CAPÍTULO 35

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El clima era espectacular, el sol, el viento y el mar se unían en uno solo haciendo disfrutar la experiencia. Me encontraba sentada en una silla de playa mientras disfrutaba de la vista que la naturaleza me ofrecía.

- ¿Ya te dije lo espectacularmente hermosa que te ves hoy? -Dijo Dylan mientras tomaba asiento a mi lado y me ofrecía un coctel.

-Si, pero nunca dejes de decirlo, me gusta escucharlo de ti.

-Lo escucharás por el resto de nuestras vidas. -Hubo un corto silencio y luego retomó la palabra. -Ven, quiero que veas algo. -Dijo pidiéndose de pie mientras me extendía su mano.

- ¿Ahora? Estamos disfrutando aquí. -Contesté fingiendo disgusto mientras hacía un falso puchero.

-Si señorita, ahora.

Accedí a su petición, di un sorbo más al coctel que luego dejé sobre la mesa, me puse de pie y tomé su mano.

Emprendimos una larga caminata.

-Hasta aquí puedes ver. -Dijo deteniéndose a raya, haciendo que yo haga lo mismo.

- ¿Qué? ¿Por qué? -Pregunté confundida.

Sacó un pañuelo de su pantalón blanco y cubrió mis ojos con el. -Te tengo una sorpresa. -Respondió mientras ataba el pañuelo por detrás de mi cabeza.

Seguimos caminado, el camino había sido muy largo puesto que aún faltaba bastante para llegar a nuestro destino. De pronto dejé de sentir arena bajo mis pies, en su defecto ahora sentía que caminaba sobre madera.

-Hemos llegado. -Dijo haciendo que nos detengamos. - ¿Estás lista?

- ¡Por supuesto que sí! -Contesté entre desesperada y entusiasmada.

Empezó a desanudar el pañuelo hasta que pude ver lo que tenía enfrente.

Nos encontrábamos al final del muelle, este se encontraba decorado desde el inicio con una manguera de luces que se empezaban a apreciar debido al ocaso, a mi lado había una mesa redonda para dos personas decorada con el toque romántico en donde los colores rojo y blanco eran los protagonistas, había muchas luces que envolvían el lugar y un arco de flores, que hacían sentir un ambiente mágicamente acogedor, estaba anonadada observando la belleza que tenía frente a mis ojos, cada detalle había sido cuidado meticulosamente.

-Amelia White. -Dijo Dylan hincándose frente a mí y sacando una pequeña cajita de su bolsillo. -Me harías infinitamente feliz si decides casarte conmigo. -Me cubrí la boca con ambas manos de la impresión, no podía creer lo que estaba sucediendo. - ¿Aceptarías ser mi esposa y pasar el resto de tu vida conmigo?

- ¡Si! -Expresé con toda la emoción que podía emanar. Colocó el hermoso anillo en mi mano, se puso de pie y cerramos el compromiso con un romántico beso.

-No sabía que te necesitaba hasta que te conocí, me haces el hombre más afortunado del mundo Amelia White. -Dijo mientras disfrutábamos de la cena.

-Cuando llegué a Nueva York enamorarme estaba totalmente alejado de mis planes, pero en mi primer día choqué contigo, literalmente. -Dije riendo, ambos reímos. -Cambiaste mis planes, y me encantó.

-He de admitir que ese día realmente me enojé con el universo por ese accidente, tenía una junta importante a la que ya iba tarde, pero valió la pena, cada cosa valió la pena.

- ¿Y crees que a mi me gustó chocar contigo? Era mi primer día en la ciudad y parecías haberlo arruinado. -Me reí ante el recuerdo.

-Si tuviera que volver a hacerlo para encontrarte, la haría cientos de veces hasta lograrlo. -Tomó un poco de vino de su copa y volvió a hablar. -El anillo que llevas puesto lo obtuve hace varios meses atrás. -Me indicó cambiando de tema.

AMELIAWhere stories live. Discover now