16. ¿Celosa?

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Charlotte Harrison

Los nervios me carcomen junto con las culpas que cargo en mi mente. No es cosa de otro mundo el estarme sintiendo así, puesto que le estoy siendo infiel a Oliver con su mejor amigo.

Me concentro en mi trabajo, pero es que la pequeña bolsa de lencería con etiqueta cara que yace sobre mi escritorio, no ayuda mucho a que ponga atención en lo que hago.

— ¡Dios mío! Pensé que era broma lo que me había dicho Nay —se ríe Izan cuando entra a mi oficina.

— Adelante, puedes entrar —digo con un deje de sarcasmo.

— Veamos que te regaló, ¿Cómo dijo Nay que lo llamaste? —se lo piensa. —¡A sí! El señor café.

— ¡El señor oscuro! —aclaro.

Le hago un gesto como niña chiquita mientras toma la bolsa en sus manos. Izan saca de ella el contenido soltando un silbido.

— Tiene buen gusto —dice exhibiendo la tanga roja con pequeñas perlas en la parte media.

— ¡Dame eso, imbécil! —digo arrebatándole la prenda.

Vuelvo a guardarla en la bolsa, colocándola en uno de los cajones de mi escritorio.

Si, sé que es estúpido haberla traído a sabiendas que mis dos amigos son un par de impertinentes.

—Ay pajarita, en verdad que ese hombre te trae como pendeja —suelta un insulto.

—Gracias por hacerme sentir peor Izan.

—Ya sabes que hablo claro y con sinceridad. Y para ser honesto, éste tipo te quiere vestir como si fueses una muñeca...

Muñeca...

Dejo de escucharlo recordando mis encuentros con el señor oscuro. Aprieto las piernas, siendo consciente de las miles de sensaciones que Marcus Meyer me provoca. Sus labios en los míos, en mi piel y en mi...

—Enserio, es un amante en toda la palabra. Uno muy bueno, estoy seguro que si le pides un departamento exclusivo para que follen, lo compra.

—Fuimos a un lago —interrumpo.

—¿Un lago? —asiento. —¿Qué lago? ¿Dónde está? —cuestiona con una sonrisa.

—Esta...

Alguien toca la puerta de mi oficina. Exclamo un adelante, y ésta se abre dejando ver a Julián.

—Sé que no me corresponde esto, pero le han traído unas rosas y me tomé la libertad de recibirlas por usted. —Dice con pena.

Estoy por levantarme, pero Izan me gana tomando el ramo de rosas antes que yo. Julián asiente, justo en el momento en que le agradezco por haberlas recibido.

—No jodas Charlotte —sonríe. —O le gusta tu culo, o como te lo follas porque hasta rosas te ha mandado y con un mensaje muy comprometedor.

—¡Cállate! ¿No son de Oliver? —pregunto lo que ya es obvio.

—No, ah, ah.

Le arrebato el ramo y la pequeña tarjeta, la cual leo: "Quiero hacerte mía, muñeca..."

Un cosquilleo aparece, como si las mariposas rondaran por todo el abdomen. Estos encuentros con Marcus me llevaran hacer locuras que no sé si quiero seguir haciendo.

—¿Está mal, cierto? Esto que hago está mal Izan.

—Pajarita, le preguntas a alguien que ha tenido un sinfín de amantes —se burla.

PERVERSOS 1° SeducciónWhere stories live. Discover now