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Katherine

Adivinó bien. No pudo dormir para nada esa noche.

Emily no dormía todas las noches con ella en su cama, pero era algo usual. Dormir sola le gustaba tanto como dormir con su hija, porque tenía la certeza de que estaba cerca, solo a unos metros. Siempre podía escuchar el momento en el que estaba a punto de quedarse dormida, pues giraba y giraba sobre la cama hasta que encontraba una posición.

Incluso se despertaba momentáneamente en la noche cuando Emily se levantaba medio dormida al baño. No importaba si hacía pis o caca, nunca tiraba la cadena del retrete y tampoco bajaba la tapa, lo que provocaba que Katherine se levantara, tirara la cadena y bajara la tapa, y fuera a la habitación de su hija para cubrirla, porque era otra cosa que la niña no parecía ser capaz de hacer en medio de la noche.

Era tal el silencio en el cual se encontraba sumergido su casa, que se sentía aturdida. No estaba angustiada ni triste ni incómoda, el colchón nuevo que había comprado antes de renunciar a su trabajo hacía que lo último fuera imposible; era más una sensación de desequilibrio.

Se levantó, dándose por vencida en intentar dormir, y buscó su teléfono.

—¿Qué haces llamándome a las tres de la mañana? —preguntó Dallas del otro lado de la línea.

No sonaba como si hubiera estado durmiendo.

Prendió la televisión y se tiró sobre el sillón con un suspiro.

—Fue un impulso.

—No te creo nada —resopló—. Un impulso habría sido llamar a Irene.

Katherine ya dependía demasiado de Irene, no quería molestarla más. Se tomó unos segundos de silencio antes de responder.

—Voy a aceptar el empleo que me ofreciste —dijo algo renuente—. Necesito poner mi mente en algo más. Aunque debes saber que dudo estar ahí mucho tiempo, trabajar en un comercio nunca fue mi intención.

La risita triunfante de Dallas resonó en su oído.

—Sabía que aceptarías porque el aburrimiento y la soledad te estaban ganando. Haces bien. Es una buena manera de pasar el tiempo mientras buscas algo que te satisfaga más, ¿no crees?

No creía nada, menos algo que le dijera ella, pero sí era verdad que necesitaba ocupar su mente con otros temas antes de perder la cordura por completo o volver a tocar fondo. Si era que esa última vez había tocado fondo en serio. Se había sentido así, pero aún no estaba segura.

Nunca lo sabría a menos que volviera a tropezar.

—¿Cuándo puedo empezar?

—Mañana mismo. Ya tengo quien atienda en la mañana, así que puedes ocupar el horario de la tarde. Comienza luego del mediodía, ¿te parece?

¿Si le parecía? Tendría que vender ropa de niños y bebés, lidiar con madres y padres desconformes de vez en cuando, seguramente limitar las ocasiones en las que podría buscar a Emily por el preescolar. No le parecía demasiado, pero era algo.

Además, mañana (hoy, en realidad) era sábado.

—Supongo. De todas maneras, ¿qué haces tú despierta?

Dallas suspiró.

—Georgia se despertó con pesadillas y yo me sentía nauseabunda, así que nos levantamos un ratito. Ella se quedó dormida hace un momento y la bebé ahora está dando volteretas, así que voy a esperar un poco más y volveré a la cama.

Katherine usualmente no le decía nada, porque no tenían esa confianza y, quizás porque era unos años más grande, a Dallas tampoco le agradaba que le dijeran ciertas cosas, pero siempre le había caído mal la manera en la que Johnny apenas se involucraba cuando se trataba de estas cosas. Siempre era ella quien se levantaba en las noches por Georgia. Siempre era ella quien se ocupaba de su hija. El padre solo se encargaba de buscarlas cuando era necesario. Le molestaba.

Lazos irrompibles (Lazos II)Where stories live. Discover now