CAPÍTULO 31

2K 95 1
                                    

-Gracias Mati, nos vemos luego. -Le agradecí mientras me bajaba del taxi, eran las siete y treinta de la mañana y hace poco habíamos aterrizado en Nueva York, en cuanto pudimos tomamos un taxi y aquí me encontraba, ingresando a la clínica, aunque el artículo no mencionaba de que clínica se trataba yo sabía perfectamente a dónde llegar, sabía que la empresa cubría la salud de sus empleados con esta institución. Mientras tanto, mi hermano fue a conseguir con auto para poder movilizarnos llevando mis maletas con él, quedamos que en cuanto tuviera resuelto aquello vendría por mí.

-Buenos días señorita ¿Me podría dar información sobre el Señor Dylan Henderson? -Pregunté a la enfermera que se encontraba en recepción.

-Buenos días ¿Es usted familiar del Señor Henderson?

-No, pero soy cercana a la familia. -Argumenté para que me den información.

-Lo lamento señorita, no tengo permito dar información a personas que no sean familiares, excepto que sean personas específicas que la familia autorice. -Se negó.

-Por favor, viajé desde muy lejos. -Supliqué.

-Me gustaría poder ayudarla, pero va en contra de las reglas. -Dijo con un lenguaje empático.

-Está bien, pero al menos dígame si el Señor Henders...

- ¿Amelia? -No pude terminar la frase, una voz inconfundible me interrumpió a mi espalda, con mi corazón acelerado di media vuelta lentamente hasta quedar frente a frente, Dylan estaba de pie frente a mí.

-Tu... Estás bien. -Dije más para mí misma en un tono de voz susurrante.

- ¿Qué estás haciendo aquí? -Me preguntó confundido.

-Me enteré que habías ingresado...

-Por supuesto, los medios tergiversaron las cosas. - Interrumpió mi frase. Hizo una pausa mientras daba unos pasos hacia mí. -Gracias por venir. -Expresó con lo que parecía sinceridad.

-Sí tú estás aquí ¿Quién está ingresado? -Pregunté evadiendo su agradecimiento.

-Clarice. -Respondió con tristeza. -Tuvo un infarto, afortunadamente la pude traer a tiempo.

-No puede ser. -expresé con pena y asombro, es una gran mujer y le tomé mucho cariño. - ¿Puedo verla? -Pregunté.

-Aún no dejan que nadie la vea, pero tal vez mañana se podrá. -Me hizo saber.

-Está bien, entonces regresaré mañana. -Dije con la intención de abandonar el lugar.

-Espera, no te vayas ¿Podemos conversar?

-Creo que ahora no es un buen momento, tal vez otro día. -Me negué.

- ¿Te quedarás en la ciudad?

-Solo por unos días.

- ¿Mañana regresarás? -Siguió preguntado.

-Sí. -En ese momento sonó mi celular.

Mi hermano me estaba llamando para informarme que se retrasó, lo habían llamado del trabajo y tuvo que ir a un café internet para organizar unas cosas desde su computadora.

-Entonces no andas sola... -Dijo como quien quiere sacar información.

-No. -Respondí cortante.

- ¿Tienes en qué regresar? -Me preguntó cambiando el tema.

-Tomaré un taxi.

-Henry está afuera, él te puede llevar. -Me ofreció.

-No es necesario. -Intenté negarme.

AMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora