•Capitulo 1•

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Andrea/Vanette

Cualquiera pensaría que la fantasía, es solo eso, fantasía. Pero no siempre se esta en lo correcto, si bien muchas veces se tiene un pasado oscuro, otras tienes una vida con la que estas conforme.

Pero ¿de que sirve que estés en un infierno, y de la nada, estés en uno peor? Uno que quema con brasas de dolor y ardor, uno donde tendrás claro que es un sufrimiento aun más grande del que ya pasabas. Aprendes a ser fuerte o simplemente te dejas derrumbar.

Sin embargo, para aquellos que no tienen un pasado cruel, que tienen la vida estable y no piden más, porque piensan tenerlo todo. Para ellos, el infierno aun no se conoce y este lugar se encargará de enseñarles eso, de hacerles sentir el dolor, el sufrimiento y la agonía no solo física, sino también mental.

Una barrera, es lo único que cubre el lugar, una mágica. Que hace que todo parezca un simple bosque cuando no lo es. No todos pueden cruzar, solo quienes lo tienen permitido. Detrás de esa barrera, hay un gran edificio, muy grande la verdad, tanto que no podría decir cuantas criaturas viven allí... O estudian allí.

Es un internado, uno donde cada criatura se prepara para ambos mundos, donde aprender es solo una máscara para lo que pasa allí, desde la perspectiva de lo sobrenatural, es un lugar común. Pero desde el punto de vista de los humanos, es un infierno terrenal.

Es el caso de los nuevos allegados, despertando sin saber donde están. Algunos con un frío pasado y otros con la vida que cualquiera desearía tener. Las mañanas son silenciosas, ni siquiera los pájaros cantan a esa hora.

Andrea, una de las más recientes chicas, esta más que desconsertada. Se levanta de golpe de la cama, como si todo fuera producto de un mal sueño. Al mirar a su alrededor simplemente no reconoce nada, abre las cortinas del lugar... Hay estudiantes en el patio, parecen ser normales... Al menos a simple vista, regresa a revisar su entorno, algunas de sus cosas están allí.

Mira la hora y es algo tarde, todo era extraño y no se sentía cómoda con el lugar. Abre el armario encontrando toda su ropa y lo que parece ser el uniforme del lugar.

No tarda mucho en estar lista, el lugar estaba equipado con todo, casi parecía irreal que tuviese todo para lo que necesita. Suponiendo que tal vez era el Conservatorio de música al que había Estado queriendo ir o aquel internado al que la habían querido transferir sus padres, toma sus cosas y sale a los pasillos.

—lo siento...—se oye de sus labios cuando choca con algunas personas en el camino.

No hay nadie en los salones y todos los alumnos están fuera de estos.

—Disculpa... —se atreve a preguntar a una mujer que parece ser una profesora.

—¿Si?...

—oh... Me preguntaba si... Usted, podría decirme donde... —no termina la oración cuando es interrumpida.

—en el comedor, allí están la mayoría de estudiantes. Anda, rápido o no alcanzaras a comer algo—no dice más y se aleja dejando a Andrea con el "gracias" en la boca.

Aun así, Andrea opta por obedecer y subir al comedor, era muy grande, demasiado. Habían demasiadas personas y apenas si había alguna silla libre.

Pasa por el lugar y toma su desayuno, o almuerzo, al final no estaba segura. Camina tratando de no notar las miradas de muchos y al final llega a una mesa lo suficientemente alejada.

—si sigues fijandote en esas miradas, terminarás con pesadillas—dice una voz femenina que termina de alterar sus nervios.

—Lo siento, no ví que había alguien aquí... Yo, me retiro... No quiero incomodar—toma la bandeja con algo de torpeza y evita el contacto visual.

—No, esta bien. Puedes sentarte, no está ocupado.

Andrea sonrie algo nerviosa y se sienta clavando la mirada en su comida.

—Soy Vanette... —la chica de enfrente rompe el silencio.

—Andrea—dice apenas audible.

—Eres nueva, ¿verdad?

—¿se nota mucho? —alza un poco la mirada para encontrarse con los ojos azules de Vanette.

—bueno... Eres la única que anda por ahí, aterrada buscando donde sentarse.

—lo siento, es solo que... No recuerdo como llegue.

—no te preocupes, también soy nueva. Y se que hay más nuevos, pero no tomó mucha importancia de ello.

La pequeña y frágil Andrea, solo relaja los hombros y respira hondo. Mira a su alrededor, todo parece normal, pero aún sentía el lugar un tanto extraño.

Por otro lado, Vanette, no estaba incómoda, ella simplemente no prestaba atención a su entorno. En vez de ser tímida y reservada, era extrovertida, directa y con un peculiar manejo del sarcasmo.

Ambas chicas muy diferentes, pero con algo en común. Son humanas y aún no tienen idea de que solo son una presa más de aquel lugar.

Termina la hora de receso y hay que volver a clases, no estaba fuera de la zona de confort de ninguna, asi que se dirigen a estas sin contratiempos.

—Como verán, hay nuevos en la institución. Recuerden las reglas, no queremos incidentes como hace unos años—advierte la directora interrumpiendo las clases por el altavoz.

—pero que descortés, ni siquiera un Hola antes de meternos las reglas por los ojos—comenta negando por lo bajo, Vanette.

—Debe ser muy estricta—es lo único que responde la distraída Andrea mientras presta atención a la clase.

Las primeras clases normalmente, no suelen ser muy llamativas, normalmente solo dan horarios y tiempo para socializar, pero aquí, las clases iniciaban con el tema principal y con ejercicios de tarea. Un maestro normal dejaría 10 ejercicios, 20 tal vez. Pero aquí cada maestro se decide por dejar un mínimo de 60 ejercicios para la siguiente clase.

—Espero alcanzar a hacer todo esto—susurra Andrea al ver cada ejercicio de quimica en su cuaderno.

—No es tan difícil. Aun asi, nos creen máquinas del saber—niega Vanette mientras guarda sus cosas, los chicos salen del aula dejando a unos pocos compañeros allí.

—Hay una fogata, es de bienvenida. Por si les interesa ir—las chicas miran al dueño de la voz, es un chico de la clase que se sentó en frente, quien acomodando sus lentes habla para las chicas como si se conocieran de años.

—Lo pensaré gracias—Andrea le da una sonrisa leve sin mirarlo y termina de guardar.

—claro que... No ire—comenta Vanette, a pesar de tener esa actitud tan peculiar, no solía ir por ahí, saliendo de fiesta o algo similar.

Andrea no dice nada, tal vez tampoco iría. Después de todo, apenas si habla con alguien.

—gusto en conocerte Andrea—se escucha la voz de Vanette quien camina por el pasillo a su habitación dejándole a Andrea la única opción de ir por igual a su habitación.

Leiden: El internado || EDITANDOWhere stories live. Discover now