Capítulo. 35

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My family.

Luego de aterrizar en el Helipuerto de Tokio, tomaron bajo su poder un auto con el objetivo de dirigirse al antiguo convento donde las Kunoichi entrenaban a sus mujeres. En el camino se detuvieron frente a una gasolinera para cambiar de ropa, aprovechando el momento para llenar el tanque y sus estómagos.

Constanza se encargó de cargar la gasolina del auto después de vestirse con ropa de civil, mientras observaba todo el perímetro. Regresar al lugar de su crianza no era muy sencillo, empezó a considerarlo su hogar desde que asumió el mando del grupo de mujeres pero, aún recordaba los eventos traumáticos que la hicieron pasar allí.

Mientras pensaba, desde la distancia lograba detallar una pequeña pelea entre Sam y Yelena por comprar la mejores cucherías de la tienda, al mismo tiempo divisó a Bucky y Helmut salir por la puerta del baño de caballeros con un nuevo cambio de ropa y sus rostros igual de sonrientes que una roca.

-Se ven encantadores juntos.- Fastidió la sokoviana a su hermano y al ex-soldado cuando estuvieron cerca de ella. -Deberían ser pareja, ya tienen una gran historia de fondo para contar en las cenas familiares.-

-Nunca podré negar el atractivo de James, sin embargo, mis preferencias están inclinadas hacia el género femenino.- Explicó el barón, moviendo sus manos con típica elegancia de su parte.

-Yo pienso que nadie es completamente heterosexual.- Opinó Constanza, viendo al hombre de brazo metálico. -Admite que Steve Rogers te gusta, por favor.-

James lanzó una mirada severa hacia la rubia, a la vez que apoyaba su espalda en la puerta cerrada del conductor y se cruzaba de brazos. -Me gustas tú.-

Helmut abrió sus ojos con demasía, en una muestra clara de sorpresa. Tenía la sospecha de que ambos súpersoldados compartían cierta atracción pero, que la admitieran, más aún después de todo lo que han pasado, realmente lo tomó desprevenido. -¿Algo que deseen contarme?-

-Si.- Contestó Connie, apoyando su cabeza en el hombro fornido de Barnes, sintiendo su tensión nerviosa. -Intentan matarme.-

-Y necesitas mi ayuda, por eso me sacaste de La Balsa.- Completó la frase el sokoviano.


-Ayudaste a Sam y Bucky hace unos meses, pensé que por ser tu hermana no había necesidad de una visita previa.- Dijo la rubia, entrelazando su mando izquierda con la derecha de su hermano. -¿No crees que ya es momento de asumir ese papel de buen hermano mayor?-

Helmut sabía que lo estaba manipulando. Él mismo le enseñó cuando estaba pequeñita el arte de la psicología inversa y evidentemente perfeccionó sus técnicas, de igual forma, ella tenía razón. Se disculpó con ella meses atrás pero, aún necesitaba hacer algo más para alcanzar la paz que necesitaba en su corazón, y asegurarse de que ella no muriera, no era tan mal plan.

El ex-coronel suspiró profundamente después de pensar, acercándose sutilmente a a su hermana para besarle la frente. -¿A dónde iremos?-

-Al lugar donde me crié.- Contestó Connie, regresando el surtidos de gasolina a su lugar y cerrando la compuerta del tanque.

-¿Ves? Te dije que si comprábamos esas papas gastaríamos todo el dinero de la tarjeta Connie.- Le reclamaba Sam a la rusa a su lado, quién caminaba sin preocupación alguna.

-Oye, pajarito. Ya relájate, ¿si?- Pidió, quitando el precinto de seguridad de una botella de yogurt. -Mi chica tiene mucho dinero.-

-¿Tu chica?- Preguntó Barnes alzando una ceja, evidentemente celoso.

Yelena rodó los ojos y movió con un soplido algunos cabellos de su frente. -Está bien... Nuestra chica tiene mucho dinero.- Hizo enfasis en la primera palabra.

I WANNA BE YOURS • Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora