25. Lo miré a los ojos

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Charlotte Harrison

Siento que he fallado como mujer, a mis padres y a mí misma. Engañar es eso, engaño. Y yo lo he hecho porque me atreví a engañar a la persona que ha confiado en mi palabra desde que nos casamos hace poco más de un año.

Unos días, incluso meses me bastaron para tirar todo a la basura. Pero el corazón no se manda solo, y lo que comenzó como una simple atracción por alguien, terminó siendo lo contrario a eso. Porque sí, lo acepto, me enamoré de Marcus Meyer, el mejor amigo de Oliver, mi esposo.

Me quedo boquiabierta. Quiero hablar, decir algo, pero las palabras no me salen.

—Eso no es mío —me defiendo con la voz temblosa.

¡Maldita mentirosa!

—¿A no? ¿Y de quién es? ¡Eh, Charlotte! ¡¿De quién mierda es?! —me zarandea tomándome de los hombros.

—¡No lo sé Oliver! De Nay, tal vez... ¡¿Qué se yo?! ¡Pero mío no es!

Se pellizca el puente de la nariz tratando de digerir todo cuando me suelta. La culpa me mata, y por más que quiera decirle la verdad me reprimo para no hacerlo.

Tiemblo, pero trato de mitigar el temblor que comienza a esparcirse por todo mi cuerpo cuando vuelve a mirarme a los ojos.

—Estaba en tu puta bolsa Charlotte, de Nay no es.

Hace añicos la tarjeta, se recarga en el mármol de la encimera y vuelve a girarse hacia mí.

—Créeme, por favor Oliver, eso no es mío —hago una pausa caminando hacia él —. Es más, toma —estiro la mano al tomar el teléfono inalámbrico del apartamento —, llama a Nay ¡anda! Pregúntale...

—¡Por favor Charlotte! Es tu amiga, no me creas imbécil, dirá lo que sea para defenderte.

—¡No es mío! —recobro la compostura —. Si me quieres creer, bien. Si no, me vale una mierda porque ya te dije que mío no es.

Me hago la indignada. Camino hasta la entrada de la habitación, y al querer hacerlo, Oliver me detiene tomándome del antebrazo volviéndome hacia él.

—No te creo —espeta, apretándome con la otra mano la mandíbula.

Me escrudiña con la mirada, me aprieta con fuerza la quijada y omito un grito ahogado de dolor.

—Me... estas lastimando Oliver.

—¿Quién es Julián, y porque mierda te anda cortejando? —espeta.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —me suelto de un manotazo.

Camino hacia el armario tomando un pantalón de vestir en color negro y una blusa roja. Me desnudo frente a Oliver, tratando de distraer su atención de la discusión, pero no lo logro. Simplemente veo de reojo como es que traga duro reparándome con la mirada.

Julián. ¿Qué mierda le dijeron de Julián?

—Si, Marcus me lo dijo —trato de ignorarlo, pero la presión en el pecho aparece cuando menciona a Marcus —. Dijo que hace unos días pasó a saludarte después de la reunión en tu trabajo y lo encontró en tu oficina muy cerca de ti.

Maldito Marcus.

—¿Y? Es mi becario Oliver, estábamos trabajando.

Me pongo el pantalón y la blusa. Vuelvo al armario para buscar un abrigo, y al encontrarlo, la mirada oscurecida de Oliver vuelve a escudriñarme. De un portazo cierra la puerta del armario logrando sobresaltarme.

—¿Qué te pasa? —lo miro con ojos suplicantes.

—¡Que estoy celoso Charlotte! Y esa maldita tarjeta me pone a dudar de ti.

PERVERSOS 1° SeducciónWhere stories live. Discover now