XVI

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Y mientras todo esto sucedía. Un alfa y una omega se mantenían, de cierto modo, de la misma manera por la misma persona. ¿Como así?. Pues, claramente Inko se sentía triste y, hasta cierto punto, usada y desechada. Se sentó en su cama con una bata que le llegaba a las rodillas y sin más comenzó a llorar. No era fácil, nunca lo había sido. Ella, una omega mujer, viuda y con un cachorro que debía cuidar hasta grande. ¿Quién se interesaría por ella?

Y por otro lado, estaba Masaru. El castaño había estado sintiéndose mal durante un buen rato durante su jornada laboral. Su alfa interno estaba rasgando su interior molesto mientras gruñía en protesta a algo —o a alguien—. Ignorando aquello, el hombre mantenía su mejor semblante y vagamente empezó a sentirse mareado, quizá, era producto de la falta de descanso esas últimas semanas. Se decía mentalmente que debía tomar unos cortos días de vacaciones para relajarse.

Un poco preocupado, llamó a su esposa, y para su mala suerte no contestaba. Llamó a su hijo y este parecía tener su celular apagado. Bufó hastiado y con lentitud fue al baño a lavarse la cara y refrescarse. Cuando entró al sitio notó que, su marca, o mejor dicho, la marca que le había hecho Mitsuki a él hacía años estaba rojísima pero no parecía molestarle en lo absoluto, y definitivamente, su preocupación aumentó más. Algo debió pasarle a su esposa.

(...)

Katsuki estaba en su habitación sentando en el suelo viendo la pared, parecía estar en posición de castigo pero la verdad era que, aunque el celo se le haya calmado un poco, no se sentía para nada bien emocionalmente.  Tenía un nudo en la garganta y también tenía una pequeña incógnita en la punta de la cabeza. Primero que nada, ¿Por qué su madre olía a la esencia de un omega? Sí, claramente un omega. Un omega en celo. Lamentablemente, no recordaba de donde venía ese olor a lavanda y pasto fresco pero, sin duda eso no era normal.

Su madre, literalmente, estaba impregnada de la esencia de cualquier omega. Estaba bañada en ese olor dulce y poco tolerable para él. Escuchó unos pasos acercándose y luego sintió el olor de Izuku venir desde afuera. ¿Ahora qué quería ese mocoso de mierda?

— Kacchan.. ¿P-Puedo entrar? — preguntó temeroso de un grito o un insulto, pero no se echaría para atrás así que se quedaría allí hasta que Bakugo le abriera la puerta.

— Está abierta. — fue lo único que dijo el otro.

Izuku entró a pasos rápidos y torpes, miró al rubio en el suelo y se aproximó rápidamente allí. Suspiró nuevamente su aroma y se quedó sentado mientras sonreía como idiota. Katsuki lo veía enojado pero ya estaba empezando a entender que era un jodido mocoso, y para su mala fortuna, alfa. Y él tenía entendido que los alfas son más animales que personas, así que dejaría que el otro hiciera lo que quisiera con su vida sin él decirle una mierda. Así mismo sería.

Después de un rato donde Izuku estaba peinando el rebelde cabello del rubio, este mismo se mantenía aún con la duda en su cabeza. Probablemente, ya el pecoso sabía lo que había sucedido con sus madres y no lo que quería contar por miedo a un regaño, así que decidió sacar el tema a luz.

— ¿Sentiste el aroma de mi vieja? — preguntó pensativo el rubio. Izuku se quedó quieto un momento, como en una especie de trance y luego volvió a acariciar las hebras cenizas.

— No. — negó en un susurro. — No puedo sentirla. — explicó simple.

— ¿No puedes? ¿Qué demonios significa eso? — sinceramente, no entendía que quiso decir el niño y eso aumentó su curiosidad.

— Verás, Kacchan.. Yo no puedo respirar aromas o sentir esencias de otras castas. Es como si fuera un... un beta.. solo que bueno.. — se quedó callado de repente.

— ¿Qué? — preguntó curioso e irritado a la vez.

— Bueno, solo puedo sentir tu aroma.. el tuyo siempre puedo sentirlo y degustarlo. — dijo apenado mientras esta vez acercó su rostro al cabello del mayor con cuidado. — Tu cabello huele a coco, supongo que es tu champú.

— No entiendo.. ¿Cómo que puedes oler solo la mía? — preguntó esta vez extrañado. Luego se exaltó.— ¡¿Acaso eres mi alma gemela o esa mierda de destinado?!

— ¿Q-Qué..? — preguntó desubicado. — No sé que sea eso pero no creo que sea nada malo, Kacchan.. De hecho me alegra saber tus emociones y poder sentirse siempre..

— ¿M-Mis e-emociones? — lo volvió a ver con una cara de espanto e incredulidad, eso debía ser una broma.

— Ajam.. — asintió el peliverde con una sonrisa. — en estos momentos estas nervioso y creo que, enojado. — soltó una risita sutil debido a que Katsuki siempre estaba enojado.

Bakugo estaba aturdido, nadie en su perra vida le había dicho algo así. ¿Y si ese niño era un vidente? ¿Y si su mamá era una bruja de verdad y no como la de él que era de mentira? ¿Y si sabe juegos mentales y solo está jodiendo su paciencia? Estaba muy frustrado en esos momentos.

Se tiró al piso de espaldas y cayó boca arriba para ver el techo de su casa. Sintió como nuevamente su cabello era molestado pero no haría nada por quitarse ese pequeño brujito de encima, no ahora que le había interesado lo que dijo. Tenía que hablar con la vieja de su madre. Y hablando de la vieja de su madre... ¡Se olvidó lo de hacía rato de tanto pensar en lo que dijo Izuku! Tenía que descubrir que estaba pasando ahí.















MI PEQUEÑO ALFA. [DEKUBAKU]Where stories live. Discover now