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Alexander

Durante el primer día del año también festejaron el cumpleaños de Tay. Aparentemente, había cumplido durante su viaje en París con sus padres y hacía tiempo que no estaba con su hermana durante estas fechas, por lo que Irene y Katherine le lanzaron una fiesta sorpresa de cumpleaños en familia.

Le había caído muy bien y todos, especialmente Emily, parecían quererle y apreciarla mucho, por lo que no le sorprendió cuando Tay dijo que quería quedarse más tiempo en California en lugar de volver de inmediato a San José, lo cual era el plan de su madre. Kate la invitó a quedarse, y Alex agregó que era bienvenida en su casa. En realidad, desde que se habían vuelto pareja que Katherine casi no volvía a su apartamento, por lo que le parecía más sensato.

Su casa no tenía tantas habitaciones como la de los Dunn, pero considerando que Emily invitó a Tay a dormir en su cuarto, ese tampoco parecía ser un problema. La única dificultad fue convencer a la madre de Tay. Kate lo logró con la ayuda de Irene.

Así que la casa que se había sentido demasiado grande y vacía al volver a California ahora estaba llena de gente. No solo con su mujer, su hija y su nueva cuñada, sino también su viejo entrenador: Nathaniel Duncan. Era quien lo había formado. Se había convertido en el deportista que era gracias a él y a su padre, y había venido de visita para la inauguración de su gimnasio.

Nate era como un segundo padre, el único entrenador que había conocido luego de graduarse de la universidad, ya que había jugado para los Patriotas y se negaba a abandonarlos. No lo veía desde que lo fue a despedir a aeropuerto, por lo que visita era más que bienvenida.

Llegó unos días después, a la hora del almuerzo. A Katherine, Emily y Tay parecían agradarle, y ellas a él también. No parecía importarles que de repente hubiera alguien más conviniendo con ellas.

—Lamento la intrusión —se disculpo Nate, habiéndose quitado la gorra con visera de la cabeza en señal de respeto—. No es que me molesten los hoteles, pero la comida de Alex no se compara con la que sirven en ellos.

Las tres asintieron en acuerdo. Estaban sentados en el comedor de la cocina mientras, valga la redundancia, Alex preparaba algo de comer.

—¿Verdad? —comentó Kate—. Incluso tiene un delantal que dice que cocina tan bien como se ve. Nunca escuché una verdad más verdadera que esa.

Nate largó una carcajada. A pesar de su edad, la cual era similar a de su padre, no tenía canas —aunque todos en el equipo siempre habían sospechado que se teñía—, su cabello permanecía castaño oscuro. Su piel era morena y sus ojos marrón chocolate. Era un hombre robusto y alto, y a veces algo aterrador como entrenador, pero muy amable y hasta cariñoso como persona.

Más de una vez sus consejos de vida lo habían salvado.

—¿Cómo es que nunca te lo he visto puesto, Alex? Deberían agregar que también cocinas tan bien como juegas al fútbol.

El susodicho negó con la cabeza, entretenido, y vio, del otro lado de la barra de desayuno, cómo Emily se arrodillaba sobre la silla y se apoyaba sobre la mesa.

—Papi juega muy bien, ¿verdad?

Él asintió y puso su gorra sobre la cabeza de Emily.

—Sí, es el mejor. Aunque el reemplazo que le he conseguido le pisa los talones. Tu papá no estaba feliz cuando lo conoció.

Tay rio junto con Katherine.

—¿Acaso te pusiste celoso? —preguntó su cuñada.

Alex se encogió de hombros.

Lazos irrompibles (Lazos II)Место, где живут истории. Откройте их для себя