cuando apareció en Little Darling, la tienda de Dallas.

Katherine vio que era él y al instante hizo como si no estuviera allí para nada. Dallas enarcó una ceja en su dirección al notar su actitud y se dejó el mostrador para acercarse a él.

—Buenas tardes —saludó y estiró la mano con una sonrisa cordial—. Tú debes ser Alexander McKenzie, el padre de Emily. Yo soy Dallas Baskerville, una de las tías de Emily, y la jefa de Katherine.

Ja, ja. La jefa de Katherine. Parecía que le gustaba presentarse así.

Él estrechó su mano y le sonrió devuelta.

—El mismo. Es un placer conocer a una de las tías.

Ella asintió una vez con la cabeza y le echó una mirada a Katherine, pero ella solo la miró devuelta y luego se concentró en el computador. Sentía muchas muchas muchas muchas ganas de no mirarlo en lo absoluto.

—¿Le has hecho algo? —preguntó Dallas.

Kate se negó a levantar la cabeza para poder ver su expresión, pero escuchó que rio algo incómodo y de manera falsa.

—Parece...

Ella hizo una pausa.

—Entonces, quizás, deberías disculparte.

Alex se quedó en silencio. ¿Estaba sorprendido? De su círculo cercano, Dallas era la persona más directa que conocía. No tenía pelos en la lengua y era bastante calculadora. Irene también podía ser bastante frontal, pero su manera era siempre más dulce y, si era un enfrentamiento, era probable que terminara llorando.

Kate levantó la mirada. Alexander parecía congelado observando a Dallas, y Dallas sonreía de costado como si nada hubiera pasado.

—¿Quieres ver algo en especial?

Él suspiró y sonrió un poco, aunque lucía algo intimidado por Dallas.

—Sí, ropa de niña, como para Emily. Para que deje de ir y venir con un bolso tan grande cada vez que se queda en mi casa.

Volvió a mirar hacia la computadora. Podía sentir el medio de su pecho hirviendo con irritación. ¿Cómo se atrevía a comportarse tan generoso luego de decirle cosas tan desubicadas?

No volvió a levantar la cabeza en ningún momento mientras Dallas le mostraba ropa y cuando se acercaron al mostrador para que Kate pasara las prendas tampoco lo hizo. Se quedó en silencio.

El celular de Dallas comenzó a sonar. Se disculpó y desapareció por la parte de atrás para atender.

Alexander estaba cruzado de brazos, parado del otro lado del mostrador, y el único sonido que rellenaba el silencio era el sonido del láser contra los códigos de barra. Era incómodo, pero no comenzaría una conversación. No haría el esfuerzo. No quería hablar con él.

—Emily me preguntó si podía invitar a su amigo, Harry, a mi casa la próxima vez —dijo él.

Ella pasó otro vestido. Estaba llevando ropa linda y del talle indicado.

—No tengo el número de sus padres, así que puedes darles mi número a sus padres o... ¿No vas a decir nada? ¿En serio?

En serio. Imbécil.

Le diría a Irene que los llevara o los llevaría ella o algo así.

—No seas inmadura.

Apretó la mandíbula, porque sentía el fusible de su temperamento a punto de explotar y si comenzara a maldecirlo entonces estaría dándole el gusto. No quería ni siquiera reconocer su existencia en este momento.

Pasó el último vestido y metió todas las prendas en cinco bolsas. Toda esa ropa a Emily le encantaría. Se imaginaba la cara de felicidad que pondría y quería sonreír y hacer puchero al mismo tiempo, porque tenía la certeza de que no sería capaz de presenciar esa expresión.

Kate estiró la mano para recibir la tarjeta, pero justo cuando la fue a agarrar, Alex la corrió de su alcance. Ella miró hacia arriba por puro acto reflejo.

—Katherine —dijo con el ceño fruncido—. ¿Puedes parar con esto? Los acuerdos de silencio son incómodos.

No desvió la mirada, pero no abrió la boca. Si lo hacía solo le diría lo mucho que lo detestaba en este momento. ¿Así se había sentido Irene cuando Chris le dijo que abortara? ¿Y encima había logrado perdonarlo? No quería dirigirle la palabra, ni hablar de perdonarlo.

Vaya. Esta era la primera vez que caía en la cuenta de lo resentida que podía llegar a ser. Nunca antes le había pasado.

Alexander suspiró y le tendió la tarjeta. Ella cobró en silencio, ignorando la cantidad ridícula de dinero que el hombre frente a ella había gastado en su hija, y luego le tendió las bolsas y su recibo.

Se quedó parado, como pensando en qué decir o esperando que ella dijera algo, pero Katherine se volvió a concentrar en el computador. Comenzó a teclear sobre la compra de recién en el registro del día para poder ignorarlo mejor. Él pareció titubear, pero luego de un momento dio la media vuelta y dejó el local.

Kate levantó la mirada y sus ojos se posaron en donde había estado parado. Pensó que la intimidación pasiva de Dallas habría funcionado y, por alguna razón, ahora, además de irritada y molesta y enojada, también se sentía decepcionada.

No se disculpó.

Imbécil.


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Me disculpo por lo corto, pero el siguiente será más largo :)

¿Qué piensan de Alex en este momento? ¿Será consciente de porqué Kate lo está ignorando y no sabe cómo disculparse o no sabe que lo que le dijo estuvo fuera de lugar y tampoco le interesa?

Lazos irrompibles (Lazos II)Where stories live. Discover now