XXIII

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A pesar de que Izuku pudo sobrellevar la situación, obviamente no era feliz. Pudo aceptar las decisiones de la vida, pudo entender que hay cosas en el curso de nuestra existencia a veces acababan sin pedir permiso. Él realmente no creía en las casualidades pero por algo sucedían las cosas, ahora podía decir con bastante seguridad que se sentía bien. Que por fin a sus quince años pueda sentirse como un joven con ganas de vivir la vida.

La familia paterna de Izuku era bastante pequeña, su padre era un hombre bastante reservado, tanto que cuando supo que realmente había tenido otra familia aparte de él y su madre pudo solo ponerse a llorar de la rabia. No entendía porque su padre no quiso serle fiel a su mamá pero ya no estaba vivo para cuestionarlo.

Izuku luego de pasar esos dos años con ellos decidió continuar sus estudios en Lisboa, su "madrastra" lo apoyó en lo que pudo y su hermano Shindo, cuidó de él hasta que pudiera hacerse totalmente independiente. Ya a sus diecisiete años el peliverde quiso volver a su ciudad natal en Japón, extrañaba mucho su antigua casa y quería visitar por unos meses allá.

Al llegar a esa casa su corazón lloraba, estaba devastado. Todos sus recuerdos volvían uno por uno, pensaba en su madre, sus amigos y en la escuela que tuvo que dejar. Pensaba en los buenos y malos momentos que tuvo que pasar para ser quien era en ese momento. Cuando acomodó sus cosas en el deteriorado cuarto, notó que aún en la mesita de noche se encontraba un papel.

Se sentía bastante curioso, ya que no recordaba haber colocado nada arriba sin embargo, por detrás del papel estaba lleno de polvo y algo de telarañas, suspiró y con cuidado lo volteó para ver de qué trataba. Una nueva mueca se hizo presente en sus labios y sus ojos empezaron a llenarse agua. Eran él y Kacchan, estaban en un río jugando con unas piedras. Pensó en que momento su madre pudo haber capturado ese momento tan especial, además de estar bastante pequeño, eso lo puso rápidamente nostálgico.

— ¿Qué hubiera pasado si los padres de Kacchan aún estuvieran juntos?.— se preguntó al aire mientras acariciaba con parsimonia la foto.— Todavía no puedo entender porqué todo ocurrió de esta manera... Me encantaría poder volver a ver a Kacchan, lo extraño tanto...— se lamentaba Izuku sentado en la esquina de la cama mientras sentía sus lágrimas bajar por sus mejillas.— ¿Será que algún día nos reencontraremos, Katsuki?







(⁠✷⁠‿⁠✷⁠)







Era ya de madrugada y Bakugo no conseguía dormir por nada. Su mente divagaba mientras veía el techo de madera. Sus pensamientos de repente tuvieron una dirección que no le agradó en lo absoluto. DEKU. Pensaba en Deku, en dónde estaría a estas alturas de la vida. Habían sido siente largos años en los que ya no se veían, ni siquiera recordaba exactamente a qué olía o como era su voz.

El blondo se removió incómodo en la cama y después de sentarse en esta misma se dispuso a usar su celular, entró en la red social Facebook y buscó por "Izuku Midoriya", rápidamente apareció solo un perfil con ese nombre y una mata de cabellos verdes fue lo primero que notó en su foto de perfil. Suspiró tembloroso cuando vio que aquel mocoso ya no era un mocoso, se veía alto y con mucho más masa corporal. Tragó grueso mientras veía las única 5 fotos que había subido allí.

Katsuki realmente no veía necesario buscar a Izuku, no tendría sentido ir a buscar a la única persona que puede rechazarlo sin pensarlo dos veces. Ambos eran la viva imagen de sus madres, tal vez el otro también le tuviera la suficiente rabia a su progenitora y no quiera volverlo a ver, así como él veía el vivo retrato de Inko en su hijo. Volvió a soltar el aire de sus pulmones por la boca.

Con fastidio y la curiosidad carcomiendo su piel, se levantó de la cama y fue hasta la pequeña azotea que tenía la casa de Eijiro, subió y se sentó en un pequeño bloque que estaba en medio de la terraza. Iba a estornudar cuando una voz conocida lo hizo girarse a sus espaldas. Era Shoto.

— ¿Qué haces a esta hora aquí afuera?.— preguntó mientras frotaba sus ojos con cuidado de no lastimarse.— ¿Tuviste una pesadilla?.— soltó a modo broma y rió un poco pero al ver la cara intangible que tenía el rubio optó por mejor callarse.

— Maldición, solo vine a tomar un poco de aire.— chistó con una mueca. El bicolor mantenía su mirada fija en él mientras se asomaba una minúscula sonrisa en sus labios.

— No te creo nada, Bakugo.— le dijo divertido mientras se sentaba a su lado en otro bloque.— Estás aquí porque necesitas una respuesta a algo. Estás acorralado.— explicó mientras movía sus manos como si fueran arañas moviéndose. El rubio volvió a chistar pero no negó nada más, solo se mantuvo en silencio todo el rato.

— El chico que me encontré hoy en la tienda era un alfa pero parecía tan dócil, y tú que eres un Omega pareces un alfa con complejos de ira.— volvió a decir Shoto para fastidiar un poco a su amigo.— Además el chico se veía tan tranquilo, dócil... Además, con ese peculiar color de cabello realmente parecía un niñato.— volvió a reír el omega solo para que se perdiera la incomodidad del ambiente, sabía que pronto el otro explotaría de la rabia.

—¿De qué color esa su cabello?.— preguntó ésta vez desinteresado mientras veía las luces de las demás casas.— No creo que haya alguien más raro que tú con un cabello de dos colores.— Shoto lo vio sorprendido al ver que Katsuki no le gritó ni le insultó, parecía bastante metido en sus pensamientos.

— Bueno, es verdad.— rascó su nuca nervioso mientras veía en la misma dirección que el otro.— Su cabello era como un brócoli, entiendes?.— dice con una sonrisa mientras señalaba su mismo cabello.— Era bastante esponjoso y verde, primera vez que veo a alguien con peculiar color en su cabeza...

Katsuki dejó de escuchar desde el momento en que Shoto había dicho brócoli. ¿Acaso ese mismo brócoli era el mismo idiota en el que estaba pensando en ese momento? No podía creerlo. Se levantó de repente mirando al bicolor con las cejas fruncidas mientras no despegaba la mirada de él.

— ¿Tenía pecas?.— preguntó inesperadamente. Todoroki no entendía a que se debía el repentino interés de su amigo.— Responde, maldición.

— Ya, ya. Está bien.— intentó calmar inútilmente el otro.— No lo recuerdo, no me fijé en su cara por mucho tiempo.— volvió a explicar Shoto.

Bakugo después de ver que no resolvió su duda, metió sus manos dentro de los bolsillos de su bermuda y siguió caminando de vuelta a dentro de la casa. El otro omega solo se quedó pensando en qué había pasado por la cabeza de aquel idiota para ahora estar enojado de nuevo. Lo iría a descubrir después.

MI PEQUEÑO ALFA. [DEKUBAKU]Where stories live. Discover now