Capítulo. 33

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Al aire libre.

James se atrevió a acariciar las mejillas de la rubia entre sus brazos, embelesado por su mirada verdosa y necesitada de afecto. Ella compartía sus mismos sentimientos y aunque le fue difícil, logró admitirlo, haciéndolo tan feliz como él día en que Hydra salió de su cabeza para siempre.

Contanza unió sus labios nuevamente en un beso apasionado, suspirando de satisfacción por tenerlo tan cerca. Sus bocas se devoraban cómo agua salada para intentar calmar la sed pero, sus ganas aumentaban porque esta no lo lograba.

Suavemente, como si de una pétalo de rosa se tratase, Barnes dió unos pasos al frente causando que la mujer retrocediera con los suyos hasta apoyarse en el tronco de un árbol de hojas tan verdes como la esmeralda, a pesar del clima cálido de aquel campo abatido por las ondas del sol.

—Debe ser rápido, ¿de acuerdo?— Le habló con la voz hecha un susurro, y llevando sus labios deliciosos hasta su cuello para depositar algunos besos llenos de ternura. —Necesito que te bajes el pantalón.—

Connie se permitió asentir lentamente, con los ojos cerrados al sentir como lamían sobre su yugular. Bucky era un hombre espectacular, caballeroso, atento y cariñoso pero, también tenía un lado salvaje, seductor y dominante; era tan atractivo como en algunas ocasiones, con ella más que todo, lograba el equilibrio entre ambas partes. Con sus manos desabrochó el botón de su pantalón de mezclilla, haciéndolos descender en compañía de unas bragas de encaje en color blanco con ayuda de él.

Bucky le dió la vuelta con mucho cuidado para no hacerla tropezar por la situación de sus pies apresados. Siempre al verla de espaldas deseaba ver su dragón tatuado y pasar los dedos por él, sintiendo las escamas que evidentemente eran cicatrices de un pasado doloroso. De solo pensar que ella estaba tan rota como él, podía romperse a llorar porque la quería demasiado. Usó su rodilla para separarle las piernas y su mano de vibranium para apoyarle el pecho en el tronco, dejando a plena vista su trasero gordo y redondo.

Tuvo que morderse el labio para opacar los sonidos que provocaban los apretones de Barnes sobre su carne desnuda, las mordidas en su hombro y los besos en su cuello. Arqueó su espalda sutilmente al sentir dos dedos fríos colándose por su intimidad y acariciando su botón de nervios.

—Aún no estás lo suficientemente mojada.— Le habló al oído y proporcionó una mordida en su lóbulo perforado pero, sin arete. —Haré algo al respecto.—

Constanza clavó las uñas en el tronco, sintiéndose demasiado acalorada y mareada con tan simples palabras. Los labios de James le besaron la nuca, los brazos, parte de la espalda sobre la tela de su blusa, sus glúteos y las pecas en él. Dos de sus dedos carnosos fueron a parar en la boca de la rubia, quien pasó la lengua por ellos y chupó imaginando que era otra parte del cuerpo ajeno. Lo hizo jadear por la simulación llevada a acabo con sus dedos, antes de sacarlos y llevarlos a su entrepierna para acariciarla nuevamente, sintiendo como un brote de humedad se mezclaba con la saliva en sus falanges. La sokoviana soltó un pequeño chillido cuando la mano con vibranium pellizcó uno de sus senos cubiertos.

—¡Shh, muñeca! No hagas ruido.— Le ordenó, aún masturbándola con paciencia y usando su otra mano para deshacerse de sus pantalones.

Constanza jadeó al sentir al hombre frotando contra ella su erección hinchada y cubierta por unos calzoncillos bastante apretados. Simulaba embestidas, fastidiándola y obligándola a estrujar sus pechos en busca de más estímulo.

—Tienes una linda espalda.— Halagó, cansado de ver solo tela y subiéndole la blusa hasta donde pudo. —Me gusta.—

—Te diría lo mismo pero, no suelo devolver cumplidos. Mucho menos cuando estoy semi-desnuda en medio de la nada.— Comentó ella, con una ligera sonrisa formándose en sus labios. —Vamos, Sargento. Entre ya.— Sedujo, empujando su trasero hacia la entrepierna del varón y robándole un gruñido feroz.

I WANNA BE YOURS • Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora