Día 65

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Al abrirse la puerta, me encontre con aquel dueño del circo quien me recibió gustosamente invitándome a pasar e indicándome que ambos hermanos se hallaban en la habitación del rubio.

Me dirigí hacia aquel sitio donde antes de llamar a la puerta, me percate que esta se encontraba entre abierta, dando permiso a sus voces para escabullirse por el pasillo, sin embargo no comprendía palabra alguna, algo que me era ya muy normal.

La curiosidad me carcomía. Me asome por aquella abertura, notando asi, como aquella albina le daba clases a su hermano, y como este escuchaba atento. Tan sumergidos en su mundo se encontraban ambos hermanos que no lograron notar cuando abrí la puerta y me adentre a la habitación, por lo que tuve que hablarles.

ー moshi moshi

Salude usando una de las tantas palabras que Paola intentaba enseñarme. Fue asi, como ambos pudieron notar mi presencia. 

ー ¡T/N!

Dijo la albina con entusiasmo abalanzándose sobre mi para abrasarme.

No supe ni en que momento fue que sucedió aquel gran cariño de la chica hacía mi persona, pero me alegraba que fuese así.

ー hola ーme saludo el rubio

ー hola ーle respondí

La albina se separo de mi, sin soltar mi brazo, quien aun lo tenia sujetado.

ー llegaste justo a tiempo ーdijo la chicaー estábamos por practicar caligrafía

Así pues, tome asiento al lado de ambos en aquella pequeña mesa de estudio.
A decir verdad, la caligrafía del chico era bastante buena y por consiguiente, fácil de leer, por lo que termine corrigiendole la ortografía en lugar le ayudarle con la caligrafía.

— me gusta tu letra —solté sin pensar

Por supuesto, a pesar de haber hablado en voz baja, fue detectado por aquel traductor posado sobre la mesa; y al notar que había Sido traducido no pude evitar sonrojarme pues no había planeado que el chico escuchase aquello.

No obstante, tampoco tenía intenciones de retractarme pues aquello dicho no era más que la verdad, aquel chico tenía una caligrafía muy hermosa, por lo que tan solo atiné a desviar la mirada apenada, cerrando mis puños con fuerza por la vergüenza.

— gracias —respondió el chico con un ligero y apenas notorio tartamudeo, igualmente desviando la mirada mientras se ruborizada

Por su parte, la albina miraba la escena, soltó un ligero suspiro y dijo:

ese hábito entre ustedes nunca cambiará, aún pasen 10 años —comento resignada

Era cierto, no sabía ni como a pesar de los días y las experiencias a su lado, aún puedo sentir vergüenza e incluso ruborizarme con tan solo pequeñas cosas.

— bueno tortolos —hablo la albina estirandose— iré a buscar algunos snacks

Se levantó y salió de la habitación, dejándonos solos como era costumbre.

Una vez se retiró, continuamos con las correcciones.

No solamente era yo quien le corregía la ortografía, si no que el también me ayudaba con la caligrafía pues me era un tanto complicada al ser tan diferente de la que estoy acostumbrada, siendo que temía equivocarme en alguna línea y que cambiase por completo la palabra.

no tengas miedo de escribir, suelta tu mano, no pasa nada si te equivocas —me dijo el rubio en un intento de calmarme

Asentí y volví a intentarlo de nuevo, sin hacer tantas presión, ni en el lápiz, ni en la hoja, tan solo dejándome llevar por los trazos sin pensar Melo demasiado, pues sabía que aún si fracasaba y terminaba escribiendo algo erróneo, el chico frente a mi no se burlaría, si no al contrario, me ayudaría.

LoveCircus | [PopeexReader]Where stories live. Discover now