𝒞𝒽𝒶𝓅𝓉𝑒𝓇 𝟦𝟢:𝒩𝑒𝓌 𝒴𝑒𝒶𝓇𝓈 𝒲𝒾𝓈𝒽𝑒𝓈 𝒶𝓉 𝓉𝒽𝑒 𝒯𝑒𝓂𝓅𝓁𝑒!

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-¡Arden! ¡Arden! ¡Mira! -Con sus manitas firmemente agarradas al alféizar de la ventana, una niña de cabello castaño rojizo se asomó con una expresión de asombro, mirando los copos de nieve que flotaban desde el cielo. -¡Está nevando! ¡Tienes razón! ¡Es como pétalos blancos bailando en el cielo! ¡Es tan bonito! -Ella jadeó cuando sus ojos brillaron bajo el sol poniente. -¿Puedo agarrar uno? ¿Puedo?

-Le desaconsejaría eso, milady. -Limpiando sus desordenadas manchas de pintura artesanal dentro de la habitación, el mayordomo con cabello castaño chai se rió levemente. -Para empezar, es muy peligroso inclinarse hacia afuera. Sería terrible si te cayeras. -Le recordó.

Volviéndose a sentar sobre sus rodillas, la niña hizo un puchero.

-Pero realmente quiero tocar un copo de nieve. -Se quejó.

Al escuchar ese deseo suyo, Arden miró hacia arriba. La silueta de una niña con cabello largo castaño rojizo, sentada frente a su ventana y contemplando un mundo de nieve cayendo que nunca podría tocar. Dejando la mancha para limpiarla más tarde, se acercó a la niña.

-Por favor, aléjese, Milady. -Advirtió, levantando a la niña y colocándola con cautela en su cama.

-¿Eh? -Miki ladeó la cabeza, viendo como Arden colocaba una mano contra el marco de la ventana e inclinaba su cuerpo hacia afuera. Extendió su mano expuesta más allá del techo protector y hacia la nieve agitada. -Arden, ¿qué estás haciendo? -Ella preguntó.

-Por favor, ten paciencia por un momento, ¿de acuerdo? -El mayordomo miró por encima del hombro y le guiñó un ojo misteriosamente. Después de lo que parecieron ser unos largos minutos, Arden finalmente retiró su mano que ya hacía tiempo que se había adormecido por la combinación de los vientos helados y la nieve helada. Lo llevó a la luz de la habitación, presentándolo a Miki que esperaba pacientemente en su cama. -Aquí tiene, Milady. -Dijo, abriendo la mano para revelar una fina capa de nieve esparcida por sus palmas. La piel se había vuelto roja, casi con un borde morado cuando la sangre se precipitó a sus manos en un intento de calentarlas. Sin embargo, no había una pizca de dolor en su rostro, solo una sonrisa gentil.

A la luz del crepúsculo, los brillantes ojos color avellana de la niña comenzaron a brillar de emoción. Con entusiasmo, extendió la mano para presionar su mano contra la de Arden, hundiendo sus manos en la fina capa y presionando sus pequeñas palmas calientes contra las de él.

-¡Arden, lo hiciste! ¡Estoy tocando la nieve! -Ella vitoreó, acariciando la nieve helada como si fuera un cachorro.

-Eso no es todo lo que puedes hacer. Intenta tomarlo con ambas manos y presiónalo para formar una bola. -Arden instruyó, observando tiernamente cómo la niña raspaba la nieve de sus palmas heladas y la apretó entre sus manos.

-¡Es una bola de nieve! -Como si hubiera descubierto el milagro más grande del mundo, los ojos de Miki se iluminaron de alegría. -¡Es una bola de nieve! ¡Bola de nieve! ¡Bola de nieve! ¡Bola de nieve! ¡Bola de nieve! -Arden escondió su mano congelada detrás de su espalda, mirando como su señorita bailaba por la habitación, acunando el mini racimo de nieve en sus manos como si fuera la joya más preciosa del mundo. Sin embargo, el repentino sonido del motor de un automóvil llamó la atención de ambos cuando se voltearon hacia la ventana una vez más.

A través de la espesa niebla y más allá de la agitada nieve blanca, se podían ver los faros de los automóviles, parpadeando en la distancia. Se podía escuchar el sonido de las puertas abriéndose, así como el animado parloteo de la gente. Miki tarareó, dirigiéndose a la ventana.

-Son personas... -Murmuró mientras una sonrisa emocionada aparecía en su rostro. -Mira, Arden, hay personas... -Su voz se detuvo; sin embargo, cuando vio al mayordomo inclinarse hacia adelante. Agarró la manija de su ventana y tiró de ella hacia adentro, cerrando el único acceso que tenía al mundo exterior mucho antes de lo esperado. -¿Eh? -Miki parpadeó un poco. La nieve de sus palmas se ha derretido durante mucho tiempo, más aún porque el único acceso al aire fresco había sido cortado por la ventana cerrada. -¿Arden? ¿Por qué hiciste eso? -Ella inclinó la cabeza, mirando mientras él aseguraba la cerradura de la ventana. -Ni siquiera hemos cenado todavía; ¿por qué ya cierras las ventanas? -Ella protestó, con la voz cada vez más ansiosa y desesperada.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Jan 29 ⏰

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