Capítulo. 20

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Cicatrices.

Barnes decidió liberar sus instintos más bajos, dejarse llevar por el pequeño momento que le había ofrecido el universo para entregarse en cuerpo y alma a Contanza Zemo, quién también deseaba regalarle todo su ser al castaño. Sin embargo, aquellos deseos estaban alojados en el fondo de sus inconscientes y de la misma manera, la necesidad de afecto que los múltiples eventos traumáticos en su vidas habían creado.

Se besaban con lascivia, compartiendo sus salivas y el sabor de sus labios, acariciando sus cuerpos sobre la ropa. Después de un tiempo, ambos jadeaban con desenfreno y la necesidad de desnudarse aumentó

Bucky trazó un camino de besos por la mejilla pecosa de Connie. —¿Eres buena siguiendo órdenes?— Preguntó en un susurro sobre el oído de su acompañante de vuelo.

La rubia no pudo evitar sonreír y arquearse ligeramente al sentir la respiración de Barnes en su cuello. —Si usted me las da, Sargento Barnes, seré la mejor.—

El ojiazul le regaló una sonrisa ladina, al mismo tiempo que se alejaba de ella. —Quítate toda la ropa.— Ordenó con la mirada oscurecida de puro lujuria.

—Sí, Sargento Barnes.— Respondió en un susurro la rubia.

Ella desabotonó su camisa con lentitud sin apartar la mirada del hombre frente a ella para memorizar cada expresión que este le ofrecía. Dejó que la prenda cayera por sus hombros y brazos hasta que está tocó el suelo, se inclinó lo suficiente para quitarse los pantalones y mostró una lencería de encaje rojo cubriendo sus partes más íntimas.

Bucky sintió como su erección se apretaba dentro de sus ropas y mordió su labio para contenerse un poco más. Contanza le parecía preciosa, como una bella escultura antigua perfectamente tallada, ella era arte y él un hombre dispuesto a admirarla por completo. La rubia se deshizo de su ropa interior ya completamente desnuda, Barnes pudo apreciarla con más detalle, algunas pecas decoraban su pecho y por su abdomen unos pequeños lunares, que él estaría encantado de besar.

Contanza se sintió cohibida por la intensa mirada que le ofreció el caballero porque jamás la habían visto de esa manera, se sintió única y especial. Todas aquellas emociones nuevas y abrumadoras, decidió dejarlas en un beso apasionado que inició al tomar a Barnes por las mejillas y unir sus labios.

Bucky pasó su brazo humano por la cintura de la chica y la acercó lo que más pudo a su fuerte cuerpo, mientras que con la mano de vibranium tomaba su nuca e indicaba a Connie que abriera un poco más la boca para introducir su propia lengua. La ojiverde acariciaba por encima de la ropa la ancha espalda de James y su cabello corto pero, sedoso. Ambos se sentía increíblemente bien con aquello.

El soldado acabo con los besos en los labios y los llevó al cuello de la menor, dónde daban pequeñas mordidas y succiones a su placer, Contanza también imitó sus movimientos y acariciaba sus pectorales por debajo de su camisa.

—¡Diablos! ¿Qué me estás haciendo?— Inconscientemente Bucky soltó esas palabras, su cerebro le envío señales equivocadas a su boca.

Constanza lo escuchó y no pudo evitar sonreír al saber que no era la única ahogada por sentimientos desconocidos. Llevó su boca a la oreja del hombre y le dió varias lamidas en el lóbulo, sintiéndolo temblar en sus brazos.

—Quítate la ropa, James.— Pidió la Vizcondesa, aún haciendo un arduo trabajo en el cuello de él.

—No, aún no.— Se negó, a pesar de lo hermoso que sonó su nombre de pila en la voz de ella.

El sargento se tomó el atrevimiento de tomarla por la cintura y sentarla en una de las mesas en el jet, colocó su mano de carne en el pecho de ella y la empujó hasta dejarla acostada. Constanza lo observaba desde su posición, completamente exitada y curiosa por todo lo que él pudo haber planeado. Barnes besó el abdomen de la mujer, delineó con su lengua algunos lunares y poco a poco descendió hasta el pubis de ella, tomó por las muñecas a la chica y le llevó las manos hasta su cabello, en señal de que podía tirar de él todo lo que quisiera. No preguntó pero, Constanza sabía que él en esa ocasión deseaba hacerla sentir plena.

I WANNA BE YOURS • Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora