41. Amantes Perversos

553 39 5
                                    

Charlotte Harrison

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi a Oliver. Me pareció el ser más hermoso y atractivo en mi mundo; rostro angelical pero serio, alto, de piel perlada y pelo castaño con destellos negros. Pero lo que sin duda alguna lo que me atrajo a él fue su insistencia, y su par de ojos color azul oscuro. Algo extraño en mí, es que suelo fijarme más en los ojos de los hombres que en los sentimientos.

Trago duro al ver el semblante de Oliver. «Lo sabe». Lo confirmo al escuchar cómo me ha llamado.

Un aire fresco me recorre la espalda, provocando que quiera salir corriendo del apartamento donde sin darme cuenta me he adentrado mucho más.

Quiero huir, pero lo mejor es enfrentar.

Sin embargo, retrocedo. Me doy la media vuelta dando pasos lentos hacia la puerta que aún se encuentra abierta, pero al hacerlo, veo la botella estrellarse y quebrarse en mil pedazos sobre la pared junto a la puerta. Me sobresalto alarmada, el miedo comienza a corroerme y después veo a Oliver cerrar la puerta de un azote. Se me acerca como un depredador acorralando a su presa. Retrocedo con pasos lentos cuando lo miro a los ojos llenos de odio y furia hacia mi.

—Oli... —apenas si susurro.

—Cállate —espeta.

La parte trasera de mis piernas choca con el sofá. Me detengo, y por un momento temo por lo que sea que vaya a pasar. Los dientes me castañean cuando me acorrala en el sillón. Manda una de sus manos a mi cuello, apretándolo con poca fuerza pero a pesar de eso siento un leve dolor. Su aliento a menta y alcohol me impregna las fosas nasales y siento nauseas, pero no por el asco, si no por el miedo que Oliver me ha comenzado a causar.

—¡Te acostaste con él! —grita, empujando el sillón tras de mí cuando me suelta de golpe.

Se vuelve al mini bar estrellando en el suelo cada una de las botellas y copas en él.

Mercy se lo dijo. Es lo primero que pienso.

—Las cosas no pasaron como te las contaron —digo.

Oliver se vuelve hacia mí con paso decidido empujándome a la pared. Después le pega a ésta junto a mi cabeza con el puño cerrado provocando que cierre los ojos. El miedo se apodera de mí. Éste es un Oliver que no conozco.

—¡Te cogiste a mi mejor amigo! —me grita en la cara —, una puñalada por la espalda hubiese dolido menos.

No le quito la mirada, por el simple hecho de que comienzo a tener miedo. Los ojos se me llenan de lágrimas, tratando de contener un sollozo que me sale de la nada. Me recorre con sus ojos, posicionándolos en mis senos. Recarga una mano en la pared dejándome sin salida, mientras con la otra me recorre con la yema de los dedos la cintura.

—Eres una zorra —dice con amargura cerca de mi boca —. ¡Una maldita zorra!

Me suelta. Camina hasta el sofá sosteniéndose con ambas manos del respaldo, agachando la vista hacia el suelo.

—¡Déjame explicarte, por favor! —imploro.

—¡Explicarme que Charlotte! ¡¿Cómo te revolcabas con mi mejor amigo?! —espeta girándose hacia mí —. No, no, no, no. ¡Quieres explicarme como me vieron los dos la maldita cara de imbécil!

—Así no pasaron las cosas Oliver, por favor...

—¡No mientas Charlotte! ¡Yo los vi! ¡A los dos! —tiemblo —, en el pasillo, en el ascensor, en la lavandería ¡en el maldito apartamento! Tan descarada fuiste que te follaste a quien decía ser mi hermano en el maldito apartamento! —se lleva las manos al pelo —. Dime como mierda te folló para que me engañaras con él —dice —, porque de los miles de hombres que hay en la maldita ciudad lo elegiste a él.

PERVERSOS 1° SeducciónWhere stories live. Discover now