10. Me iré al infierno por mentiroso

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Marcus Meyer

Charlotte se suelta alarmada, corre hasta la entrada y noto la angustia en su cara. Una punzada de culpa aparece en el pecho cuando voltea en mi dirección viéndome con ojos culposos. Con un gesto le digo que entre. Tengo que bajar éstas malditas ganas que tengo de follar con la esposa de mi mejor amigo.

Me recargo en la pared tratando de pensar en otra cosa que no sea en el cuerpo de esa mujer. Pero el que se haya corrido de esa forma en mis dedos me ha dado tanta satisfacción, que no pienso seguir soportando las ganas que le tengo.

Decido fumarme un cigarrillo. Tal vez solo así calme lo caliente que me encuentro. Lo enciendo y le doy tres caladas profundas. Para cuando se termina, tiro la colilla al suelo y vuelvo adentrarme al bar. Camino hasta la mesa, pero en ella no se encuentra Charlotte ni Oliver. ¿Dónde están?

En cambio Mercy ahí está platicando con quien se presentó como mejor amiga de Charlotte. Ésta me mira de forma desaprobatoria, pero los reproches no son lo mío así que la ignoro.

—¿Dónde estabas cariño? —me pregunta Mercy.

Tomo asiento frente a ella y vuelvo a empinarme la botella dándole un trago largo.

—¿Y Oliver? —pregunto, y no soy consciente del tono que sale de mi voz.

—Se fue —interviene la chica de cuerpo igual de voluminoso que Charlotte.

Me doy cuenta que no le caí bien. Lo noto cuando me tuerce la boca con descaro.

Minutos después aparece el amigo mirándome igual. Siento que me están ocultando algo.

Para cuándo el reloj marca las doce, le hago una seña a Mercy para que se levanté. Ella se despide de ambos chicos y camina en dirección a la entrada. Pago la cuenta, pero antes de irme me devuelvo con los amigos de Charlotte.

—¿Qué pasó? ¿Por qué se fueron Oliver y Charlotte? —le pregunto a la chica de piel bronceada.

—No soy quien para juzgar. Pero Oliver se puso como loco cuando no vio a su mujer —inquiere haciendo énfasis en las dos palabras.

—Si hermano, hasta llegó a pensar que yo estaba con ella y tuve que echar la cabeza por ti. Bueno, por ambos.

—¿Echar la cabeza? —pregunto.

—Que le mintió, Oliver iba casi corriendo a dónde estaban ambos e Izan lo empujó.

—Deberían tener cuidado —prosigue el amigo —, sé que no será ni la primera ni la última. Simplemente vayan a un hotel o algo, que sé yo.

¿Y a éste que le importa?

Los ignoro. Doy media vuelta y salgo a la intemperie caminando directo al estacionamiento del bar. Subo al coche donde Mercy ya me espera y ésta comienza hablar.

—Cuando regresé no estabas —dice mirando hacia la ventana. —¿Dónde estabas, y por qué no te Vi?

—Salí a tomar aire —respondo tajante metiéndome a la carretera.

—Qué raro, también Charlotte salió a tomar aire.

Me lleva la...

—¿De verdad estás insinuando eso, Mercy? —Suelta un bufido tapándose los ojos con la palma de las manos.

—No yo... obviamente no, perdóname amor pero es que las malditas dudas y. .

—¡Te acompaño a dónde quieres, salgo contigo cuando quieres, voy con nuestro amigo y su esposa porque así lo quieres! ¡Y aun así, dudas de mí!

PERVERSOS 1° SeducciónWhere stories live. Discover now