V

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Katsuki, estaba en la mesa del comedor comiendo tranquilamente su katsudon picante, ya que era lo que más le gustaba. Había colocado algunas series de héroes en la TV y al pequeño niño le cautivó, en ese momento se encontraba sentado en la sala, bien quieto con su mirada fija a la serie televisiva.

El rubio, miraba fijamente esa cabellera verdosa que sobresalía del cabecero del sofá-cama de la sala, no entendía que tenía ese niño tan escuálido que lo hacía postergar ciertos pensamientos no tan sanos en él. Sabía que era su lado omega el que aclamaba y pedía a gritos a un alfa, pero en este caso, solo hablábamos de un niño preadolescente que ni siquiera sabe su casta de nacimiento. Genial.

Caminó desanimado al sofá próximo y se sentó allí a ver la serie que veía el peliverde, el niño ante su presencia giró su cabeza en dirección a él, mirándole con una sonrisa.

- ¡Kacchan! ¿Ya comiste?. ¿Te gustó la comida?

El rubio entornó los ojos para así gruñir en aprobación, mirándole de vuelta.

- ¿Cuál es tu edad?.- preguntó el mayor.

- Umh, 10 años..- alzó sus manos para abrirlas y exponer sus diez dedos.

- ¿Eres un omega?.

El niño abrió sus ojos grandes, para proceder a asentir.

- Mamá... ella dice que.. probablemente lo sea.. uhmmm..

Katsuki rió internamente, ese niño realmente parecía un omega. Poseía casi todas las cualidades de ellos; como ser amable, sumisos y entregados; dador de cariños y preocupados a la hora de tratarse de otro de sus casta. Lo supo porque él también es jodido omega. Uno defectuoso.

- Eso quiere decir que compartiremos casta.

- Ahhh, siiii!. ¡Eso es genial, Kacchan!.- respondió emocionado el niño.- .. tú también eres un omega, uno lindo.

Katsuki gruñó enojado al ver la cara sonrojada del menor.

- Cierra la boca..

- Pero-

- ¡He hablado!

Así terminó esa pequeña interacción entre ambos chicos, uno feliz y contento mientras que el otro enojado y gruñendo.

(...)

Era ya de tarde y la madre del menor había ido a buscarlo, Izuku se despidió del rubio amablemente mientras sonreía, era curioso para Inko tanta devoción hacía una persona. Eso había incrementado los celos en la mujer, no entendía porque su hijo admiraba más a ese rubio que a ella.

Se montaron en un taxi, y decidieron posponer la visita al médico por ese día. Inko notó lo muy tranquilo que estaba su hijo en su asiento, sintió el aroma de Katsuki más fuerte, supuso que habían estado muy juntos y por eso la ropa estaba inundada de aquella dulzona esencia.

- Izu, ¿abrazarte a Katsu-chan?.- preguntó la adulta interesada.

- No, ¿por qué lo dices mamá?.

- Hueles mucho a él. - su rostro se volvió un poema y una mueca en sus labios se hizo presente cuando su hijo sacó una camisa del rubio doblada.

- ¡¿Izuku?!.- la señora casi gritó de la impresión.- ¿de dónde tomaste eso?.- su cara de terror hizo preocupar a su hijo.

- Kacchan me la dio.- hizo un puchero, no le agradaba que su madre lo tachara  como ladrón.

- Hijo... ¿Realmente te agrada ese chico?

Izuku no pareció entender la pregunta. O sea, ¿Acaso no había sido obvio?. Izuku admiraba muchísimo a ese rubio.

- Mamá... ¡Kacchan es lo más genial que he conocido!

Inko sintió un agujero en su pecho, su hijo estaba creciendo y poco a poco se iba alejando de ella. Quiso reprochar su actitud pero no debía, tenía que aceptar que sí o sí, su hijo no sería para siempre un niño.




















Nya... nyanpasuuuuu.. yabure kabure no-

MI PEQUEÑO ALFA. [DEKUBAKU]Where stories live. Discover now