19. Perversos

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Charlotte Harrison

Escucho tenues voces a lo lejos. Abro los ojos al sentir un frío recorrer mi espalda, dándome cuenta que estoy sola en la parte trasera del coche. Trato de enderezarme, pero vuelvo agacharme cuando escucho dos voces acercándose.

Aun es de madrugada, lo sé porque no hay luz afuera, sigue oscurecido.

—¡¿Por qué la trajiste?! —escucho decir entre dientes a Marcus.

—Se me pegó, hermano —le contesta el otro tipo —. Además, estábamos follando ¿Qué esperabas? Comenzó a decirme que quien me hablaba a estas horas.

Las voces se vuelven tenues nuevamente, y opto por enderezarme y tomar el móvil para visualizar la hora. Ésta marca las seis de la mañana.

—Además, pudiste haber llamado una grúa y no a mí —dice el tipo desconocido.

¿Dónde he escuchado su voz?

—Ni de coña, tú sabes de mecánica, llamar la grúa solo arruinaría mi fin de semana.

—Jodete.

Me debato entre salir, y no hacerlo. Sobre todo porque no sé quién es la persona a la que le ha hablado Marcus pidiéndole ayuda.

—¿Y quién es? —le pregunta el hombre con la voz forzada, como si estuviera apretando algo.

—No me juzgues ¿Vale? —contesta el señor oscuro.

—¡Por favor! Somos amigos, por supuesto que te juzgaré —agrega riéndose.

—Entonces olvida que te cuente.

—¡Vamos! ¿Quién es? ¿Nessa?

¡¿Nessa?!

Suspiro recordando los momentos desagradables que he pasado por Nessa. ¿Será la misma Nessa?

—Es... —vacila. —La esposa de Oliver.

—¡No me jodas! —exclama el hombre. Segundos después suelta un bufido, seguido de una risa —. No sé si felicitarte por tirarte a la sexy esposa de Oliver, o si cavar la tumba de tu propio funeral —se burla.

—Cállate —gruñe —. De aquí no sale.

—Soy una tumba.

Las voces vuelven a desaparecer. Escucho cuando el coche contrario se enciende, dando marcha a no sé dónde. Los vidrios están empañados por el calor de la calefacción. El coche, para nuestra fortuna ya está encendido, y agradezco mentalmente al cielo que no hayamos tenido que regresar.

Lo sé, debería pensar que es un castigo o algo por el estilo, pero es que en estos momentos lo que menos quiero es regresar al apartamento y ver una película sola en Netflix.

—Has despertado —dice Marcus con su sexy sonrisa al abrir la puerta del auto. —Algo despeinada, pero al menos ya no estas roncando.

Vuelvo la mirada al espejo del retrovisor. ¡Soy un desastre! Trato de peinar mi cabello fallando en acomodarlo. Me cubro la cara con las manos. Marcus me las hace a un lado dejándome un casto beso en la coronilla. Las mejillas se me acaloran.

—Yo no ronco —me defiendo haciéndole un gesto.

—Eso crees tú, obviamente no te escuchas.

—Claro que...

—Ya, ven acá —me interrumpe dándole palmadas al asiento del copiloto.

A como puedo, me paso hacia el frente. Sigo descalza, sin cazadora y envuelta en la manta. Escucho el suspiro de Marcus. Después, éste enciende el coche posicionándose nuevamente a la carretera. Enciende la radio, y conforme avanzamos, vemos como comienza amanecer. No ha salido el sol, el día se pronostica frío y nublado, por lo que logro ver en el cielo.

PERVERSOS 1° SeducciónKde žijí příběhy. Začni objevovat