30. La Finca - Parte II

596 49 50
                                    

Charlotte Harrison

El pecho se me infla de felicidad, más de lo que ya está, al escucharlo decir que él también me ama. Y aunque su propuesta sea algo descabellada, mis sentimientos por él son superiores a mi relación con Oliver.

Lo miro de reojo a Marcus, quien me sonríe cuando abrazo a una de sus hermanas.

—¿Tú eres Dilsea, o Dominica? —le pregunto.

Ambas chicas son hermosas, como su hermano. Son altas, de tez perlada y ojos café oscuro. Las dos también comparten los mismos genes de Marcus; pelo café castaño, nariz perfilado y unas cejas espesas.

—Me presento de nuevo, yo soy Dominica, pero puedes llamarme Domi.

Me suelta, estrechando su mano hacia mí. La tomo sin dudarlo, y le sonrío a la chica que, para ser honesta, es demasiado guapa. Metros más adelante, se encuentra Oliver hablando con el papá de Marcus. Éste último, su hermana y yo, nos acercamos.

—Ya conoces a mi esposa Charlotte —dice Oliver acercándome a él.

Trata de componer la compostura por lo ebrio que sigue.

—Si, la conozco —habla el hombre con su voz gruesa.

Mark Meyer, tiene un parecido leve a su hijo, lo único diferente es el pelo, ya que éste es un poco más canoso. Es de semblante serio, y gestos bruscos. Me repara de reojo, como si me estuviese juzgando, lo cual me extraña ya que apenas y si lo conozco.

—¿Y qué hacían? —pregunta el hombre.

Mi sentido de alarma se activa en milisegundos. Estoy por hablar, pero Marcus es quien interviene.

—Le mostraba la finca a Charlotte —contesta Marcus, abrazando a su hermana.

—¿A sí? ¿Y tú Oliver?

—Yo me quedé dormido.

Oliver sonríe, dejándome un casto beso en la sien.

—Bien, pues vayamos a descansar —propone el señor Meyer.

Dominica se despide diciendo que le hará compañía a su hermana, quien al parecer, subió directo a la habitación. Después, cuando nos adentramos a la mansión, una señora que se visualiza joven, se acerca a su hijo con una sonrisa de oreja a oreja. No es tan alta como las gemelas, pero si tiene un gran parecido a ellas.

—¡Hijo! —dice con entusiasmo al ver a Marcus, dándole después un abrazo apretado.

—Oliver —prosigue, con una sonrisa maternal —. Tú debes ser Charlotte —dice, mostrándome una sonrisa.

—Si, un gusto señora.

Estrecho mi mano, pero la mujer en lugar de tomarla me da un abrazo. Sonrío al corresponderle sintiendo los ojos de Marcus cuando lo hago.

—¡Nada de formalidades! Llámame Milla, no estoy tan vieja.

—Milla —digo su nombre.

—Domi me habló de ti, y no se equivocó al decirme que eres una mujer hermosa.

—Lo es —inquiere Oliver, arrastrándome hasta él de la cintura.

Noto como es que Marcus voltea a otra parte que no sea a nosotros dos, lo más extraño es que su madre se da cuenta, y para cuando quiere decir algo, ella simplemente lo corta diciéndole que le de un minuto. Oliver y yo nos despedimos caminando hasta la habitación. Sigue igual de cariñoso que hace rato, pero trato de oponerme a que quiera follarme. No solo por lo hablado con Marcus, si no porque follé con el señor oscuro hace un rato.

PERVERSOS 1° SeducciónWhere stories live. Discover now