CAPÍTULO 33

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-Oh mi niño, ahí está, que gusto verlos juntos. - Exclamó contenta Clarice en cuanto ingresamos a la habitación.

Dylan sin decir nada se acercó y le dio un dulce beso en la frente. -Ahora tengo que atender unos asuntos del trabajo, más tarde regresaré. -Le explicó, dicho aquello se retiró dejándome a solas con Clarice.

-Hola Clarice. -La saludé con la ternura que ella proyectaba mientras le entregaba las flores que le había traído.

-Muchas gracias, están preciosas. -Dijo contemplando las rosas. -Me da mucha alegría volverla a ver Amelia, nos ha hecho mucha falta.

-A mí me da gusto verla mejor. -Le dije.

- ¿Lleva mucho aquí? -Me preguntó.

-No tanto, sólo unos días, tal vez me vaya mañana.

- ¿Irse? Creí que Dylan y usted habían logrado resolver sus diferencias. -Dijo confundida.

-Lo lamento Clarice. -Dije apretando ligeramente su mano.

-Me habría hecho muy feliz que regresen. -Me confesó.

-A mí también, pero ya no pudo ser...

-Siempre se puede volver a empezar... ¿Aclararon lo que sucedió aquella vez con la joven Caroline? -Preguntó adentrándose en el tema.

-Hablamos lo necesario.

- ¿Qué es lo necesario? Amelia, mis años no son en vano, ustedes son jóvenes, llenos de vida, pero aún les falta mucho por aprender, sé que nadie debe tomar las decisiones por ustedes, pero antes de decidir algo piénsenlo bien, la vida es muy corta como para desperdiciarla en discusiones y peleas que al final no conducen a nada, mejor aprovechen ese tiempo y sean felices, es mejor intentarlo a vivir pensando en el que hubiera pasado.

-Es muy lindo todo eso que dice, agradezco su consejo Clarice.

-Le voy a contar una historia que por lo que puedo notar no sabe. -Dijo.

- ¿Una historia? -Pregunté confundida.

-Hace unos meses Dylan recibió una llamada de una joven llamada Caroline...

-Clarice... -Intenté detenerla, pero hizo caso omiso.

-Ella decía que tenía que hacerle llegar unos documentos personales de su jefa con urgencia, es decir de usted, viniendo de su gran amor, Dylan no podía esperar para saber de qué se trataba así que le pidió que se los enviara por correo, a lo cual ella desistió, argumentaba que eran importantes y que solo debían ser entregados en persona, aquel día usted se diplomaba de su máster, por lo cual no podía ocuparse del asunto.

-Yo no tenía nada que enviar ese día... -Hablé confundida.

-Aquel día aquella chica se presentó en la casa de Dylan, la verdad era que los documentos sólo eran una excusa, pude escuchar cómo se le insinuaba y decía cosas nada agradables de usted, Amelia, Dylan intentó deshacerse de ella, evidentemente no creía nada de lo que decía, incluso le pidió su renuncia.

-Yo no sabía... - Expresé con tristeza.

-En medio de la discusión Dylan recibió una llamada telefónica del trabajo que no podía dejar de atender, fue entonces que desafortunadamente el timbre de la casa sonó, yo me dirigí a abrir la puerta pero aquella chica me ganó la delantera, de ahí en adelante es la historia que ambas conocemos, ella comenzó a decir barbaridades que no eran ciertas, para cuando Dylan terminó su llamada telefónica ya fue muy tarde, aquella mujer se había salido con la suya.

-Y yo lo permití... -Dije más para mí misma mientas una lagrima de coraje y dolor rodaba por mi mejilla. -Dejé que mis inseguridades me dominaran...

AMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora