XIII

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— Y la verdad no sé que hacer.. — culminó la pequeña omega de ojos verdes, casi al borde del llanto.

— No te preocupes, puedes traerlo.

Inko había hablado con su amiga Mitsuki para quedar en un pequeño acuerdo. Izuku no podía permanecer en casa por al menos unos cinco días debido al celo de su madre. Pese a que el alfa interior del peliverde no la veía como una omega a quien proclamar, Inko no se sentía segura en como reaccionaría su omega hacía y para con su pequeño cachorro.

Ella no confiaba en el instinto y como buena e inteligente mujer, le pidió a su amiga más cercana la ayuda que necesitaba. Mitsuki no tardó en aceptar gustosa a su hijo en casa, aclarando en todo momento que su hijo no se metería con el de ella. Algo fácil de manejar, según ella después de todo.

Inko iba en taxi con su hijo fuertemente tomado de la mano para sentirse segura. Era una omega entrando en celo y apenas el inhibidor de feromonas le camuflajeaba su esencia para evitarse problemas con algunos alfas, aún así no quitaba el dolor indescriptible que sentía cada vez más punzante en su parte baja y el mareo que poco a poco le dejaba la mente y vista borrosa.

Izuku comenzó a impacientarse cuando el conductor del taxi se había tomado la molestia de comprar un café, — ¿Quién demonios hacía eso en pleno viaje? — Quizás el hombre lo necesitaba. Aún así, no justificaba su ineficacia a la hora de trabajar e inconsciencia al tener dos personas dentro deseando llegar a su destino lo más pronto posible.

Al entrar a la urbanización donde vivían los Bakugo, notaron rápidamente su residencia y con pereza el alfa pequeño le pidió al chófer que los dejará en la parada más próxima. Unos segundos después, ya estaban pagando, listos para ir a su destino. Inko se encontraba un poco nerviosa e Izuku no cabía en su emoción, los dos eran demasiados expresivos en esas situaciones.

Inko comenzó a tocar la puerta suavemente, pronto se empezaron a escuchar los pasos de quién sería Mitsuki.

— ¡Hola! ¡Qué bueno verlos! Pasen.. — invitó amablemente la mujer.

Ambos peliverdes entraron a la casa de la rubia, y cordialmente fueron invitados a sentarse en el sofá de la sala.

— Bueno, Inko.. me pediste que cuidara de Izuku por unos días. ¿No es así?

La pequeña omega asintió frenéticamente, estaba muy desesperada por irse de ahí y su colega parecía no notarlo.

— A-Ahí están todas sus cosas.. No creo que falte algo.. — volvió a decir con la respiración entrecortada. Mitsuki tenía una esencia de alfa demasiado fuerte y eso ponía nerviosa a la pobre mujer.

— Mamá sigue oliendo mal. — volvió a decir Izuku esta vez tapando su nariz mientras se alejaba considerablemente de su madre. — Mitsuki-san necesita llevarla a casa..

La alfa pareció entenderlo y fue en busca de sus llaves. Dejó en una mesa varias galletas para Izuku y le informó que en la parte baja del refrigerador había jugo. Nada complicado para el niño.

— Katsuki está durmiendo, no creo que venga a molestarte. Vuelvo enseguida. — dijo esta vez la rubia a Izuku, quien era abrazado por su madre mientras recibía varios besos en su cabeza y cara. Ambas mujeres se despidieron y salieron rápidamente de allí.

Sin más, el niño quedó sólo en esa gran casa. Y aburrido sin saber que hacer optó por ver la televisión mientras comía algunas galletas. Esperaba poder ver a Kacchan y hablar con él.

~

Mitsuki e Inko se montaron en el auto de la rubia para irse de ahí lo más pronto posible. La mujer bajita estaba inquieta y algo desesperada, mientras que la rubia sólo miraba hacía el frente sin notar mucho a su amiga, no quería incomodarla más.

Durante todo el trayecto del camino, inconscientemente, la omega soltaba leves quejidos y feromonas dulzonas que atraían a cualquier alfa, Mitsuki no era la excepción. La alta mujer manejaba mientras peleaba internamente en ayudar a su amiga, aún así, sabía que no debía. Se mordía los labios ante su desesperación y frustración.

Llegaron a la casa de los Midoriya, Inko iba a entrar a su casa y despedirse de su colega; cuando sintió una mano jalar su brazo y meterla dentro de su casa. A la pequeña mujer no le había dado tiempo de reaccionar cuando sintió unos suaves labios atacar a los suyos con fiereza. Ambas mujeres se besaban ansiosas y al parecer, sin una pizca de cordura.

— N-N-No p-puede ser.. — la peliverde pensaba aturdida con el poquito de razón que le quedaba. Luego se olvidó de todo y decidió enfocarse solo en su celo, quería apagar ese fuego abrasador que le quemaba sin piedad.

Inko casi inexperta y con unas ganas desbordantes saliendo de su cuerpo, sedujo a Mitsuki y empezó a quitar su ropa con rapidez, quería un poco más de aquella alfa tan bonita. La rubia por su lado había empezado a besar su cuello y tocar sus voluptuosos senos con delicadeza, eso a ambas le prendía.

Sin pesar en nada más que sus deseos primitivos, ambas mujeres, alfa y omega, terminaron teniendo un fogoso encuentro íntimo y sexual en el sofá de una sala.


Quizás todo se iría a la mierda, o tal vez no. No todo podría salir mal, ¿verdad?

MI PEQUEÑO ALFA. [DEKUBAKU]Onde histórias criam vida. Descubra agora