II

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Mitsuki enternecida aún por la actitud del pequeño cachorro, decidió simplemente mantener la comunicación con aquella peliverde, pese a eso, también le dio muchísima curiosidad la actitud del niño ante el aroma de su hijo. Tenía ya un cabo suelto, quería el otro para atarlos a ambos.

Se despidió y se fue directo a su casa para ir a socorrer a su cachorro, sabiendo bien, que probablemente ya esté muerto ante su lentitud al comprar. Llegó a su casa cansada debido a la caminata desesperada que tuvo, corrió hasta la habitación de su hijo y escuchó un ruido seco, como una caída. La mujer se preocupó y abrió la puerta a la par para entrar y ayudar a Katsuki, quién al verla se le tiró encima frotando su nariz cerca del pecho de su madre.

Mitsuki se quedó bien quieta esperando a que su hijo se calmara, y también analizando lo que hacía, pues, sabía muy poco referente al celo de los omegas. Katsuki por su lado, solo ronroneaba y restregaba su cuerpo al de su madre. Ante eso la rubia lo regañó, no entendía porque su hijo hacía eso con ella.

- ¡KATSUKI!.- gritó colérica evitando usar su voz de mando para no lastimar más a su hijo.

El joven omega, tenía sus ojos vidriosos y su cara estaba muy roja mientras sus piernas temblaban levemente.

- A-Alfa...- habló en un hilo de voz pero aún así fue oído por su madre.

La mujer tomó los inhibidores y supresores para dárselos a su hijo, no podía creer lo que sus ojos veían.

Después que su hijo cayó rendido ante la fuerte dosis que ella le propinó, suspiró pesadamente.

- El destino vuelve a hacer de las suyas, ¿eh?.- sonrió con amargura.

...

Izuku estaba acostado al lado de su mamá después de un casi incesante llanto. ¿A qué se debía esto?. Bien, el niño extrañaba aquel aroma dulzón que desprendía la mujer alfa de la farmacia. Inko lo veía preocupada, ella tenía conocimiento de que algunos omegas nacían para ciertos alfas, y viceversa. Algo así como "destinados".

Su cuerpo tembló de miedo ante eso, ella tenía idea de que su hijo siendo omega estaba desesperado ya por un alfa, y si es un alfa, pues, no pasará mucho en que querrá a un omega para dominarlo y tenerlo para sí. Su hijo apenas era un niño de 10 años, no era como que supiera mucho de la vida. Además, sí su destinado era aquella persona, entonces era mayor que él por tantos años, eso a la pobre mujer le aterraba.

Decidió dormir, descansar su mente y esperar el momento de hacer los exámenes del pequeño peliverde, que ya estaban a la vuelta de la esquina.

...

Inko despertó muy temprano debido a una llamada de un remitente desconocido. Suspiró pesado antes de contestar, y la voz al lado del teléfono le hizo emitir un chillido muy agudo.

- ¡Inko!.- gritó su nueva "amiga" desde la otra línea.

- Hola Mitsu.. uhjj, ahhh..- parecía no  recordar su nombre y la mujer mayor se lo repitió unas veces con un deje de molestia.

- ¿Qué tal va tu mocoso?.- preguntó la rubia con mucha curiosidad.

- Pues bien, algo triste.. - resopló hastiada.- .. el niño extraña demasiado a tu esencia... no sé como calmarlo, llora mucho..

Mitsuki al otro lado de la línea, se mordió la lengua ante la insistencia de querer hablarle también sobre la extraña actitud de su hijo.

- Amiga mía, ¿por qué mejor no nos vemos en unos días?.- propuso la rubia.

Inko levemente emocionada aceptó de inmediato.

- Nos vemos este sábado, Mitsuki-san. Cuídese mucho.

Así terminó esa amena conversación entre madres.

...

Todo iba muy bien en esos días, algo muy extraño. Katsuki siendo un omega totalmente gruñón y gritón no se le podía ni siquiera tocar, no era sumiso ni se dejaba dominar por ningún alfa. Pese a que tenía solo 15 años, se podría hasta decir que no había tenido pareja no por ser menor sino por su actitud tan hostil e irritante con los demás.

En este momento, Mitsuki no entendía como se comportó el día que tuvo que dejarle su camisa impregnada con el aroma del "supuesto alfa" que era aquel niño peliverde. El omega rubio era totalmente dedicado a dormir con esa blusa, jugaba con ella y hasta se podía decir que la usaba hasta para comer. Su madre realmente confirmaba y creía plenamente en que ese niño era o era su destinado.

Ya el celo de Katsuki se había ido por completo y esta vez, estaba totalmente enojado como de costumbre, maldiciendo a todo mundo solo por notar una camisa de su madre entre sus sábanas. Se metió al baño y de ahí no salió después de media hora.

Mitsuki estaba preparando un postre para ir a compartir con su amiga ese día, hablando por celular con su esposo explicándole porque probablemente llegará más tarde a su hogar. Escuchaba atentamente cada grito y gruñido de su hijo, sabía como iba a reaccionar ante todo eso.

- ¡KATSUKI!.- gritó desde la cocina esperando ser oída.

- ¡¿QUEEEEÉ?!.- gritó más alto, enojado porque su madre alzó la voz.

- ¡BAJA DE UNA MALDITA VEZ, MOCOSO!.- así era la única vez que su hijo podría obedecer.

- ¡Espera!....- su voz bajó decibeles, para de nuevo gritar.- ¡MALDICIÓN, ¿DÓNDE ESTÁ MI CAMISA?!

La rubia estaba abajo escuchando cada grito nuevamente y rió ante eso, esperaba que el alfa que le tocara a su rebelde hijo no le odiase por ello ni le rechazara. Se sintió triste porque sabía lo que significaba eso para un omega, pese a eso, recordó la sonrisa de su alfa Masaru y se sintió cálido, sabía que aún existían personas tan amables y cariñosas como él, aunque eso no quiere decir que ella no amase a su marido y esposo.













Buenas, díganme que me quieren para dejar de llorar.

MI PEQUEÑO ALFA. [DEKUBAKU]Where stories live. Discover now