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Luego de varias semanas, Olivia seguía ocultándole varias cosas a su pareja. Algo que aún le carcomía la cabeza, pero leer eso en el libro de una persona que sabía sobre los Obscurus Luminosos; era algo verdadero.
Las clases con Harry seguían siendo un éxito, a veces se turnaban para vigilar y que no anduviera nadie por allí fisgoneando.
Aunque tenía el presentimiento que tarde o temprano se enterarían de lo que sucedía detrás de las sala de menesteres.
Umbridge había creado algo llamado "Brigada Inquisitorial", una completa basura. Los que estaban allí eran un poco privilegiados.
Además, todos habían realizado un Patronus en la última clase. Todos excepto Olivia Lupin, quien se sentía muy mal por no saber cómo conjurarlo.
A decir verdad, no sabía que recuerdo usar. Tenía muchos recuerdos felices y eso la confundía bastante.
La sorpresa de Regulus ya estaba lista, era algo hermoso en un pequeño prado cercano a Hogwarts. Un picnic, para ambos.
Se encontraban estresados últimamente y ni siquiera habían tenido un poco de tiempo para ellos mismos.
Lo necesitaban.
Entonces, ese mismo día, luego de unas clases de Harry. Regulus se llevó a su novia, a escondidas, y le tapó sus ojos.
Él mismo la llevaría al lugar de encuentro, no iba a sacrificar días sin dormir y sin tiempo, para que ella no se diera cuenta con rapidez.
— ¿A dónde vamos?— preguntó Olivia, con diversión en su voz.
— No te preocupes, mi cielo— respondió él, tratando de que ella no tropezara—. Estamos casi llegando.
Olivia asintió, aunque no estaba preocupada para nada. Sabía perfectamente que Regulus tenía una sorpresa para ella y no quería que la descubriera.
Siguieron caminando por unos minutos más hasta que Regulus detuvo a la castaña.
— Bien, puedes sacarte el vendaje.— comentó él, un poco nervioso.
Ollie le hizo caso, y descubrió un hermoso lugar. La sorpresa, era algo increíble y tal vez traía unos ricos postres como a ella le encantaban.
— Es hermoso— comentó, luego se giró hacia él—. Gracias, Reggie.
El slytherin sonrió con emoción, y tomó su mano para hacer que ella se acercara para poder sentarse en la manta a rayas que había colocado en el suelo.
Ambos comieron esos deliciosos postres que habían preparado los elfos de las cocinas. Cocinaban como los dioses.
La Lupin aún seguía un tanto preocupada por no haber podido conjurar su patronus y el Black se había dado cuenta.
— ¿Qué sucede?— preguntó él.
Olivia suspiró.— No encuentro el recuerdo adecuado para mi patronus.
Regulus se sorprendió, él pensó que ella ya lo había conseguido.
— Bueno, yo lo descubrí cuando estuviste en el hospital— comentó Reg—. Aris y tú son mi recuerdos felices.
Los ojos castaños de ella se llenaron de lágrimas por un momento.
— ¿Crees poder ayudarme?— le consultó, un poco temerosa.
— ¡Claro que si!— exclamó el azabache, colocándose a un lado de ella—. Bien, piensa en algo que te haga feliz.
Olivia suspiró y cerró sus ojos, intentando obtener un solo recuerdo que le hiciera feliz. ¡Tenía demasiados!
— Tengo muchos.— comentó ella, quejándose.
— Entonces concéntrate en el que más te haga feliz.— respondió el Black.
Ella asintió y se dedicó a buscar en lo más profundo de su mente. Necesitaba un recuerdo, el que más le hiciera feliz.
Entonces uno le llegó, y fue cuando su padre (en ese momento no sabía que era su padre verdadero) le había hecho un gran pastel de chocolate.
Ese era el que más le hacía feliz.
— ¡Expecto Patronum!— exclamó, y abrió sus ojos esperando ver algún patronus corpóreo.
Y lo había conseguido. Eran pequeñas mariposas, unas hermosas mariposas.
Regulus sonrió.— ¡Expecto Patronum!— gritó él, y de la punta de su varita salió bolsero de espalda negra.
Olivia se sorprendió, ese pájaro era un depredador natural de las mariposas. ¡Era increíble!
Ambos observaron cómo ambos patronus jugaban entre sí, y se quedaron allí hasta que anocheció.
