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Katherine

Si era sincera, solo había sentido un ápice de molestia cuando Jessie los interrumpió. Se había conformado con el pensamiento de que podrían volver a besarse luego. Quizás al día siguiente o cuando fuera.

Se equivocó.

No contó con que era la semana previa a Navidad. Por un momento, olvidó que su hermana Tay vendría a visitarla y se quedaría con ella y Emily en su apartamento. También olvidó que Irene le había pedido ayuda, ya que Lana, su ama de llaves y niñera, se encontraba fuera de la ciudad, y que incluso Dallas reservó bastante de su tiempo para la tienda.

Se sintió agradecida de poder tener un corto momento de luto para llorar la muerte de Natasha, porque durante la semana que le siguió no tuvo tiempo ni de pensar en ella. Y apenas si había podido ver a Emily, ni hablar de poder volver a besar a Alexander.

Sí se comunicaban diariamente por mensajes de texto e incluso habían intercambiado más que un par de llamados telefónicos, sin mencionar que en las ocasiones en las que sí se podían ver y su hija no miraba en su dirección, le robaba uno que otro pico en los labios.

No le era suficiente, la verdad.

Ese beso que le había dado en las escaleras... Fue completamente diferente al que se dieron en el rancho de sus padres. Ese había contenido cierto fuego que el otro solo logró conseguir luego de sentir un tacto mucho más suave y lento. Le había desordenado su interior. Y su cabeza. Y un poco su corazón, pero era posible que eso se debiera a la vulnerabilidad que la había poseído durante ese día y el anterior.

Así que, luego de besarlo y ser besada por él de esa forma, un pico en los labios era poco a comparación. Aunque no se quejaba. Solo no podía ni quería conformarse.

—Katherine, deja de volar por las nubes, hay clientes.

La voz de Dallas, su "jefa", la sacó de su cadena de pensamientos, y la risa de Tay la acompañó.

Suspiró, deseando que esta semana se terminara lo más pronto posible. Era viernes, pero, salvo por el domingo, debería trabajar todos los días hasta el martes al mediodía. Se sentía exhausta de solo pensarlo, porque durante toda la semana la tienda había estado repleta y cada día había menos momentos en los que no había clientes en lo absoluto.

Por suerte ese día se estaba ocupando de la caja registradora, ya que Ireland y Tay habían accedido a ayudar, además de otras dos muchachas que Dallas había contratado.

Tay y Katherine estaban a cargo de envolver regalos y pasar los ítems por la caja registradora, así que al menos ahora podía estar sentada. Dallas se alejó luego de bajarla de sus fantasías, pero la observó asombrada de que pudiera estar tanto tiempo de pie, llevando esa panza de 29 semanas de embarazo consigo y que, además, estuviera usando tacones.

¿No le dolía la espalda? ¿El nervio ciatico? ¿Retención de líquidos? ¿Nada? Salvo por su barriga prominente, parecía estar pasándola incluso mejor que Irene.

—¿Estabas pensando en el papá de Emily?

Volteó hacia su izquierda y se encontró con Tay, quien estaba ordenando los envoltorios, moños y demás artículos que había usado para envolver algunas prendas unos minutos atrás.

Su hermana le estaba sonriendo con humor, aún enfocada en su tarea, y no pudo evitar sonreírle devuelta. No solo porque le había dado en el clavo, sino porque la había extrañado y se veía diferente.

Había crecido. Estaba casi tan alta como ella y sus senos y su cola parecían haber tomado la forma de alguien más grande que solo quince años de edad. El cabello castaño le había crecido, ahora lo llevaba a la altura del pecho, y se había hecho el alisado.

Lazos irrompibles (Lazos II)Where stories live. Discover now